Los problemas de los gallegos de cara al 18-F: "Aquí solo se mira por las capitales, a los pueblos nos tienen abandonados"

Josefina Perdiz, en su casa de A Gaime.
Josefina Perdiz, en su casa de A Gaime.
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Josefina Perdiz, en su casa de A Gaime.

Todavía queda una semana para una de las citas más importantes del año en Galicia, las elecciones autonómicas. Aun así, Josefina Perdiz ya tiene preparada la papeleta que depositará en la urna el próximo domingo, 18 de febrero. Tiene 76 años y lleva casi una década en silla de ruedas. A pesar de que tiene la opción de votar por correo, ella prefiere hacerlo a la vieja usanza: ir presencialmente al colegio electoral asignado, que en su caso está situado a unos cinco kilómetros de distancia de su domicilio.

Josefina vive en Gaime, una pequeña aldea de menos de 10 vecinos que pertenece al Ayuntamiento de San Amaro. Para ejercer su derecho al voto tiene que desplazarse hasta la localidad de San Ciprián de Las. Ya lo hizo en las municipales y generales de 2023, cuando acudió acompañada por su familia para elegir al alcalde y al presidente del Gobierno. Si votase por correo, también dependería de ellos: la oficina más cercana está en Barbantes, a 12 kilómetros de su casa.

No puede conducir. Tampoco hay transporte público en su pueblo. "En un lugar como este necesitas coche, no tienes otra opción", dice a 20minutos. Cada vez que tiene que ir a votar, al supermercado o al ambulatorio depende de su familia. "Yo sola no podría vivir aquí", reconoce. En su casa hay dos vehículos, aunque ninguno está adaptado para llevar a una persona con movilidad reducida. "La Xunta nos dio la tarjeta para aparcar en las zonas reservadas, pero tenemos que hacer malabares con la silla de ruedas para encajarla en el coche", se queja su nieto.

Las dificultades de vivir en el rural gallego

La vida en el rural gallego siempre ha sido complicada. "Y cada vez es peor, la gente se acaba yendo a municipios más grandes o ciudades porque vivir aquí es insostenible", asegura apenada Josefina, que todavía recuerda cuando tuvo que dejar su Gaime natal y poner rumbo a Madrid con 12 años para trabajar. "Al final volví, pero la vida aquí está muerta", comenta sentada en el porche de su casa, desde donde ve las casas cerradas de sus vecinos. "Uno murió hace pocos años, los otros tuvieron que marcharse con sus familias", apunta.

Hace años que no se registra un nuevo nacimiento en Gaime, pero cada año falta algún vecino. La mayoría son personas mayores de 50 años. Los más jóvenes dejan el pueblo en busca de un futuro mejor. "Aquí no hay ni trabajo", apunta Josefina. Su nieto, de 28 años, no quiso seguir los pasos de su familia, que se dedica al campo. "Tenemos animales y terrenos donde plantamos todo tipo de alimentos, pero de eso no vives actualmente", señala. En cuanto le salió una oportunidad laboral, se mudó a la capital española. 

Falta de trabajo para los jóvenes

"En el campo hay mucho trabajo, pero está muy mal pagado", asegura el nieto de Josefina. "No te dan casi ayudas, la Xunta no mira por el campo", añade. Su padre trabajaba en una gasolinera, aunque ahora está prejubilado. Ese, junto a la pensión de su abuela, eran los únicos ingresos que entraban en casa. "Por un cordero te pueden dar 70 u 80 euros, y con suerte vendes uno o dos al mes", explica. Desde hace algo más de una década no pueden vivir de ello.

El nieto de Josefina es uno de los tantos jóvenes que se han tenido que ir del rural por la falta de empleo. Algunos, incluso, han abandonado la comunidad porque no encontraban trabajo. Es el caso de Samantha Cantrot, una ourensana de 25 años que acaba de mudarse a Madrid. "Me ofrecieron un buen puesto y buenas condiciones. No pude rechazarlo", explica a 20minutos la joven, que todavía se está adaptando a su nueva vida en la capital.

Samantha estudió Comercio. Aunque tuvo algún trabajo temporal en Galicia, nunca encontró nada estable. "Parece que nos obligan a irnos de nuestra tierra", lamenta apenada por haberse separado de su familia. "Y no soy la única de mi pandilla de amigos en Madrid. Algunos incluso se han tenido que venir con 18 años a estudiar porque no hay suficientes plazas en las universidades gallegas", asegura.

Sin cobertura ni servicios mínimos

En Gaime apenas hay cobertura móvil. "Nos instalaron la antena, pero nunca llegaron a conectar los cables", explica el nieto de Josefina. Para poder hacer una llamada tienen que salir de casa y caminar unos 200 metros. "Y hasta hace pocos años, teníamos cuatro canales en la tele", reconoce. Tampoco hay tiendas, ni farmacias, ni cajeros. Tienen que desplazarse hasta el pueblo de San Amaro —a unos cinco minutos en coche— para hacer uso de estos servicios.

Además, en el centro de salud solamente hay una médica y una enfermera. Las citas son limitadas y, muchas veces, las sanitarias tienen que abandonar el ambulatorio para acudir a casa de algún paciente. "Sanidade debería reforzar la asistencia médica en el rural y tendría que tener en cuenta a los que no tenemos medios para desplazarnos", propone Josefina, que tampoco puede ir sola al hospital de Ourense porque por San Amaro no pasan autobuses ni trenes. "La Xunta de Galicia solo mira por las capitales, a los pueblos los tiene abandonados", asegura.

Problemas en la Sanidad gallega

La sanidad es uno de los puntos tratados en los programas de los candidatos que se presentan a las elecciones del 18-F. Y uno de los mayores problemas a los que se enfrenta el próximo presidente de la Xunta es a las largas listas de espera. "Hacen falta más recursos humanos y materiales", afirma Martina Díaz, médico de familia en el municipio pontevedrés de Cuntis, donde cerca del 20% de la población supera los 65 años y casi el 2% pasa de los 90.   

Con una población tan envejecida, la labor de los médicos es fundamental no sólo por la atención sanitaria, sino por la "relación" que establecen con el paciente. "Somos quien recibe en primera instancia al paciente, tenemos una relación con él que no la tiene nadie más. Es como un trato familiar, conoces a todos sus seres queridos, sabes dónde viven, te cuentan sus problemas", apunta Martina.

Cada mañana pasa consulta a una media de entre 50 y 60 pacientes y, a menudo, se desplaza hasta la casa de aquellos que no se pueden trasladar hasta el centro médico. "Siempre que la persona sea capaz de salir del domicilio, tiene que venir de forma presencial, normalmente la gente se paga taxis, va con un vecino o lo recoge un familiar", señala la sanitaria. 

Sin personal sanitario

Faltan médicos. Los profesionales no tienen las condiciones laborales "adecuadas" y optan por desempeñar su profesión en otros lugares. "Estamos formando sanitarios para Europa", señala la doctora. "Los que quedamos, nos hemos convertido en un 'cajón de sastre'. Nos ocupamos de tareas que en primera instancia no son nuestras para facilitar la atención a los pacientes, pero a costa de sobrecargarnos y saturar la AP".

Martina comparte centro con otros dos médicos de familia, entre los que se reparten el total de la población cuntiense. Ahora uno está de baja, lo que supone una mayor carga de trabajo para Martina y su compañero. "Necesitamos más personal y que se reduzca el número de pacientes por consulta. Esto ayudaría a aumentar el tiempo que le puedes dedicar a cada persona, porque dedicar solo cinco minutos es poco", explica.

"Una Sanidad potente se basa en una Atención Primaria potente. Para que la atención especializada funcione bien, la primaria tiene que estar reforzada porque es el primer paso", señala la doctora, que remarca la necesidad de un Servizo Galego de Saúde (Sergas) más "resolutivo" que agilice los procesos y mejore las condiciones de sus contratos. 

Creación de una escuela 'náutico-pesquera'

Otro de los temas más repetidos en los programas electorales del 18-F es el relacionado con el mar. Nacido en 1969 y criado en Arou, un pequeño pueblo de la Costa da Morte coruñesa, Xose Xoan Bermúdez empezó a tener contacto con el mar a los cinco años. Tras el fallecimiento de su padre, heredó su licencia de pesca y comenzó a darle uso, hasta llegar a ser nombrado en 2008 patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Camelle, en el municipio de Camariñas.

La parroquia de Camelle se nutre principalmente del mar. El oficio de marinero fue pasando de generación en generación, pero en los últimos años el relevo generacional se ha paralizado. "Falta gente joven", sostiene Xose Xoan, quien también es 'percebeiro'. "La juventud, al ver que no hay futuro, marcha. Y tampoco ayuda mucho el hecho de que tengan que trasladarse a otra ciudad gallega para sacar el título que les permita trabajar de pescadores", ha afirmado el patrón arouano.

Una de las propuestas que sostiene Bermúdez es la creación de una escuela 'náutico-pesquera' que enseñe el oficio a los que se quieran dedicar al mar. En la actualidad, si quieren obtener el título, deben desplazarse a Ferrol, Bamio o a Vilagarcía de Arousa. "Una escuela que enseñe a la gente de la zona cerca de sus casas, sin que se tengan que desplazar, promovería que se quedaran aquí y no se tuvieran que marchar a A Coruña, Madrid o incluso a Suiza", afirma el marinero.

El furtivismo y el riesgo, uno de los grandes dilemas

Asimismo, también denuncia la presencia de un "acusado" furtivismo en el litoral "camariñán", el cual pide que se tipifique como delito en el Código Penal. "Tampoco se trata de desangrar a la gente, pero sí de darles un aviso". Y es que el furtivismo, principalmente de percebes, es una práctica habitual en la zona por el elevado valor de este marisco. 

El riesgo en el marisqueo es uno de los aspectos que añaden valor a su precio. Los percebeiros se desplazan hasta las rocas más adentradas en el mar para poder recogerlos en condiciones que dependen principalmente del tiempo y el oleaje. Todas estas características hacen que este oficio esté catalogado como una "profesión de riesgo", en la que es vital la rapidez a la hora de "escapar" de las olas para evitar chocar contra las rocas y que haga falta la intervención de los servicios de emergencia.

En la zona de la Costa da Morte no cuentan con equipos de rescate próximos. "Cerca de Cee había una base de salvamento. Actualmente, esa nave está parada, no funciona. Si hay cualquier emergencia, tiene que venir el helicóptero desde Santiago de Compostela o A Coruña", denuncia el patrón. El dispositivo de la capital gallega se encuentra a 76 kilómetros de distancia, mientras que el de la ciudad herculina a 84. 

Xose Xuan resalta la importancia de que por parte de las instituciones se intenten mejorar las condiciones laborales de los pueblos costeros de la zona. "Tenemos que dar una esperanza a la juventud y más facilidades para quedarse aquí, con su familia, sus amigos. Y también tenemos la obligación de dejarles algo mejor", sentencia el 'percebeiro'.

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