OPINIÓN

Los astronautas

Archivo - Gente paseando, paseo, caminando, andando, familia, niños, niño, hermanos, padres
Imagen de una madre con dos niños.
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Archivo - Gente paseando, paseo, caminando, andando, familia, niños, niño, hermanos, padres

Una de las novelas que más me marcaron durante el año pasado fue la que escribió Laura Ferrero. Una autora catalana que, partiendo de una experiencia personal, da un golpe encima de la mesa con una historia desgarradora y triste, a la vez que cargada de ternura. En Los astronautas juega con la imaginación de una niña y plantea la visión de esta chica de su infancia y crecimiento personal con sus padres separados.

Te lleva a los años 80 y a la actualidad, te sumerge en esas cuestiones que los adultos tratan de olvidar porque el pasado se convierte en una etapa de la que huir. Hasta que una niña a la que no le han enseñado cuál es su familia real les empotra con la realidad.

Además, narra una serie de hitos históricos a nivel científico y aporta muchos datos que me han enriquecido un poco más y que se agradecen porque dan muestra de lo bien documentada que estaba esta novelista cuando se lanzó a abrirse en canal al gran público.

Hoy en día es algo habitual ver cómo muchos niños viven sin problema alguno con sus padres separados. Dos familias, dos hogares y una normalización que hace cuatro décadas era impensable. Cuando Laura Ferrero nos habla de esa pequeña que crece sin el sentimiento de pertenencia a una familia todo era diferente. Nadie explicaba las situaciones como ahora porque no se tenía en cuenta la salud mental y el desarrollo cognitivo al que esos futuros médicos, periodistas, agricultores o bomberos se exponían. Tampoco cómo marcaría su vida una situación por la cual muchos adultos decidían poner tierra de por medio, sin saber las consecuencias que esa decisión tendría en su descendencia.

La gente sigue casándose y divorciándose, es algo común y coherente cuando las cosas no funcionan; pero la mentalidad de afrontarlo como sociedad ha cambiado por fortuna. Las custodias se miran mucho más al detalle, las terapias con niños son más habituales, entre compañeros de clase se ha normalizado, y ya no son bichos raros aquellos que llegaban a casa con un solo progenitor al que explicarle lo que habían hecho en clase. Por suerte muchos padres y madres han dejado de ser astronautas en misiones espaciales.

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