Manuel Pizarro Consejero de Henneo
OPINIÓN

En el adiós a César Alierta

  • "Despedimos a un gran aragonés, a un gran español y, algunos, entre los que me encuentro, a un gran y entrañable amigo"
César Alierta, ha fallecido este miércoles a los 78 años tras haber estado ingresado en una clínica de Zaragoza.
César Alierta, ha fallecido este miércoles a los 78 años tras haber estado ingresado en una clínica de Zaragoza.
César Alierta, ha fallecido este miércoles a los 78 años tras haber estado ingresado en una clínica de Zaragoza.

Al decir adiós a César Alierta despedimos a un gran aragonés, a un gran español y, algunos, entre los que me encuentro, a un gran y entrañable amigo. Pocos como él atesoran una carrera tan brillante como profesional y líder empresarial, y también como persona, con quien tuve la fortuna de compartir muchos afanes e inquietudes.

Aunque ambos estudiamos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza, nos conocimos tiempo después en Madrid, cuando ocupé plaza como agente de cambio y bolsa en el año 1987. Desde entonces, he seguido de cerca su intensa y fecunda trayectoria, en la que fue capaz de sumar visión de futuro, tomar las mejores decisiones como gran estratega que era y contribuir a situar a España en el marco de la economía global.

César, se ha dicho estos días, fue ya un pionero al cursar un Máster en Administración de Empresas en la universidad norteamericana de Columbia. Y lo fue asimismo cuando, tras una etapa como directivo del Banco Urquijo, fundó su propia sociedad de valores, Beta Capital. Sin su experiencia adquirida en aquellos años no se entiende bien la revolución vivida en España en la década de los ochenta en los mercados financieros y el desarrollo de la Bolsa de Madrid, de cuyo Consejo formó parte siendo yo presidente. Fue un apoyo esencial en aquella ilusionante etapa que permitió modernizar los mercados de valores y, de paso, la capitalización y mejora del tejido empresarial. Luego vendría su incorporación a la presidencia de Tabacalera, a la que dio dimensión internacional, antes de volcarse en Telefónica, cuya expansión consolidó hasta convertirla en una de las marcas líder de telefonía en el mundo.

Su legado pervivirá en la sociedad española como líder adelantado y visionario, siempre comprometido con sus raíces aragonesas y con el deseo de construir un mundo mejor

Pero su liderazgo no solo lo ejerció en el ámbito empresarial. Siempre tuvo presentes su condición de aragonés y su compromiso con las necesidades de nuestra Comunidad, fuera el Real Zaragoza o la estación de esquí de Candanchú. Así, se implicó con cuantas causas nobles tuvieran a Aragón como principio inspirador y promovió, entre otras iniciativas, el encuentro periódico de un grupo de aragoneses en Madrid, pertenecientes a diferentes profesiones y sensibilidades políticas, reunión que hoy sigue viva y que sin duda le echará a partir de ahora mucho de menos.

Esa bonhomía y su aragonesismo militante le procuraron una forma de ser cordialísima y desenfadada que le llevó hasta el último rincón del mundo y a mantener relaciones con líderes planetarios tan distintos como Angela Merkel o el Papa Francisco. Sabía y defendía que la formación es la clave del progreso. Su apoyo a la educación infantil en países y territorios con escasos recursos y otros empeños altruistas y solidarios, a través de la Fundación Telefónica y de la Fundación ProFuturo, deja una estela de logros imborrables y ha contribuido a transformar la vida de miles de personas en situación vulnerable.

Se volcó en Telefónica, cuya expansión consolidó hasta convertirla en una de las marcas líder de telefonía en el mundo.

En mi caso, como decía al principio, nos han unido muchas experiencias a lo largo de nuestras vidas, incluso haber sido ambos Premio Heraldo. Pero, sobre todo, largas horas de conversaciones familiares y de auténtica y estrecha amistad. En el momento de despedir a César viene a mi recuerdo el obituario que escribí al fallecer su esposa, Ana Placer, en abril de 2015, tres años después de que César redactara la necrológica de Adela, mi mujer. Ana fue su gran y leal compañera y sin su constante presencia y apoyo no se entendería lo que César fue y pudo hacer. Su dolorosa pérdida cambió el curso de su vida, hasta hoy, que nos toca despedirlo a él. Su buen hacer permanecerá en quienes tuvimos el privilegio de compartir vivencias y amistad. Su legado pervivirá en la sociedad española como líder adelantado y visionario, siempre comprometido con sus raíces aragonesas y con el deseo de construir un mundo mejor. Descanse en paz.

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