Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

El gris de la amnistía

Puigdemont, ante Sánchez en el Parlamento Europeo.
Puigdemont, ante Sánchez en el Parlamento Europeo.
RONALD WITTEK / EFE
Puigdemont, ante Sánchez en el Parlamento Europeo.

Honestamente, es difícil ver ninguna virtud de las que el PSOE esgrime en favor de la amnistía. En el debate sobre su toma de consideración quedó claro que solo hay pura necesidad, la de haber sacado adelante una investidura y cimentar los apoyos para la actual legislatura. Los argumentos buenistas son pura chatarra, pues si Pedro Sánchez no hubiera necesitado los votos de Junts su negativa se habría mantenido invariable, como han reconocido públicamente tanto él como otros dirigentes socialistas, lo que desmiente el preámbulo de la ley, donde se afirma que esta medida se adopta para culminar el reencuentro y la convivencia en Cataluña, que por otro lado ya se había logrado gracias a los indultos y al propio hastío de los catalanes. 

La amnistía rompe el principio de igualdad y se adopta sin que aquellos que delinquieron reconozcan que hicieron las cosas mal y se comprometan a no volver a violentar la convivencia con acciones unilaterales. No hay ni pizca de reconciliación, y encima el PSOE ha tragado con un relato infame sobre el origen del procés. Y ahora el independentismo se atreve incluso a señalar a jueces, mandos policiales y periodistas, y a exigir desde la tribuna del Congreso que sean juzgados, como hizo la portavoz Miriam Nogueras este martes. Nuestro estado social, democrático y de Derecho sale devaluado, más allá de lo que acabe dictaminando el Tribunal Constitucional, que sentenciará sobre la letra de la ley, no sobre sus auténticas motivaciones y el trasfondo sociopolítico. En cualquier caso, es una medida que, por lo menos a corto plazo, daña gravemente la convivencia entre españoles y perjudica nuestra imagen en Europa, aunque difícilmente ni la Comisión ni la Eurocámara tomarán cartas en el asunto, pues no pasarán de considerarlo un “asunto interno”.

Difícilmente ni la Comisión ni la Eurocámara tomarán cartas en el asunto, pues no pasarán de considerarlo un “asunto interno”

Ahora bien, nada en esta vida es completamente blanco o negro, a largo plazo predomina el gris, los tonos medios. Siempre es un error caer en el dramatismo. ¿Cuál es el gris de la amnistía? Pues que profundiza en la división del independentismo, entre Junts y ERC, que se pelean por todo y ni tan siquiera comparten la mesa con el PSOE para discutir sobre la autodeterminación. Pero también más allá de Junts hay división, pues una parte del separatismo civil rechaza la amnistía y se prepara para presentar una lista propia a las elecciones autonómicas de dentro de un año. El catalán medio que se hizo separatista entre 2012 y 2019 observa desde hace tiempo un escenario lamentable de fractura y rencillas, mientras Cataluña se sitúa en la cola de España en muchos asuntos, educativos, sociales, sanitarios, sufriendo además una sequía atroz sin que el Govern de Pere Aragonès tenga soluciones a corto plazo

En la medida que la amnistía, aunque sea inmoral, va a suponer un carpetazo a lo que queda del procés, dividiendo aún más a los independentistas, puede impulsar la victoria del PSC y convertir a Salvador Illa en el próximo president. Las encuestas detectan transferencia de voto nacionalista hacia los socialistas en busca de una mejor gestión de las cosas concretas. Ese escenario sería positivo, claro está, pues la mesa de la Generalitat con el Gobierno español ya no sería para plantear ninguna consulta, sino para participar, por ejemplo, en la reforma de la financiación con el resto de las autonomías. Pero es un error vender el oso antes de cazarlo, y por ahora ese gris queda un poco lejos.

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