El 20% de los docentes universitarios y la mitad de los catedráticos se jubilará en los próximos 10 años

Una profesora reparte un examen de acceso a la universidad en la UCM, a 4 de julio de 2023, en Madrid (España).
Una profesora reparte un examen de acceso a la universidad en la UCM, a 4 de julio de 2023, en Madrid (España).
Alberto Ortega / Europa Press
Una profesora reparte un examen de acceso a la universidad en la UCM, a 4 de julio de 2023, en Madrid (España).

La plantilla del cuerpo de personal docente e investigador (PDI) ha menguado considerablemente en los últimos años y se prevé que siga haciéndolo en el futuro si no se toman medidas al respecto. De los 21.400 profesores que hay actualmente en las universidades españolas, el 19,4% se habrá jubilado de aquí a 10 años, según advierte la Fundación CYD en su último informe anual. El mayor recorte lo sufrirá la plantilla de catedráticos por ser la más envejecida: la previsión es que en la próxima década se haya jubilado la mitad del cuerpo. Ante este pronóstico, la Fundación pide asegurar el relevo generacional del PDI y dotar de más autonomía a las universidades para flexibilizar sus políticas de atracción, retención y estabilización del personal docente. 

También se reducirá el cuerpo de funcionarios: un 32,8%, según el informe, que advierte de una "disminución continua" en la última década. Casi 8.000 menos que hace diez años, aunque ha aumentado el profesorado contratado en 12.506 personas, que en su mayoría son profesores asociados, trabajadores a tiempo parcial y temporales. Todo ello pese a que la última ley de universidades —la LOSU— dedica una parte de su articulado a solucionar el gran problema de inestabilidad de la carrera docente e investigadora. "Se contempla una reducción drástica de la temporalidad de los contratos, pero el sistema de momento no tiene los medios para conseguir pasar de cerca del 40% actual al 8% que la normativa establece", asevera el documento.

Para la Fundación, el sistema universitario español necesita un "relevante cambio generacional" a corto y largo plazo. Algo que —sostiene— puede acometerse convocando un mayor número de plazas, para lo que hace falta un aumento de la financiación. "Ahora bien, las perspectivas de estabilización en la carrera académica deben ser atractivas para atraer candidatos de calidad. La falta de 'cantera' es más que evidente, cuando las plazas en las categorías iniciales quedan todavía sin cubrir", precisa. 

Poco empleo entre los graduados superiores

El informe analiza también la situación de los graduados universitarios españoles. Según recuerda, España presentó en 2022 la segunda tasa de empleo más baja de la Unión Europea: el 83%, frente al 87,4% de la media comunitaria. Además, incide el documento, sacarse un título universitario sale mucho menos rentable en España que en el resto de países: la prima de ingresos asociada a ser graduado superior en la UE es un 11% más que en España. "Ante esta realidad, no es de extrañar que un número no despreciable de nuestros graduados decidan emprender su trayectoria profesional en otros países que ofrezcan mejores condiciones", subraya la Fundación CYD. 

La cifra tiene sentido, teniendo en cuenta que España tiene el mayor porcentaje de ocupados de 20 a 64 años con educación superior que trabajan en empleos considerados de baja cualificación: el 35,9%, frente al 22,2% de la UE. 

Desajustes con el mercado laboral

Otro "desajuste" entre las titulaciones que demanda el mercado laboral y las que ofrece el sistema educativo es el del porcentaje de titulados en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés). En España, menos de dos de cada diez titulados universitarios han estudiado una carrera de ese ámbito, frente al 25,1% de la UE. Además, solo en la última década han descendido un 43,6% el número de egresados que pertenecía a informática, ingeniería, industria y construcción (hasta el 3,3%). En contraposición, hay el doble de egresados en el ámbito de la educación que en la media europea, algo que no corresponde con las exigencias del sector. 

Para CYD, es urgente reducir esos desajustes entre oferta y demanda, "mejorando la orientación e informando sobre las perspectivas laborales". La Fundación asume que lo "deseable" es que un joven elija un grado según su motivación vocacional, pero, incide, esta debe estar fundamentada por una correcta orientación, "y la comparación con otros sistemas nos sugiere que la orientación es francamente mejorable". "Es responsabilidad del sistema informar, no solo de las características de la oferta formativa, sino también de las perspectivas laborables, para que se puedan tomar así decisiones fundamentadas", subraya el documento.

En ese sentido, la Fundación propone utilizar la Inteligencia Artificial (IA) para analizar el mercado laboral, las tendencias económicas, los avances tecnológicos y los cambios socioculturales, y así "adelantarse a las demandas del futuro". "Esto permitiría orientar a los graduados hacia áreas de alta demanda y con potencial de crecimiento", asegura.

Otra medida efectiva es la implantación de microcredenciales (formaciones para personas con algún título previo o con un mínimo de experiencia profesional), que ya contempla la nueva ley y que, sostiene, "podría ayudar a abordar las deficiencias de conocimientos de los graduados actuales en los casos en los que sea necesario, al proporcionar capacitación adicional en las áreas estratégicas identificadas.

El "efecto tijera" que mantiene la brecha de género

Otra de las prioridades marcadas por la Fundación CYD es la erradicación de la brecha de género desde una de sus raíces, que son las universidades. Hay una paradoja que se mantiene todavía en las facultades: ellas son la mayoría de tituladas en los grados (60,5%), en los másteres (57,2%) y la mitad de los egresados de doctorado. Se produce, sin embargo, lo que el informe denomina como el "efecto tijera": aunque titulan más mujeres que hombres, a medida que avanza la carrera académica, su presencia mengua. 

"Estos datos contrastan con unos indicadores de inserción laboral menos favorables, que parecen no mejorar sustantivamente con el paso de los años, especialmente en porcentaje de contratos indefinidos (13 puntos menos las mujeres que los hombres), trabajo a tiempo completo (11 por debajo), y en los ingresos derivados del trabajo a tiempo completo desempeñado (un 8% inferior)", indica el documento.

Además, su presencia está ligada a ámbitos de estudio como educación, salud y servicios sociales, y es considerablemente menor en ingeniería, industria y construcción e informática. Preferencias que, según CYD, "están vinculadas a estereotipos que se visualizan no solo en la universidad, sino en todas las etapas del sistema educativo".

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