Cuenta la leyenda que se cometen más crímenes en noches de luna llena. Como si el satélite fuese capaz de atraer la semilla del mal. Lo que cuenta la ciencia es que antiguamente esto sucedía, pero no por el magnetismo astral, sino porque en la Roma antigua no había electricidad, y se aprovechaba la claridad lunar para salir y beber más. Aumentaba, así, la criminalidad.
Sucedía bajo la luna llena, y sucede ahora en Navidad: se sale más, se bebe más. Puede que tanta lucecita nos termine por deslumbrar y el alcohol por cegar. Lo confirma la estadística: según un estudio de la Universidad de Arizona, aunque la tasa oscile por zona geográfica, se produce un repunte criminal durante estas fechas. La Universidad de Chicago incluso ha creado un algoritmo capaz de predecir la actividad delictiva, en base a patrones de tiempo y espacio.
Los delitos varían entre hurtos, robos, trifulcas y estafas. Pero también hay asesinatos. Aquí van cinco crímenes navideños de la crónica negra nacional. En todos se observa el factor de oportunidad ligado a la Navidad.
1. Los gemelos asesinados
Sucedió la noche del 24 de diciembre de 2004. La discusión comenzó en la bodega de El Altozano, en el madrileño barrio de Vallecas. Allí se encontraban dos hermanos, José María y Esteban, ambos albañiles del barrio. Otros dos hombres, suegro y yerno, comenzaron una discusión con los dos gemelos. Una vez fuera del bar, la disputa siguió. Y tanto se aceleró, que los hermanos acabaron cercados, luego en el suelo, brutalmente golpeados. Suegro y yerno los remataron, clavándoles a ambos un cuchillo en el corazón. Fueron condenados a 36 años. Hoy ya están en libertad.
2. El crimen de Almería
Se conocieron por Internet y empezaron una relación sentimental. Lo que no sabía Gema, que tenía un bebé de pocos meses, es que su nuevo novio le ocultaba su verdadera identidad. Tras un tiempo ella decidió dejar a “Juan”. A los pocos días, él, con el pretexto de querer regalarle un vestidito a la niña por Navidad, consiguió que se vieran otra vez. Tras subirse a su coche con la niña, Juan simuló un fallo en el motor. Le pidió a Gema que bajase a empujar el vehículo y, en ese momento, aceleró y raptó a su bebé. El cuerpo de la pequeña Miriam fue encontrado una semana después, metido en una bolsa con piedras. La golpeó, la asfixió, y la hundió en una balsa de riego. Cometió el crimen entre el 24 y el 25 de diciembre de 2012. Jonathan Moya fue condenado a 23 años de cárcel.
3. La cena de navidad de Citroën
Fueron los vecinos de la víctima, Ana, una joven de 25 años, quienes se toparon con su cadáver en el rellano. Le habían asestado 28 puñaladas. La noche del 22 de diciembre de 2016, en Vigo, se celebró otra típica cena navideña de empresa. La joven acudió al restaurante junto a sus compañeros de la filial de Citroën en la que trabajaban. El asesino también se encontraba entre los comensales: era su ex pareja y también compañero de trabajo. Tras terminar de cenar, ella regresó a casa sola. Pero él la siguió. Aprovechó la coyuntura y la mató. El Supremo condenó a César a 29 años de cárcel.
4. y 5. Dos asesinatos en Galicia a distancia de cinco días
El 19 de diciembre de 2008, María del Carmen fue estrangulada a manos de su pareja en Pontevedra. Lo hizo delante de sus seis hijos. Fue uno de ellos quien avisó a la policía. El padre intentó escapar. Solo cinco días después, en plena Nochebuena, la Guardia Civil se encontró, esta vez en Coruña, el cadáver de María. Su marido la había agredido con un martillo, también a su hija. Después del asesinato, el hombre se intentó suicidar.
Químicamente estamos más alterados. Pero ni es culpa de la luna, ni es culpa de la Navidad. Son nuestras propias circunstancia
Aumenta el machismo en Navidad. Diciembre de 2022 fue el mes con más asesinatos por violencia de género de todo el año. A punto de terminar el 2023, está por ver si la tendencia se repetirá.
La actividad policial crece en Nochebuena. Somos “más malos” por el evidente factor de oportunidad, pero también por la actividad cerebral. Se da un aumento de estímulos. El gentío por la calle, las tiendas abarrotadas, el asfixio económico, las comidas copiosas y la ingesta de alcohol. Añádanse compromisos varios, y familias variadas. Todo ello bombardea nuestro cerebro agudizando los niveles de estrés y ansiedad. Se desajusta el sistema límbico, los neurotransmisores se ven afectados, se libera más cortisol y se disparan endorfinas, serotonina y dopamina. Químicamente estamos más alterados. Pero ni es culpa de la luna, ni es culpa de la Navidad. Son nuestras propias circunstancias. La maldad es innata.
Biografía
Carmen Corazzini estudió periodismo y Comunicación Audiovisual. Se especializó con un máster en ‘Estudios Avanzados en Terrorismo: análisis y estrategias’ y otro en ‘Criminología, Victimología y Delincuencia’.
Comentarios