Más de 80.000 trabajadoras de educación infantil, llamadas a la segunda jornada de huelgas ante la precariedad del sector

Decenas de personas protestan durante una concentración contra el grupo de escuelas infantiles Kidsco, en la Puerta del Sol, a 21 de octubre de 2023, en Madrid (España).
Decenas de personas protestan durante una concentración contra el grupo de escuelas infantiles Kidsco, en la Puerta del Sol, a 21 de octubre de 2023, en Madrid (España).
Carlos Luján / Europa Press
Decenas de personas protestan durante una concentración contra el grupo de escuelas infantiles Kidsco, en la Puerta del Sol, a 21 de octubre de 2023, en Madrid (España).

Más de 80.000 trabajadoras del primer ciclo de Educación Infantil están llamadas a la huelga este miércoles 25 de octubre. Será la segunda jornada de las cuatro convocadas hasta mediados de noviembre para denunciar la precariedad que sufren las profesionales que se dedican a la educación de niños y niñas de 0 a 3 años. Los bajos salarios y un horario laboral sobrecargado son los dos puntos candentes que el sector pide modificar con urgencia en el nuevo convenio colectivo, en negociación desde hace ya dos años. 

"Desde el año 2021 no ha habido actualización de las tablas salariales. De hecho, ahora mismo un convenio colectivo consta un salario base de 1.028 euros, que está por debajo del SMI", subraya a 20minutos Pedro Ocaña, secretario de Privada y Servicios Socioeducativos de la Federación de Enseñanza de Comisiones Oberas (CC OO). El sindicato, que es el principal convocante de esta huelga de 24 horas, ya denunció hace una semana que, según la Carta Social Europea, el 90% de las trabajadoras del primer ciclo de Infantil pueden ser consideradas como pobres. Su salario, de hecho, ni siquiera alcanza el 60% del salario medio nacional. "Las retribuciones son muy bajas en comparación con otros sectores de la enseñanza, denuncia. 

A Virginia Mascaraque, una maestra de 36 años, esta situación le ha hecho replantearse buscar otros trabajos tras 15 años dedicándose a ello. "Es una pena, porque me encanta, pero mi vida está por delante", reconoce a este periódico. La primera etapa de Infantil, dice, "es como el patito feo de la educación". No cree que se le otorgue el valor que realmente tiene una labor que —recuerda— va más allá del cuidado de la higiene y la alimentación. "Nos ponen como personal esencial, pero luego no se valora como tal", lamenta.

"No te puedes despistar ni un segundo. Ni siquiera te da tiempo a ir al servicio"

El otro principal motivo de estas movilizaciones es la jornada laboral. Tanto las educadoras —que representan el 80% de las profesionales del primer ciclo de Infantil— como las maestras —el 10%— dedican la totalidad de su jornada a la atención directa de los menores. "No hay un tiempo para preparar clases, o para preparar programaciones o para realizar las tutorías. Y, por tanto, ese tiempo se lo tienen que traer del suyo personal, con lo cual acaba afectando a la conciliación de esas trabajadoras, de la vida familiar y personal de esas trabajadoras", incide Ocaña. 

Además, según cuenta Irene Rodera, una educadora infantil de 51 años, suelen estar saturadas en cada jornada. Ella trabaja 38 horas semanales, 8 horas al día, pero —cuenta— las altas ratios imposibilitan que puedan descansar ni un solo momento, más allá de la media hora que tienen para comer. "No te puedes despistar ni un segundo. Porque no son papeles, son niños, y ni siquiera te da tiempo de ir al servicio", explica. De media, en un aula de bebés de 0 a 1 años, suele haber ocho menores. 13 en el caso de las aulas de 1-2 años; y hasta 20 en las de niños de 2-3 años. 

"Es una carga demasiado grande, al final los niños no están atendidos como de verdad se merecen", coincide Sara Monterroso, trabajadora de una escuela de gestión indirecta de la Comunidad de Madrid. Además, añade, tienen también a muchos niños con necesidades educativas especiales. "Y no por ello tenemos más apoyo. Viene personal del equipo de atención temprana una o dos veces por semana como mucho. Y al final, cuantas menos personas hay, más peligro de que se puedan caer, de que haya algún mordisco más que otro.. porque al final es una situación que no puedes controlar", incide. 

"No son guarderías, son centros educativos"

El sindicato señala también un factor que, dicen, es crucial en esta disyuntiva: se trata de un sector altamente feminizado, pues el 95% de las profesionales son mujeres. "Hay una concepción amplia en la sociedad de que los niños los dejamos ahí para que los vigilen mientras las familias van a trabajar. Nosotros lo que reivindicamos es que se reconozca la dimensión educativa de esa etapa inicial", explica el secretario de privada y Servicios Socioeducativos de CC OO. 

Mientras esa concepción se mantenga, asegura, será muy complicado poder avanzar. "Para nada son guarderías ni jardines de infancia, son centros educativos. Y si el que paga no se cree que realmente es una etapa educativa y que hay que pagar de acuerdo a las tareas que realizan las trabajadoras, pues entonces es complicado", añade. "Se piensan que es solo limpiar culos y mocos, pero va más allá. Nos centramos también en optimizar todas sus fases de desarrollo, que son muchas", defiende Monterroso, de 36 años.

 "La neurociencia ha demostrado que los tres primeros años de todas las personas son en los que el cerebro desarrolla toda la capacidad de aprendizaje para toda la vida. Tenemos que dar un nivel más alto a la educación infantil. No somos solo un servicio de conciliación. Nos tienen como esclavas, y estamos educando", reivindica Rodera. 

"Lo que plantea la patronal no resuelve ninguno de los problemas del sector"

Su caso es paradigmático y especialmente grave, pues ella y sus compañeros llevan meses reivindicando algo básico: su nómina. Su escuela es de gestión indirecta (como el 70% de los centros de primer ciclo de infantil) por el grupo Kidsco y, denuncia, "estamos a día 23 y solo hemos cobrado 200 euros de la nómina de septiembre". Lo que reivindican, aparte de la mejora de sus condiciones, es que en el convenio que está negociándose ahora se incluya un control mucho más exhaustivo de estas empresas para que no se llegue a su situación. "Es muy importante porque es dinero público y nadie lo está controlando", asevera. 

El problema, explica Ocaña, viene de lejos. Ya en la negociación del convenio anterior, en 2019, CC OO se desmarcó del acuerdo por considerar que perpetuaba la precariedad de las condiciones laborales de las trabajadoras. "Y ahora está pasando exactamente lo mismo", sostiene Ocaña. 

"Desde hace un par de años hemos vuelto a la mesa de negociación para el siguiente convenio colectivo y no ha habido ningún tipo de avance. Supongo que las patronales están en esa pretensión de seguir con las mismas condiciones de 2019, condiciones de precariedad. Lo que plantean no resuelve ninguno de los problemas que hay en el sector y eso hemos decidido dar continuidad a los paros que ya habíamos empezado antes del verano", detalla. La próxima huelga está convocada para este miércoles, pero luego están previstas dos más al mes siguiente: el 8 y el 15 de noviembre. 

 

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