Domingo, 23 de julio. Ferraz, cuartel general de los socialistas. Son las ocho de la tarde, acaban de cerrar las urnas en toda España salvo en Canarias y llega la encuesta de GAD3: mayoría absoluta de PP y Vox. Pedro Sánchez ve desaparecer sus opciones de revalidar la Moncloa. Hay un pequeño déjà vu. Todo recuerda demasiado a la fatídica noche de las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo que provocó el adelanto electoral. Parece que puede cundir el desánimo. Sin embargo, los datos internos de los socialistas apuntan a lo contrario. Lo confirma uno de los ministros del Gobierno, que asegura que se fía más de lo que sabe que de la encuestadora de Narciso Michavila. Tenía razón. Esta es la intrahistoria de una noche que podía haber sido aciaga, pero terminó siendo una fiesta inesperada.
La expectación en el cuartel general de los socialistas era máxima. Abrieron sus puertas a la prensa a las seis y media de la tarde, una hora y media antes de que cerraran las urnas. En esos momentos, la cola que salía de la puerta era ya importante. Se agolpaban periodistas nacionales, pero también más de una decena de internacionales. La cita lo merecía. Parecían tranquilos los socialistas, pero no había mucho optimismo. De hecho, no se había preparado un escenario como el que sí que habían montado en Génova, donde la música empezó -y terminó- mucho antes.
"Vamos a esperar, vamos a esperar", decía cada persona a la que se le preguntaba por los resultados electorales. Menos ese ministro, que insistía. "Mis datos dicen que PP y Vox no suman", lanzaba. Vistas las expectativas -una mayoría absolutísima entre los de Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal-, ese escenario podía interpretarse como una victoria. Pero nadie quería levantar la liebre.
Al cierre de los colegios, era el turno de valorar la participación. Dejaron que Cuca Gamarra, secretaria general del PP, saliera antes. Lo hizo triunfante: "Se nos ha consultado quién queremos que sea nuestro próximo presidente y de manera clara y mayoritaria parece que la respuesta es Feijóo". Después, fue el turno de Pilar Alegría, la portavoz de los socialistas. "En estos momentos, cuando todavía no hemos empezado con el recuento oficial de las papeletas, el titular es 'máxima prudencia'", dijo con una media sonrisa. Nada que ver con la cara con la que compareció tras los comicios municipales.
Entonces, llegaron las nueve de la noche. Al cerrar los colegios electorales en las Islas Canarias, comenzaron a hacerse públicos los datos de escrutinio. Y empezaron con el PSOE superando al PP en escaños y en votos. Bastante por encima, incluso, de los 120 diputados que han acompañado a Pedro Sánchez durante esta legislatura. A las nueve y media de la noche, mientras el sol comenzaba a esconderse, la alegría empezaba a mostrarse en Ferraz.
"He visto a gente muy ceniza dar botes", decía otro trabajador a cargo del partido. A las diez, fuentes de la Ejecutiva Federal ya admitían que había una "buena sensación" en la planta noble. Es más, ese sentimiento venía de antes. Según un miembro de la dirección del partido, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) había realizado encuestas el jueves y el viernes que apuntaban a un escenario positivo para el PSOE.
Sánchez, por su parte, seguía sin aparecer por Ferraz. Su presencia allí se había comunicado horas antes. Se hizo de rogar el candidato a la reelección, cuyo coche terminó entrando en la sede del PSOE a las once menos cuarto de la noche, ya con el escrutinio muy avanzado. Los populares terminaron poniéndose por delante en número de votos cuando el escrutinio superaba el 80%. Poco podía cambiar ya: 136 asientos azules frente a 122 rojos. Los de Abascal cosechaban 33 y el Sumar de Yolanda Díaz, 31. Había opciones de reeditar el Gobierno y la derecha no sumaba, como había dicho ese ministro horas antes.
Los militantes empezaban a agolparse en la puerta de Ferraz -como ocurrió en 2019- y la Policía comenzó a hacer hueco en la calle. El presidente iba a salir a hablar. Montaron de forma exprés el escenario, cuyo ensamblaje terminó a la vez que finalizó el escrutinio. "¿Hablará?", preguntaban los periodistas sobre Sánchez. "Sí", decía el PSOE. Y salió, aunque antes hubo tiempo para música. La playlist comenzó con Perra, de Rigoberta Bandini, tras apropiarse el presidente del insulto 'Perro Sanxe'; continuó con Quédate, de Quevedo y Bizarrap; y siguió con Bizcochito, de Rosalía, como le apodaron en un programa de televisión. También sonó la sintonía de Verano Azul, el lema utilizado por el Partido Popular.
La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, llegó bailando a la puerta de la sede. Se juntó con Miquel Iceta, titular de Cultura y reconocido bailarín en mítines; con Reyes Maroto, otrora ministra de Industria y ahora portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid; o José Manuel Albares, responsable de Exteriores, entre otros.
"Gracias, de corazón. Hemos demostrado al mundo que somos una democracia fuerte y limpia. Hemos sacado más votos y más escaños", dijo Sánchez desde el escenario acompañado de su mujer, Begoña Gómez, la número dos del partido, María Jesús Montero, y la presidenta de la formación, Cristina Narbona. El presidente volvió a su despacho y la gente se quedó bailando. También alguno de sus asesores, que presumía de las siete vidas del 'Perro Sanxe', reconvertido entonces en 'gato Sánchez': "Nos daban por muertos, pero España ha votado a Perro". Y los militantes siguieron botando con Perra.
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