Aumentan los grandes incendios en España, pero baja la superficie de hectáreas quemadas

Evolución de los incendios en España
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Henar de Pedro
Evolución de los incendios en España

El número de hectáreas quemadas en incendios forestales está siendo menor en lo que llevamos de 2023 que el año pasado, aunque la tendencia en la última década está yendo en alza, según datos proporcionados por el Ministerio para la Transición Ecológica.  Estos datos son provisionales y recogen estadísticas hasta el 9 de julio, por lo que no se tiene en cuenta el reciente incendio de La Palma

La superficie forestal quemada en 2023 ronda las 59.568,76 hectáreas, bastante lejos de las 73.269,92 que ardieron en 2022. Sin embargo, los datos del Miteco muestran que en 2013, hace diez años, se quemaron solamente 12.559,95 hectáreas. Esto supone un incremento de un 474,27%.

Eduardo Rojas Briales, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, pone un asterisco a la interpretación de estos datos: "Hay que tener cuidado con las tendencias y datos, que pueden ser algo 'trampa' porque no permiten sacar conclusiones reales. Lo correcto es interpretar series de 5-10 años, no mirar año a año". 

El académico pone como ejemplo el año 2017, cuando se alcanzó una cifra entonces récord de 61.152,38 hectáreas quemadas. El año siguiente, en cambio, solamente ardieron 10.459,26.

Sin embargo, los datos todavía no son plenamente valorables. "Es muy pronto para evaluar la temporada", sostiene el profesor Rojas, "pero el verano está yendo bien. El verano pasado hubo una gran sequía, que este año ya no está tan presente. La mayoría de incendios forestales están siendo provocados por rayos, algo que no es tan frecuente otros años".

La mayoría de incendios forestales están siendo provocados por rayos, algo que no es tan frecuente otros años

La zona más afectada por los incendios forestales es el sector noroeste del país, según muestran los datos provisionales proporcionados por el Ministerio de Transición Ecológica: un 66,77% de las hectáreas quemadas en lo que llevamos de año han tenido lugar en Galicia, Asturias, Cantabria y el norte de Castilla y León. "Es bastante fácil de entender", explica Rojas. "En las zonas más lluviosas hay más vegetación, es decir, más hectáreas que se pueden quemar. Por mucho calor que haga en el Sáhara, no hay incendios porque no hay nada que arda".

Ourense es el claro ejemplo de este fenómeno; en invierno hay muchísimas precipitaciones, pero el clima seco y cálido en la época estival propicia la aparición del fuego.

La "paradoja de la extinción"

Emili Dalmau, sargento responsable de la Unidad de Bomberos GRAF de Cataluña, cree que el número de incendios "es estable", pero que sí "ha aumentado la violencia" de los mismos. Esto se debe a lo que llama la 'paradoja de la extinción': "Cuando un sistema de extinción está bien dotado y las políticas de prevención son eficientes, los incendios de poca intensidad se apagan bien, pero se modifica el régimen de fuegos. Se acumula más combustible en el bosque". 

Evolución de los incendios en España
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Henar de Pedro

De hecho, los datos del Ministerio de Transición Ecológica muestran a la perfección esta paradoja: en lo que llevamos de año, la cifra de grandes incendios (mayores de 500 hectáreas) se ha disparado: es de 15, a diferencia de los 12 de la totalidad de 2022, los 3 de 2020 o los 0 de 2018.

La dificultad llega porque algunos incendios se deberían apagar de forma natural, pero la alta eficiencia de los equipos de extinción provoca una alteración, agravada por el cambio climático. "Matamos las moscas a cañonazos", ironiza Dalmau, "lo que es un problema cuando el fuego es crítico".

¿Cómo se podría disminuir notablemente el número de incendios forestales? El sargento Dalmau identifica el problema y ofrece una posible solución: "Las políticas forestales están hechas desde una perspectiva metropolitana, hay que intentar volver a un concepto más rural".

Para combatir los grandes incendios forestales, Dalmau apuesta por el "modelo silvopastoral", una concepción del campo y los bosques no como un escenario turístico, sino también de producción. "Si dejáramos actuar a los fuegos naturales y a los grandes herbívoros, la situación se controlaría más. Un modelo más rural sería sostenible en el tiempo, hay que dejar a los agricultores gestionar", explica el sargento del GRAF.

A nivel político, Dalmau anima a las instituciones y las empresas a invertir no tanto en extinción sino en prevención. "Las inversiones en gestión forestal y en la economía local son claves. Hay que dejar pastar y usar la madera de nuestros montes", sentencia.

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