Gioachino Rossini, un músico entre fogones: pentagramas trufados y canelones musicales

Una escena de 'Il turco in Italia', de Rossini, en el Teatro Real
Una escena de 'Il turco in Italia', de Rossini, en el Teatro Real
Javier del Real
Una escena de 'Il turco in Italia', de Rossini, en el Teatro Real

Gioachino Rossini (Pésaro, 1792 - París, 1868) fue un compositor que dominó el universo de la ópera durante las primeras décadas del siglo XIX, logrando tremendos éxitos como El Barbero de Sevilla, La Italiana en Argel y La Cenicienta. Fueron un total de 39 óperas las que compuso hasta alcanzar la cima en el estilo cómico, denominado bufo en italiano, caracterizado por tratar temas ligeros o populares y emplear recitativos amplios que permitían al público general seguir con facilidad los argumentos.

La vida de Rossini tuvo una particularidad muy desconcertante, ya que sorpresivamente abandonó la composición cuando contaba 37 años de edad y sólo regresó a ella en contadas ocasiones. Las razones de este retiro de la vida artística son hoy en día controvertidas, pero el propio Rossini apuntó a Wagner, en una famosa conversación, que después de trabajar como un forzado durante quince años tenía derecho a descansar. Además mencionó la decadencia del canto que supuso la desaparición de los 'castrati' -cantantes castrados desde niños para mantener su voz infantil-, sobre todo en su labor como profesores de música.

En cualquier caso, esta decisión le permitió vivir con mayor holgura económica y tiempo libre que un prejubilado de Telefónica y darse a la vida placentera, al parecer siempre marcada por un gusto exquisito en lo culinario. De hecho, su apellido aparece en muchos platos de la cocina italiana y francesa, y por algo será.

Caricatura de Rossini preparando una receta en su cocina
Caricatura de Rossini preparando una receta en su cocina
Étienne Carjat

Como ejemplo valga el exquisito Tournedos Rossini, una receta fastuosa que combina solomillo de ternera con trufas y foie. La leyenda nos traslada que el compositor solicitó al cocinero de un restaurante parisino componer el plato en la propia sala, y para mantener de algún modo el secreto de su maestría le sugirió hacerlo de espaldas a los comensales: "Eh bien, faites-le tourner de l'autre côté, tournez-moi le dos" (Pues bien, hágalo vuelto hacia el otro lado, de espaldas). Y de ahí nació el nombre del Tournedos. Aquí dejo un video con una preparación de auténtico lujo de este mítico plato, por un cocinero de los que atesoran estrellas Michelin.

 

Abundando en esa tendencia a disfrutar de los placeres e incurrir en cierta pereza, atribuible por algunos a Rossini, cuando el compositor se hallaba afrontando el encargo de la ópera Otello, en la residencia del empresario napolitano Francesco Barbaria, los manjares allí servidos y el lujo que se respiraba parecían demorar la consecución de la partitura. Ante esa desidia, se comenta que le recluyeron y sometieron a un régimen estricto de pasta hervida con agua y sal, para ver si se animaba a avanzar con decisión de una vez. Los pentagramas fueron surgiendo, ahora sí rápidamente, con el único propósito de regresar a las sustanciosas viandas acostumbradas.

Hombre de habilidades sociales y trato afable, Rossini organizaba exclusivas cenas en su domicilio parisino donde daba rienda suelta a sus intereses gastronómicos. Famosos eran los canelloni que allí se servían, al parecer rellenos de foie y carne de pollo, con una salsa de trufas, elemento que nunca faltaba en sus fogones preferidos. Alexandre Dumas, quien se preciaba de su amistad, describe en su libro Una cena en casa de Rossini una velada en un gran salón con techos pintados al fresco, alrededor de una larga mesa cubierta de flores y fruta escarchada. Allí se servía el famoso 'stuffato', una receta italiana clásica que constituía el plato central de la noche. 

Rossini falleció en París a los 66 años de edad y en su testamento hubo un apartado específico para sus utensilios de cocina, entre los que se encontraba una jeringa especial que empleaba para trufar macarrones.  Gracias a sus ahorros también se financiaron un Liceo en su ciudad natal de Pésaro y un asilo para cantantes jubilados en París.

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