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La selección y preparación de un perro de terapia: "La mayor parte de las pruebas evalúan el temperamento del perro"

Un perro de terapia se deja acariciar durante una sesión organizada por la Cátedra Animales y Sociedad y Perruneando
Un perro de terapia se deja acariciar durante una sesión organizada por la Cátedra Animales y Sociedad y Perruneando
Cátedra Animales y Sociedad de la URJC
Un perro de terapia se deja acariciar durante una sesión organizada por la Cátedra Animales y Sociedad y Perruneando

Los perros se han convertido en un pilar de nuestra sociedad. Cada vez son más las familias que comparten la vida con un compañero de cuatro patas y también cada vez es más habitual verlos presenten en diferentes aspectos de nuestras rutinas, como perros guía, perros señal o perros de terapia. Pero, ¿cómo llegan a estas posiciones?

De ser útiles para el pastoreo o para hacernos compañía, los perros han ido adaptándose y aprendiendo de la convivencia con las personas y, a día de hoy, son capaces de ayudarnos a conseguir metas extraordinarias. No obstante, el proceso no es sencillo.

"Es habitual que a los formadores nos interroguen con preguntas similares a '¿cualquier perro vale? ¿Debe ser de una raza específica? ¿Con qué edad pueden comenzar a trabajar? ¿Son válidos los perros procedentes de refugio?", afirma David Ordóñez, fundador y CEO de Perruneando España, quién añade que hablar sobre la selección y formación de un perro de terapia es complicado.

Para saber sobre cómo entrenar o cómo seleccionar un perro, Ordóñez asegura que "lo fundamental es saber de perros". "Cuanto más sepamos sobre la etología de este maravilloso animal, sobre sus capacidades cognitivas y emocionales, relacionadas con el aprendizaje y sus procesos asociados, así como su desarrollo neurológico; mejor respuesta seremos capaces de dar a nuestra necesidad de selección y formación", detalla.

Por qué los perros y no otros animales

Aunque a día de hoy cada vez es más habitual que hablemos de terapias asistidas con animales y podamos incluir en este saco a gatos, caballos e incluso reptiles, los perros fueron los primeros animales en dedicarse a realizar estas intervenciones.

"Damos por hecho que un perro es un buen animal para introducir en un aula de un colegio de infantil y primaria, en un ala de un hospital pediátrico o en un centro ocupacional, pero, ¿por qué?", se pregunta Ordoñez. "No hay un estudio que relaciones características naturales de esta especie con la idoneidad para el trabajo en Intervenciones Asistidas con Animales (IAA), pero sí podemos relacionar información que puede llevarnos a pensar eso".

El formador de Perruneando explica que "el perro es capaz de entablar relaciones sociales con individuos de su misma especia y con los de otra. Esta inteligencia social que poseen es la que nos ayuda a entender la idoneidad de los perros como animales de terapia, su aptitud de comportarse de forma inteligente en las relaciones".

Damos por hecho que un perro es un buen animal para introducir en un aula de un colegio pero, ¿por qué?

"También su capacidad de aprendizaje", añade. "Diferentes estudios han determinado que los perros tienen la capacidad de seguir señales deísticas y descifrar la intención comunicativa, o de adquirir habilidades sociales derivadas de la interacción con los humanos, entre otros".

Los estudios realizados hasta la fecha apuntan a multitud de factores que convierten a los perros en los animales perfectos para encargarse de esta tarea de asistencia pero, sabiendo esto, ¿cómo se escogen los perros de IAA?

Preselección, entrenamientos y evaluación

"No existen modelos de selección testados científicamente, al menos, no de una manera integral", explica Ordoñez. "Podemos encontrar pruebas de evaluación, pero no hablan de cómo realizar la selección y el entrenamiento, sino que finalmente testan a los posibles candidatos a perro de terapia".

Desde Perruneando, la selección y entrenamiento de un perro se divide en cuatro fases: preselección, entrenamiento previo, evaluación y entrenamiento específico. 

La preselección es la fase del trabajo en la que se determina el potencial de un individuo como posible candidato a perro de terapia. "El trabajo que se espera de ellos implica un buen estado físico, niveles de concentración medios y altos, saber gestionar situaciones a nivel emocional en cuanto a entornos y personas, establecer relaciones positivas con multitud de extraños...", añade el experto.

"Aquí debemos elegir si queremos introducir en el equipo un cachorro o un adulto, con sus ventajas e inconvenientes, en ambos casos", detalla. "En cuanto a la raza, es totalmente irrelevante cuando nos decantemos por perros mayores de 2 años y puede tener cierta influencia cuando hablamos de cachorros".

Una vez tenemos seleccionados a los potenciales perros de terapia, llegamos a la fase de entrenamiento previo. "Al igual que nos preparamos nosotros para afrontar un examen estudiando o practicando las habilidades de las cuales nos van a examinar; al perro también tenemos que prepararlo para que pueda afrontar con mayores garantías de éxito la posterior evaluación", explica Ordóñez.

"A grandes rasgos, la mayor parte de las pruebas suelen evaluar cuestiones relativas al temperamento del perro frente a otros individuos de su propia especie y, obviamente, con humanos", aclara. "También suelen evaluar las capacidades y aptitudes en cuanto a aprendizaje de conductas (adiestrabilidad), y suelen plantear diferentes situaciones que tiene que ver con la aparición de personas no conocidas, la simulación de situaciones estresantes y similares a las que se dan en un contexto de Intervenciones Asistidas".

Piruleta, de Perruneando, durante una intervención en el Hospital Axarquía de Málaga.
Piruleta, de Perruneando, durante una intervención en el Hospital Axarquía de Málaga.
CÁTEDRA ANIMALES Y SOCIEDAD

Además, algo que también debemos entrenar durante esta fase y que tiene una importancia vital es el manejo y guía del perro, gracias a un código de comunicación que nos permita el entendimiento entre el tutor del animal y el propio peludo. 

Una vez consideramos que el perro está preparado para la evaluación, se le somete a la misma. "En ningún caso debe ser traumática para el perro y la no superación de una prueba no es eliminatoria, se pueden reentrenar conducta y reevaluar pasado un tiempo", explica Ordóñez.

"Estos tests procurarán evaluar al perro en las diferentes facetas dentro del trabajo de intervenciones asistidas con animales y siempre se realizarán en el entorno de los 18 meses y no antes, por las cuestiones relativas a cambios en el comportamiento que pudieran aparecer derivados de la propia madurez del individuo", advierte.

Si el perro supera la evaluación, es cuando empezará el entrenamiento específico, la formación final de los peludos para convertirse en perros de terapia. "En esta fase debemos insistir en la importancia del vínculo entre el guía y el futuro perro de terapia", cuenta Ordóñez. "La finalidad es preparar al perro para hacerlo competente en el trabajo de IAA".

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