Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

La carrera de las empresas, tela (fluorescente) marinera

El equipo se motiva para la carrera del fin de semana.
El equipo se motiva para la carrera del fin de semana.
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El equipo se motiva para la carrera del fin de semana.

Hemos observado con atención a los corredores sobrevenidos, deportistas tardíos, amojamados, cuentacalorías de manual y otras especies. Hemos colocado también en nuestra particular placa de Petri a ciertos empresarios y trabajadores amantes del brainestorbing, la transformación digital, el madrugón, el estoicismo, las sinergias, la marca personal y el tres sesenta. Pero siempre hay un giro de guion, una vuelta más de tuerca, algo insospechado que nos hace disfrutar del paisaje todavía más.

El costumbrismo digital da para mucho y también da para hacer combinaciones especialmente interesantes. La carrera de las empresas es, quizá, la mezcla perfecta donde el ser humano contemporáneo muestra con perfección vital extrema su capacidad de deslizarse por el plano resbaladizo y en ligera pendiente hacia abajo de la superficialidad y el gregarismo.

La carrera de las empresas es, quizá, la mezcla perfecta donde el ser humano contemporáneo muestra con perfección vital extrema su capacidad de deslizarse por el plano resbaladizo

Hacer el monguer corporativo una vez al año no es suficiente. Hay que compartir planes con esa otra familia que son los compañeros de trabajo. No existe una idea mejor que preparar todos juntos la carrera de las empresas, donde grupos de trabajadores de las mismas compañías ocupan el espacio público un día de fiesta disfrazados con camisetas de colores chillones en las que puede verse el logotipo de su empresa.

Lo importante no suele ser ganar. Lo fundamental suele ser llegar a la meta, estar ahí, hacer algo de networking como un grupo de alcohólicos anónimos, aumentar los argumentos para la soflama del equipo y tener algo que contar el lunes cuando se regresa al trabajo. Lo importante es también, no nos engañemos, hacer muchas fotos, tener imágenes para compartir y para colocar en las redes sociales laborales para que se vea durante toda la semana cómo sujetas una bolsa-mochila que lleva dentro una manzana y un botellín de agua.

Hay una película de 1990 que se titula Monjas a la carrera. Una joya. Se la recomiendo. Puede ser una parábola involuntaria de la carrera de las empresas. Dos desgraciados quieren dejar de trabajar para la mafia y, tras las inevitables amenazas de muerte, se infiltran en un convento disfrazados de monjas. Están toda la película corriendo de aquí para allá, huyendo de su destino. Y al final, el destino se impone. El año que viene hay que bajar marca y ganar a los de Plásticos Manolo. ¡Volveremos!

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