Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Otro congreso más sobre transformación digital

La transformación digital, un estribillo muy pegadizo
La transformación digital, un estribillo muy pegadizo
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La transformación digital, un estribillo muy pegadizo

Otro congreso más, otra conferencia más, otra mañana más perdida en hablar sobre la transformación digital. Menos mal que me he zampado tres cruasanes, me he bebido un par de litros de zumo de naranja natural y he conocido a dos azafatas muy simpáticas que me han dado conversación como si les importase algo. Este tipo de convenciones suelen tener una euforia falsa y un ambiente algo desinhibido de bar con música de la Década Prodigiosa, como si la acreditación que la gente se cuelga del cuello -ese cencerro plano de dos palmos que estropea cualquier traje- te diera derecho a dar la brasa a cualquiera.

Lo llamo el efecto “tubería rota”. Si se rompe una tubería en tu calle, la incomodidad, la originalidad de la situación y la necesidad de adaptación a los problemas son factores que consiguen que la enorme distancia que existe entre las personas se rompa. Con una tubería rota en tu calle es muy probable que hables con mucha más gente que en un día normal. En este tipo de congresos sobre algo tan amplio, en el que a nadie le importa nada, solo ver y ser visto, es mucho más fácil iniciar conversaciones, romper hielos y hacer el idiota sin miedo a las consecuencias.

Un congreso sobre transformación digital en el que haya que ir vestidos de medievales y hacer las ponencias cantando sí que sería algo digno de atención.

La transformación digital lleva ya mucho tiempo en marcha. La expresión es antigua, casi una momia semántica, pero parece que a nadie le importa. Escuchar ponencias, conferencias y mesas redondas -que casi nunca son mesas y nunca son redondas- no nos lleva ya a ningún sitio. Es cuestión de actuar porque parece que no nos hemos dado cuenta de que el mundo va ya dos o quizá tres pasos por delante de esta transformación. Como en el juego del escondite: el que no se ha escondido, tiempo ha tenido y el que no se ha transformado, su tiempo ha malgastado.

Es una realidad que los congresos sobre transformación digital se siguen sucediendo a lo largo y ancho de nuestra geografía. Repetitivos como los musicales en los que siempre sucede lo mismo, son una actuación, unas vacaciones disimuladas, una visita cultural para adultos, un lugar donde robar bolis y conocer gente para la colección de cromos del LinkedIn.

Hay un congreso de transformación digital de Alcorcón y eso quiere decir que hay cientos de congresos programados sobre esta materia en muchos lugares. Hagan la búsqueda. Quizá alguien se esté forrando con esto, como el listo que inventó el mercado medieval y lo lleva de ciudad en ciudad diciendo que, mire usted, aquí hubo unos templarios y el que diga lo contrario es intolerante, insolidario y facha. Quizá sea el mismo ideólogo, quizá sea un genio al que le da igual arre que so y que nos saca los cuartos con profesionalidad.

Un congreso sobre transformación digital en el que haya que ir vestidos de medievales y hacer las ponencias cantando sí que sería algo digno de atención. Pero creo que andamos lejos de juntar tanta genialidad. En fin, me meto a la siguiente ponencia, que la da un tipo que me cae bien. La he visto en Youtube, seguro que dice lo mismo, pero es lo que hay. Miraré el móvil y pasaré el rato lo mejor que pueda. Me siento transformado. 

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