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Campamento de verano para niños con necesidades especiales: "Siguen trabajando mientras disfrutan en un entorno seguro"

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Así fue el Campamento terapéutico del verano de 2022
FUNDACIÓN QUERER

Tras finalizar el segundo trimestre escolar, niños y adolescentes inician sus vacaciones de Semana Santa. Apenas diez días de descanso antes de encarar el último tramo del curso en los que muchos padres de niños con discapacidad ponen ya su vista en el no tan remoto largo periodo vacacional de verano. ¿Es positivo que realicen un parón tan largo? ¿Deben seguir trabajando o es mejor descasar? ¿Qué opciones existen adaptadas a ellos?, son algunas de las preguntas que pueden hacerse.

Descansar es necesario, pero, para niños con discapacidad intelectual, parar completamente durante más de dos meses puede suponer un perjuicio en su desarrollo y aprendizaje. "Puesto que se trata de un período de vacaciones, es positivo que tengan tiempo para descansar y relajarse, pero siempre manteniendo cierta estructura durante las vacaciones, en las que también es bueno que realicen actividades que les permitan conservar el nivel en todas las habilidades adquiridas o entrenadas durante el curso", asegura Sara Herrero, neuropsicóloga y responsable del Gabinete multidisciplinar de la Fundación Querer.

Para estos niños, será importante mantener ciertas rutinas y horarios, aunque, en verano, explica Herrero, "pueden ser más flexibles que los que tenemos durante el curso". Durante este periodo de tiempo, por tanto, será positivo "seguir realizando actividades que permitan dar continuidad al desarrollo de sus capacidades, pero éstas pueden ser más divertidas e interesantes y estar enfocadas desde el juego".

Actividades para niños con dificultades de aprendizaje

En este sentido, la Fundación Querer organiza cada año un Campamento terapéutico de verano, dirigido a niños con dificultades de aprendizaje, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), Trastorno del Espectro Autista (TEA), retraso madurativo etc., de entre 6 y 16 años. Durante el mes de julio, los niños realizan, en grupos muy reducidos, actividades lúdicas y terapias con atención adaptada e individualizada.

"Un campamento de verano puede ser una experiencia muy positiva para niños con discapacidad, ya que les brinda la oportunidad de participar en actividades sociales y de continuar con la estimulación de las diferentes capacidades implicadas en su desarrollo, dentro de un enfoque en el que prima la diversión y ocio, a diferencia de cómo suelen trabajarlas durante el curso escolar", asegura Herrero.

Varios niños pintando durante una actividad del campamento de verano
Varios niños pintando durante una actividad del campamento de verano
FUNDACION QUERER

Además, destaca la neuropsicóloga, este campamento terapéutico "está diseñado específicamente para poder atender y adaptar las actividades a las diferentes capacidades de los niños que acudan a él, de manera que todos puedan disfrutar de una experiencia positiva dentro de un ambiente seguro".

Entrenamiento de habilidades cognitivas y sociales

El campamento desarrolla actividades para estimular a estos niños a nivel cognitivo, físico y social. "A través de actividades lúdicas y juegos, entrenarán diferentes capacidades cognitivas como la atención, la concentración, la memoria; habilidades del lenguaje como la lectura y la escritura o habilidades comunicativas", explica Herrero. Trabajar la lectoescritura, reconoce, les supone un importante esfuerzo, pero es importante seguir reforzándola durante el periodo vacacional para que estén mejor preparados para enfrentarse al nuevo curso. No obstante, para ponérselo un poco más fácil, se trabaja por medio de cuentacuentos, poesías, cómics, chistes, adivinanzas o juegos de palabras... etc.

Resulta poco común que se realicen actividades adaptadas que mantengan un enfoque totalmente lúdico, sin perder el enfoque terapéutico

Además, a nivel motor, a través del deporte y de otras actividades más específicas, trabajan tanto la motricidad gruesa, que implica la coordinación y el equilibrio, como la motricidad fina. Es una oportunidad también para "desarrollar estrategias que nos ayuden a autorregularnos y, sobre todo, nos permite liberar endorfinas. Esto nos proporciona sentimientos de bienestar y hace que nos convirtamos en personas más plenas y felices", apunta Herrero.

Los niños que acuden al campamento de verano de la Fundación Querer trabajan constantemente sus habilidades sociales y otras áreas muy importantes para su bienestar, como son la creatividad y el inglés. 'El Cole de Celia y Pepe', colegio de educación especial de la entidad, lleva a cabo una novedosa metodología de aprendizaje de un segundo idioma, que se extiende para los más mayores, aunque de forma más lúdica, durante el mes de julio. El último día de la semana, además, se realizan juegos y manualidades, todos en inglés.

En verano, la piscina se convierte en uno de los principales atractivos del campamento para los niños, quienes coinciden en que las clases de natación son su actividad favorita. "Junto a monitores, disfrutan de actividades en la piscina para aprender o perfeccionar su técnica de natación", cuenta Herrero. Además, los padres agradecen que sus hijos aprendan a nadar antes de disfrutar de sus vacaciones de verano. Es el caso de Sher, madre de Yago, niño de cuatro años con trastorno del lenguaje: "Vi una evolución en él en tan solo tres semanas fascinante, sobre todo en natación. Mi hijo tenía un poco de miedo al agua, no sumergía la cabeza, ya la sumerge".

Debido al éxito del campamento de verano del año pasado, la neuropsicóloga explica que la Fundación Querer mantendrá este año "tanto la estructura, como el formato de las actividades". No obstante, subraya, "variaremos el contenido de las actividades para que a los niños que ya vinieron el año pasado les resulte igual de novedoso y motivante que a los que vienen por primera vez". Este año, además, incluirán una actividad de música y movimiento: "Está demostrado el impacto positivo sobre áreas como la creatividad, la expresividad emocional y corporal o mejora del estado de ánimo".

Profesionales especializados y terapeutas sombra

A diferencia de lo que sucede con campamentos para niños neurotípicos, las actividades del campamento de la Fundación Querer no las imparten monitores de ocio y tiempo libre, sino profesionales (psicólogos, logopedas, profesores de educación especial, terapeutas ocupacionales, etc) cualificados y especializados en el trabajo con niños con dificultades de aprendizaje y una larga experiencia en su intervención.

Todos los campamentos en los que habíamos estado dicen que son adaptados o que tienen alguna persona experta y luego realmente no es así

La atención está, por tanto, adaptada a las necesidades de cada niño, con distintos trastornos o enfermedades: "Resulta menos común de lo deseable el hecho de que se realicen actividades adaptadas a las necesidades de los niños con dificultades que mantengan un enfoque totalmente lúdico, pero sin perder de vista el enfoque terapéutico. Nos adaptamos al nivel del grupo y a las características del niño para darle una atención personalizada en grupos muy reducidos, con un terapeuta por cada tres niños".

Una adaptación que, según explica Verónica, madre de Guillermo, un niño de 7 años con Trastorno del Espectro Autista (TEA), no es fácil de encontrar: "Todos los campamentos en los que habíamos estado dicen que son adaptados o que tienen alguna persona experta y luego realmente no es así. Nuestra experiencia fue buenísima el año pasado, Guillermo todos los días llegaba contento. Uno de los primeros días llegó diciéndome que había sido 'un día genial' y para mí, cuando dice eso, significa mucho".

Actividad de tintado de camisetas en el campamento de verano
Actividad de tintado de camisetas en el campamento de verano
FUNDACION QUERER

Asimismo, al igual que en la edición anterior, la Fundación Querer incorpora la figura del terapeuta sombra, un profesor, psicólogo o terapeuta ocupacional, dependiendo del perfil del niño, "para aquellos niños que, dada su condición, requieran de un apoyo continuo durante el desarrollo de las actividades del campamento, ya que intermedia entre él y su aprendizaje y lo acompaña en sus actividades durante todo el día", explica Herrero.

Un recurso que acompañó el año pasado a Eric, un niño de 5 años con TEA. "Pedimos la ayuda de un terapeuta para que apoyara a nuestro hijo y pudiera hacer las actividades del campamento mejor con los demás niños, más adaptadas", aseguran sus padres, quienes viajaron desde Murcia solo para acudir a este campamento. Según esta familia, la evolución del niño fue evidente después de esas semanas: "Le vimos mejor en casa, en las órdenes y mejoró mucho la atención".

Compartir espacio con iguales

Los campamentos terapéuticos de verano son una buena forma de mantener la rutina en un contexto distinto al habitual, algo muy importante en niños con discapacidad. "Proporciona estructura y estabilidad, que ayuda a reducir el estrés y la ansiedad en los niños. Además, la presencia de rutinas ya establecidas y de nuevas rutinas que podrán conocer dentro del campamento influye positivamente sobre la confianza, la autoestima y el desarrollo de autonomía del pequeño".

Precisamente, el beneficio a nivel emocional es uno de los aspectos que la neuropsicóloga destaca de este tipo de campamentos: "Acudir a un ambiente estructurado que cuenta con profesionales especializados en el que van a pasárselo bien, incide sobre su autoestima y confianza, ya que durante las actividades planteadas se enfrentan a desafíos ajustados a su capacidad, reduciendo así posibles sentimientos de frustración".

Al estar rodeados de niños que también tienen discapacidad o dificultades similares a las suyas, pueden sentirse menos aislados y más comprendidos

Además, los niños se encuentran en un ambiente entre iguales, ya que comparten espacio con niños de similares características, algo muy positivo para la neuropsicóloga: "Les proporciona una sensación de pertenencia y de normalización. Al estar rodeados de niños que también tienen discapacidad o dificultades similares a las suyas, pueden sentirse menos aislados y más comprendidos. De nuevo, se podrán generar sentimientos de pertenencia al grupo que son tan importantes durante el desarrollo infantil y que impactan positivamente sobre su autoestima".

Por esta razón, muchos niños escolarizados en educación ordinaria aprovechan el campamento de verano para relacionarse con niños con sus mismas patologías. Este es el caso de Gabi, de 7 años, quien va a un colegio de educación ordinaria y ha acudido en dos ocasiones a este campamento. "Me encanta a nivel de compañeros. En su colegio tiene compañeros de necesidades educativas especiales, pero la mayoría no las tienen y el hecho de venir aquí y compartir actividades con niños de características especiales como ella a mí me encanta", asegura su madre.

Se enfrentan a desafíos ajustados a su capacidad, reduciendo así posibles sentimientos de frustración

Beneficioso también para las familias

Cada vez hay mayor demanda de este tipo de campamentos, cuenta Herrero, "debido a los beneficios que tienen para los niños". "Como las actividades que planteamos para el campamento están diseñadas dentro de un entorno seguro que les permita seguir trabajando habilidades mientras disfrutan, la acogida es muy buena. También, el hecho de contar con profesionales especializados favorece la tranquilidad de las familias y reduce su estrés", añade.

La organización de este tipo de iniciativas facilita también la conciliación familiar y laboral en un mes en el que muchos padres todavía trabajan. "En algunos casos puede implicar un respiro para sus cuidadores principales, pudiendo disfrutar de tiempo libre para ellos o servirles como una fuente de recursos y herramientas que les inspire para poder compartir momentos con sus hijos, bajo la tranquilidad de que lo que se hace en el campamento es lo adecuado para ellos", señala Herrero.

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