Juan Carlos Blanco Periodista y consultor de comunicación
OPINIÓN

¿Pero de qué moción de censura me está usted hablando?

El profesor Ramón Tamames (i), sentado junto al líder de Vox, Santiago Abascal (d), interviene durante la segunda y última jornada del debate de la moción de censura que impulsa Vox, con Ramón Tamames de candidato, contra el Gobierno del socialista Pedro Sánchez, este miércoles 22 de marzo de 2023, en el Congreso de los Diputados.
El profesor Ramón Tamames (i), sentado junto al líder de Vox, Santiago Abascal (d), interviene durante la segunda y última jornada del debate de la moción de censura que impulsa Vox, con Ramón Tamames de candidato, contra el Gobierno del socialista Pedro Sánchez, este miércoles 22 de marzo de 2023, en el Congreso de los Diputados.
EFE
El profesor Ramón Tamames (i), sentado junto al líder de Vox, Santiago Abascal (d), interviene durante la segunda y última jornada del debate de la moción de censura que impulsa Vox, con Ramón Tamames de candidato, contra el Gobierno del socialista Pedro Sánchez, este miércoles 22 de marzo de 2023, en el Congreso de los Diputados.

Hace mucho tiempo, hubo en este país una moción de censura en la que un partido muy conservador presentó como candidato a presidente del Gobierno a un nonagenario que en su juventud estuvo en las cárceles franquistas por comunista y en la que el que más se alegró de la moción fue el ‘mocionado’, el que era entonces presidente del Gobierno.

Pero, como digo, eso fue en un tiempo muy muy lejano. Desde entonces, ha dimitido la directora de la Guardia Civil; nos hemos enterado por Otegi de que el Gobierno ha culminado en silencio el acercamiento de los presos etarras al País Vasco; ya tenemos los primeros incendios voraces de este verano anticipado por gentileza del cambio climático; la Airef que presidía el señor Escrivá ha criticado la reforma de las pensiones del ministro Escrivá; Feijóo ha posado para un periódico como si fuera el galán maduro de una película alemana de sobremesa de Antena 3, Pablo Iglesias sigue haciéndole la vida imposible a Yolanda Díaz y el presidente Sánchez ha cambiado a dos ministras por dos ministros entre viaje y viaje.

El centrifugado en el que vivimos no espera a nadie. Lo que se vivió ayer es historia. Lo que se vivió la semana pasada, un episodio del Paleolítico del que ya apenas queda rastro. Y lo que vivimos a todas horas es una fiebre electoral que se ha cronificado: siempre hay unas urnas esperando a la vuelta de la esquina y lo único que importa es salir bien en el siguiente telediario y en la siguiente encuesta.

Asumo que son tiempos de vivir la política como conduce cada domingo Fernando Alonso o como Gerard Piqué lleva su vida. Pero eso no significa que piense que debemos resignarnos. El debate político no es un bailecito de TikTok ni una sucesión de declaraciones hiperbólicas. Es mucho más, aunque sus protagonistas lo hayan convertido todo en un talent show de usar y tirar. Y el día en el que lo recordemos y en el que vayamos recobrando la memoria más reciente, empezará a irnos mejor.

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