El pasado miércoles, Algeciras se tiñó de negro cuando Yassin Kanjaa, ataviado de negro y con un machete en mano, decidió acabar con la vida del sacristán de la Iglesia de Nuestra Señora de la Palma y dejar gravemente herido al párroco de la parroquia de San Isidro al grito de "muerte a los cristianos" y "Alá es grande".

Las autoridades investigan la posible radicalización de Yassin, que llegó a España durante el verano de 2022 y, tras una detención, la Policía comprobó que no contaba con la documentación necesaria para residir en nuestro país, por lo que se puso en marcha una orden de expulsión a Marruecos.

Este viernes, un equipo de Espejo Público ha podido hablar con los compañeros del piso okupa en el que vivía Yassin, quienes le definen como un chico normal que se reía, era educado y hablaba con sus amigos. Pese a esto, los jóvenes han advertido que, en los últimos meses, su comportamiento había cambiado: "Últimamente había tenido un cambio y nadie sabe por qué. Cuando veía a alguien fumando le decía que estaba prohibido y Dios le iba a castigar. Decía que también estaba prohibido usar ropa de marca".

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De la misma manera, los compañeros han apuntado que si alguien acudía al piso a beber alcohol, no le dejaba entrar en la casa y, aunque en un principio lo hacía de manera más suave, en las últimas semanas ya lo hacía de forma agresiva: "Dormía con el machete debajo de su cama y tenía un hacha guardado en el techo".

Tal como han relatado, cuando Yassin llegó a la casa acompañado por la Policía, lo hizo sonriendo, contento y feliz de lo que había hecho. Ninguno de ellos entiende el motivo de su actuación ni si hay un grupo de radicalización detrás de su comportamiento. Sin embargo, hay algo que tienen claro: "Yo no le veo un niño para que le coman el coco. Él sabe que matar está totalmente prohibido".