Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

La casta siempre gana

La casta gana y convierte la democracia en un casino trucado.
La casta gana y convierte la democracia en un casino trucado.
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La casta gana y convierte la democracia en un casino trucado.

La banca siempre gana y la casta también. Estamos viviendo una tragedia con estructura narrativa clásica. El planteamiento fue el 15M, en el año 2011. El nudo ha durado unos once años y ha tenido de todo. Parece que el desenlace ha llegado ya. La casta gana y de casta le viene al galgo ser rabilargo. La casta lo va fagocitando todo, asimila, traga, incorpora y hace suyos a los que querían no ser parte de ella.

Es complicado dejar a un lado la ideología propia, no mirar lo que te da la razón y no enojarte con lo que te la quita y dedicar un minuto a ver el panorama de un modo global. Si conseguimos hacer este ejercicio, la conclusión es evidente: hay alguien que gana siempre, como la banca en los casinos y me temo que tiene mucha pinta de ser la famosa casta, aquella de la que nos hablaron, pero con los que nos lo anunciaron dentro del sistema.

Para defenderse dicen que hay poderes superiores, que ellos no mandan tanto. Es verdad. Son los tontos útiles, los que venden poco a poco la soberanía a los fondos de inversión y a entidades supranacionales, pero aún así, tendrían mucho que explicar si la ciudadanía no estuviera tocando siempre el violón. Hemos visto cómo políticos han indultado a políticos, subidas de sueldo muy poco justificadas y leyes que mutan para favorecerse entre ellos de un modo descarado. Es otra forma de corrupción. 

Hemos visto cómo políticos han indultado a políticos, subidas de sueldo muy poco justificadas y leyes que mutan para favorecerse entre ellos.

Nos lo han dicho a la cara. Serán cambios quirúrgicos del Código Penal, como si los pidieras a Glovo. Han mandado a los médicos a morir en la pandemia y, ahora, los echan a los leones. Pasa en todas partes. Otro diputado extrañamente torpe no supo ni votar en dos ocasiones y su partido, que representa a millones de personas, no da explicaciones nunca. Hablando de explicaciones… ¿De dónde salió el Covid? ¿Sabemos algo? ¿A alguien le importa? El pueblo parece capaz de tragar con todo, de conformarse y, a veces, de amar incluso la soga que lo ata.

¿Y el silencio sobre la guerra? ¿No queremos que pare? ¿Y la paz? ¿Bajará la inflación? ¿Y la gasolina? ¿Y sus impuestos? ¿Y el abuso del Decreto Ley? La separación de poderes se resiente también y cada vez parece más sensato escuchar a los que hablan del concepto de partitocracia. Es, en el fondo, un problema de calidad humana en los dirigentes y de aborregamiento en la gente. Mientras tanto, un expresidente va a apoyar a una dirigente condenada por corrupción, por un robo grave al erario público y otro expresidente escribe artículos sobre fútbol con la profundidad intelectual de un caracol. Qué vergüenza.

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