La lucha de padres que perdieron a sus bebés antes de nacer: "No son criaturas abortivas, queremos registrarlos en el libro de familia"

Pilar López, con los patucos que le había enmarcado a su bebé.
Pilar López, con los recuerdos de su bebé.
Fernando Ruso
Pilar López, con los patucos que le había enmarcado a su bebé.

"No hay latido". Una breve frase pero la más horrible que alguien puede escuchar cuando está a punto de nacer su hijo. En las últimas semanas de embarazo. Cuando ninguna revisión, ni la de tan solo unos días antes, ha hecho presagiar que algo podría ir mal. "Fui al médico con mi marido porque había manchado un poco y no entendí que me pudieran decir que mi hija no estaba viva. En ese momento empezó la peor de las pesadillas", relata Pilar López, que sufrió esta tragedia hace tan solo siete meses. Una pesadilla que se agravó cuando intento inscribir a su hija en el Registro Civil.

"Si duro fue el parto, más duro fue querer registrarla en el libro de familia y que no me dejaran. Alegaban que, como había nacido sin vida, no se podía. Yo había dado a luz y quería que me dieran un parte de defunción de mi hija, que recogiera que había nacido y fallecido, que había existido. Pero solo me dieron un parte de alumbramiento de criatura abortiva. Aquello me mató y a día de hoy me tiene atormentada. Lo llevo muy mal", cuenta esta sevillana al otro lado del teléfono.

El Código Civil no permite la anotación en el libro de familia -sustituido desde 2021 por un registro digital- de los bebés fallecidos entre los seis meses de embarazo y el nacimiento. Estos pequeños quedan recogidos en un apartado llamado "legajo de abortos" y a través de una "declaración y parte de alumbramiento de criaturas abortivas". En ese documento antes no había espacio para el nombre del niño, algo que se cambió sobre el papel pero que está costando mucho que entre en vigor y que además no tiene carácter retroactivo. En el parte que le dieron a Pilar, por ejemplo, no existe esa posibilidad y tampoco la de que figure el padre.

"Mi hija no es una criatura abortiva. Mi hija se llama Pilar, tiene padre, madre, tíos, abuelas, primas que la aman, es un bebé precioso, el cual tuve durante 38 semanas dentro de mí, moviéndose, respirando, sintiendo, en definitiva, viviendo", clama esta mujer. La que iba a ser su primogénita pesó 3,665 kilos y la autopsia aclaró que venía sana. El examen post mortem determinó un trombo en el cordón umbilical como causa del fallecimiento.

fotografo: Jorge Paris Hernandez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Testimonio Virginia. Muerte perinatal.
Virginia del Río, impulsora de la campaña 'Tengo una estrella'.
Jorge París

Un trombo en la placenta, a causa del síndrome antifosfolípico obstétrico, fue también lo que provocó que Virginia del Río perdiera a Uriel el 23 de enero de 2018, una semana antes de nacer. "Fui al hospital porque no lo notaba y era raro porque se solía mover mucho. Allí me confirmaron lo peor. Un día después de una revisión y una visita a monitores, donde estaba completamente sano. Pesó 3,19 kilos", apunta. Para esta gaditana residente en Madrid, que había querido ser madre en solitario, comenzó entonces "un descenso a los infiernos": "Soy periodista y por mi trabajo conozco a mucha gente. Pero no conocía a nadie a quien le hubiera sucedido lo mismo. Entonces empecé a pensar que era algo que solo me había pasado a mí, una señal de que no tenía que ser madre. Estuve muy perdida en esos pensamientos".

Hasta que se dio cuenta de que no era la única en el mundo que había sufrido ese trance sino que el problema radicaba en que la muerte perinatal era un tema tabú. Fue en ese momento cuando decidió aprovechar los contactos que le había granjeado su profesión para dar voz a una realidad oculta: "El duelo perinatal es un duelo silencioso. Ahora perder un hijo antes de nacer no es habitual, pero sigue ocurriendo y a mí me contactan muchas familias que pasan por ello. A ese hecho doloroso se une que no se le reconozca y que no se valide tu duelo". Y así surgió la iniciativa Tengo una estrella.

La Organización Mundial de la Salud denomina muerte perinatal a la que se produce entre la semana número veintidós de gestación y los primeros siete días de vida. En España la tasa es de 3,89 por cada mil nacidos, según el Instituto Nacional de Estadística, aunque es un dato que contempla los fallecimientos desde la semana veintiocho. Hasta la 36 es lo que se conoce como muerte fetal tardía. La muerte fetal a término ocurre a partir de la 37.

"Para la sociedad y para el Estado es como si nuestros hijos no existieran porque no están en ninguna parte. Solo están recogidos en una hoja, en un archivador, que se llama legajos de aborto. Es un nombre muy despectivo y humillante que necesita una renovación", manifiesta Virginia. Ella conocía esa circunstancia y por eso se negó a inscribir a Uriel. La desagradable sorpresa se la llevó recientemente, cuando acudió al Registro Civil para recabar información antes de lanzar una recogida de firmas en Change.org. Allí se encontró con que su bebé sí figuraba en un parte de alumbramiento de criaturas abortivas. "Para que se autorice la sepultura o la incineración tiene que haber un registro y a través de la funeraria, el hospital presentado esa documentación", explica.

Virginia inició la recogida de firmas el 10 de octubre y en un mes ha superado las 103.800, gracias también a la fusión con una campaña similar iniciada en 2019. Han creado un código QR para poder trasladarla también a la calle y esperan llegar a las 500.000 para llevarlas al Congreso y lograr que los políticos les escuchen; algo que no han hecho hasta ahora. "He escrito cartas a todos los partidos, a todos los organismos de Andalucía... Habré enviado más de 200 e-mails. Y no he obtenido ninguna respuesta", lamenta Pilar. Tan solo el Defensor del Pueblo andaluz se ha mostrado algo receptivo. En una carta remitida el 2 de noviembre le comunica que algunas de las cuestiones que plantea exceden a sus competencias pero muestra su "disposición a analizar si existen actuaciones" a su alcance "que, en alguna medida, pudieran propiciar cambios que redunden en beneficio de las personas que han de afrontar situaciones como la experimentada" suya.

"Solo pedimos una pequeña modificación en el Código Civil que no va a suponer ningún desembolso económico. Porque no queremos prestaciones ni constar como familia numerosa si tenemos más hijos. Esto tampoco te va a devolver a tu bebé pero sí sería un bálsamo para paliar el dolor. No pedimos nada que no sea emocional", explica Virginia en aras de darle a su pequeño "un lugar en el mundo".

"Ya de por sí no te dan ninguna ayuda. Yo no he contado con ningún apoyo psicológico en la Seguridad Social. Solo me recetaron diazepam", señala Pilar. En esa línea, la reforma de la ley del aborto, actualmente en trámite parlamentario, pretende que los servicios públicos garanticen "la provisión de asistencia, apoyo emocional y acompañamiento de la salud mental a las mujeres que lo requieran durante el postparto o en el caso de muerte perinatal".

Junto a esa lucha, familias que pasan por esta tragedia buscan otro cambio legislativo: aquel que permita que los padres tengan derecho a la baja de paternidad y su correspondiente prestación, como ocurre en el caso de las madres. Actualmente, cuando la muerte sucede después de los 180 días de gestación, las mujeres tienen las 16 semanas de permiso de maternidad remunerado. No sucede así con los hombres. Para poner fin a esa "injusticia", Compromís ha planteado una propuesta, que se debatió en la Comisión de Igualdad de la Cámara baja. La medida concentra el apoyo de todos los grupos parlamentarios, aunque todavía se encuentra en proceso de debate y se plantearán enmiendas.

Pilar López, en la habitación que tenía preparada para su hija Pilar.
Pilar López, en la habitación que tenía preparada para su hija.
Fernando Ruso

En el caso de Pilar la situación es aún más inverosímil cuando a su marido sí le han permitido estar sin trabajar casi cuatro meses pero no le han pagado el sueldo durante ese tiempo. "No comprendo como a mí, como madre, si me pertenece mi baja de maternidad con mi prestación y a mi marido, siendo el padre, le dan la baja de 16 semanas pero la prestación se la rechazan. Dicen que no le corresponde porque no hay niño al que cuidar. En esos momentos el padre y la madre deben de tener los mismos derechos, ya que los dos deben sanar, los dos están rotos", manifiesta ella. La justicia viene dando la razón a estas familias, pero el proceso judicial las lleva a un mayor desgaste emocional y a un desembolso económico en momentos que "no son para estar luchando contra la administración ni teniendo que buscar abogados". Ese proceso dilata además el sufrimiento, toda vez que a estos padres sevillanos les han fechado el juicio para febrero de 2025.

Miguel Ángel Gorbe es letrado, pero también perdió a su hija y le denegaron la prestación por paternidad. Su experiencia le empujó a intentar cambiar el sistema y su caso fue el primero en llegar al Tribunal Supremo. Ahora libra su lucha en el Constitucional con la esperanza de sentar precedente. "Necesitamos una ley de gestación familiar en la que se especifiquen los protocolos hospitalarios, cómo aparecen estos niños en el Registro Civil, la ayuda psicológica que necesitan los padres… Es necesaria una norma que contemple todos los derechos de las familias para que no pase lo que está pasando", reclama.

Son varios los frentes abiertos, pero Pilar y Virginia esperan ir ganando batallas poco a poco. Sus vidas se cruzaron por una desgracia y esperan contribuir a que quienes vienen detrás no sufran tanto como ellas. “Estoy harta de una sociedad en la que todos se quedan de brazos cruzados. Nos dicen que estamos locos por intentar cambiar las cosas pero a mí me gustaría poder decirles a mis hijos, si los tengo, que su madre luchó para que su hermana fuese reconocida", expresa la primera. "Hemos creado una comunidad muy bonita en torno a esto. El hecho en sí es muy dramático pero reconforta mucho sentirte entendido y constatar que lo que sientes es normal", concluye la segunda sobre una comunidad "creada desde la esperanza de poder ver que hay personas que están en otro punto porque hace tiempo que pasaron por el duelo y que pueden mostrar que se puede volver a vivir, que se puede volver a ser feliz".

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