Miguel Ángel Aguilar Cronista parlamentario
OPINIÓN

Gallos que no cantan

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el exsecretario general y expresidente del Gobierno, Felipe González.
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el exsecretario general y expresidente del Gobierno, Felipe González.
EFE
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el exsecretario general y expresidente del Gobierno, Felipe González.
¿PREGUNTAR OFENDE? por Miguel Ángel Aguilar

La inteligencia artificial ataca de nuevo, como pudo verse el pasado 25 de noviembre en la presentación de su ensayo que hicieron Felipe Gómez-Pallete y Paz de Torres en la Fundación Carlos de Amberes. La ocasión propició que, oficiando de panelista, José Antonio Marina, a quien debemos, entre otros libros, el Elogio y refutación del ingenio, contara lo sucedido cuando quiso poner unas gallinas en el jardín de su casa de La Moraleja. Mirando por el bienestar de las gallinas decidió añadirles un gallo. Dice la canción que los gallos cantan al día y protestaron los vecinos. Prescindió del gallo. Vinieron entonces a decirle que también debía prescindir de las gallinas. Y le indicaron que, en caso de que quisiera aves de vuelo bajo, solo tenía la opción de los patos, que estaban considerados más propios de aquel entorno residencial.

Pasando a observar las celebraciones conmemorativas de los cuarenta años cumplidos de la primera victoria electoral del PSOE el 28 de octubre de 1982, enseguida se echan de ver otros gallos -presidentes de comunidades autónomas, alcaldes de capitales de provincia, altos y bajos cargos- que tampoco cantan y que prefirieron ausentarse del teatro de Sevilla, punto culminante de la fiesta para la que se habían olvidado de invitar a Alfonso Guerra. Inútil que Felipe González echara de menos recordando a quien le alzaba la mano en la ventana del Hotel Palace aquella noche triunfal vivida con extremada contención, según lo prometido a las autoridades ucedeas que se sabían en el umbral del eclipse.

El tiempo nos devora y de la escapada al África subsahariana el pasado fin de semana solo quedará que estuvo acompañado por Begoña, que equivocó el nombre del país en que acababa de posarse, declarándose por dos veces encantado de visitar Senegal cuando estaba en Nairobi, capital de Kenia, atendiendo a la prensa junto al presidente del país William Ruto. A semejante lapsus le siguió el sábado el de atribuir a Blas de Otero los versos de Jaime Gil de Biedma en el poema Apología y petición. Unos versos que dicen: "De todas las historias de la historia, la más triste, sin duda, es la de España porque acaba mal".

Pero el segundo es imperdonable porque estaba escrito por los de su gabinete

Para el primer lapsus cabe aducir la excusa de andar improvisando en el aire en medio de la desorientación del recién llegado. Pero el segundo es imperdonable porque estaba escrito por los de su gabinete en el discurso preparado al efecto. Además de que llueve sobre mojado después de atribuir a San Juan de la Cruz el "decíamos ayer" de Fray Luis de León al regresar a la Universidad de Salamanca después de habérselas visto con la Inquisición. La pregunta es quién hace los borradores de los discursos del presidente y si alguien revisa con solvencia esos textos.

En cuanto a la sesión de control al Gobierno del miércoles día 2 vayan por delante algunas primeras indicaciones. La primera se refiere a la variedad de carteras, bolsos, papeles bajo el brazo y mochilas que portan los diputados cuando suben a ocupar sus escaños. La segunda, la escasez de percheros que induce a los miembros de la Cámara a llevarse sus abrigos y gabardinas al cuidado en la redacción de las preguntas al presidente del Gobierno. Por ejemplo, Cuca Gamarra, del PP, sin abandonar el triunfalismo de la catástrofe, interrogaba a Sánchez sobre si creía que sus políticas generan oportunidades para los españoles; Aitor Esteban, del PNV, quería saber qué valoración hacía de la ejecución efectiva de los Fondos Europeos; y Mertxe Aizpurua si cumplirá con las promesas pendientes en materia de derechos. Al presidente le hubiera bastado con responder a la primera que sí, a la segunda que óptima y a la tercera que por supuesto en línea con Franco, quien, cuando se vio interrumpido por un entusiasta impaciente reclamándole que hiciera la revolución, le contestó desde el balcón del Ayuntamiento de Linares: la estamos haciendo. Continuará.

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