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La polio, una enfermedad erradicada en España, con graves efectos a largo plazo: "El síndrome postpolio es un gran desconocido"

Afectados por la polio de la Asociación malagueña de afectados polio y postpolio (AMAPYP)
Afectados por la polio de la Asociación malagueña de afectados polio y postpolio (AMAPYP)
AMAPYP
Afectados por la polio de la Asociación malagueña de afectados polio y postpolio (AMAPYP)

La poliomielitis, comúnmente conocida como polio, es una enfermedad vírica muy infecciosa, que afecta principalmente al sistema nervioso de los niños menores de 5 años. Durante los siglos XIX y XX, fue causa de la muerte de miles de personas, hasta que, en los años 50, con la creación de la vacuna contra el poliovirus, comenzó su erradicación. 

Los casos de polio han disminuido en más del 99% desde 1988, al pasar de unos 350.000 casos en más de 125 países endémicos a 175 casos notificados en 2019, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En el año 2021, solo se notificaron 7 casos en Pakistán, Afganistán y Mozambique.

Sin embargo, este mismo año el virus volvió a circular por Occidente al detectarse en las aguas residuales de Nueva York y Londres. En el caso de la ciudad estadounidense, se registró una infección en un adulto. En cuanto a Reino Unido, aumentaron la vigilancia tras la posibilidad de que se hubiera producido transmisión local.

En cuanto a España, afectó a, aproximadamente, más de 20.000 personas entre los años 1950 y 1963, según el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), aunque nunca se llevó a cabo un registro oficial. El último caso endémico se registró en 1988, y la OMS decretó en 2002 que Europa estaba “libre de poliomielitis”. Pese a su erradicación en nuestro país, muchas de las personas que sufrieron en los años 50 y 60 la pandemia de este virus, tienen a día de hoy graves secuelas que afectan a su vida diaria. Este 24 de octubre, Día Mundial contra la Polio, reivindican que, aunque "la polio es ya una enfermedad del pasado, sus efectos tardíos forman parte del presente”.

Una enfermedad con múltiples síntomas

El virus del polio es muy infeccioso. Se propaga de persona a persona, por vía fecal-oral o, con menos frecuencia, por un medio común, como agua o alimentos contaminados, que se multiplica en el intestino, desde donde puede invadir el sistema nervioso y causar parálisis.

Hasta el 90% de los infectados presentan síntomas leves. En el resto de los casos, los síntomas son fiebre, fatiga, dolor de cabeza, vómitos, rigidez en el cuello y dolor en las extremidades. Estos síntomas suelen durar de 2 a 10 días y la mayoría se recupera completamente.

Sin embargo, el virus puede infectar la médula espinal y causar parálisis, generalmente de las piernas, casi siempre de forma permanente. Esta parálisis puede producirse apenas unas horas después de la infección. Según informa la OMS, de las personas que sufren parálisis, entre el 5% y el 10% muere cuando sus músculos respiratorios se inmovilizan.

El síndrome postpolio

Pero los problemas no acaban ahí. Algunas de las personas infectadas por este virus durante su niñez pueden padecer años después síndrome del postpolio, una enfermedad neurológica crónica, degenerativa y progresiva caracterizada por dolores musculares, debilidad o parálisis en la edad adulta.

Gracia Acedo y su hermano Manolo son dos de los afectados por el síndrome del postpolio. Contrajeron el virus en 1967, cuando tenían 18 y 28 meses, respectivamente. Además de todos los síntomas comunes del polio (fiebre, dolor de garganta, dolor de cabeza, vómito o rigidez en el cuello), también vieron afectada su movilidad.

Tenemos fatiga, debilidad y dolor muscular y articular y, a veces, dificultad para hablar con fluidez y falta de concentración

“Él se caía por la parálisis que le provocó y le tuvieron que operar para alargarle la pierna. A mí me afectó en las dos piernas y en el brazo derecho”, cuenta Acedo, mientras está reunida con miembros de la Asociación Malagueña de Afectados Polio y Postpolio (AMAPyP), que ella misma preside. Ni Gracia ni su hermano estaban vacunados, señala, “por desconocimiento de la familia”, pese a que la campaña de vacunación contra el virus existía en España desde hacía cuatro años.

Debido al síndrome del postpolio, Gracia, con 56 años ahora, tiene problemas para pasear, trabajar, hacer las labores diarias de casa. Sufre, además, "fatiga, debilidad y dolor muscular y articular" y, a veces, "dificultad para hablar con fluidez y falta de concentración". La malagueña es también albina, por lo que padece problemas visuales y tiene una discapacidad reconocida de un 99%.

"Cuando vas al médico de atención primaria, te dicen que es lo normal por la edad y haber tenido polio. El síndrome postpolio es un gran desconocido", cuenta con indignación, y reclama "mejoras en accesibilidad y atención en consulta especializada, agilización en los trámites y adecuación de la valoración del grado de discapacidad, tratamientos individualizados, ayudas técnicas efectivas, formación de los profesionales sanitarios, elaboración de un registro nacional e investigación de los efectos tardíos y el síndrome postpolio".

Falta de tratamiento

Carlos, de 63 años, también contrajo el polio. Lo hizo con diez meses, en 1959. Al principio parecía un simple catarro, pero sus padres apreciaron que tenía el brazo derecho y la pierna izquierda afectada. En su caso, con el paso de los años, un tribunal médico le concedió la incapacidad absoluta para poder trabajar.

Noto pérdida de fuerza, me encuentro muy cansado y me duele la espalda

“Conocí la Asociación Afectados de Polio y Sindrome Post-Polio de España y ellos son los que me han ido dando soluciones”, subraya Carlos, quien tiene tres hernias cervicales, una hernia dorsal, padece el síndrome del túnel carpiano y pérdida de la mielina. Todas estas afectaciones, asegura, se han ido deteriorando hasta limitar mucho su vida diaria: “Noto pérdida de fuerza, me encuentro muy cansado y me duele la espalda. A veces incluso tengo que tumbarme durante unos minutos para que se me pase”.

La polio no tiene cura, solo se puede prevenir mediante la inmunización, es decir, con la vacuna. Los tratamientos, mientras, se centran en limitar y aliviar los síntomas. Los más utilizados son la fisioterapia, la terapia ocupacional y la termoterapia. También se utilizan medicamentos antiespasmódicos para relajar los músculos afectados y mejorar la movilidad, aunque no revierten la parálisis permanente.

“Desde que me dieron la incapacidad en 2004 hasta ahora solo he tenido 15 días de rehabilitación”, cuenta Carlos, que cuenta con grado de discapacidad reconocido. Muchos de los afectados por polio tienen que someterse a operaciones por sus afectaciones en los brazos o piernas, que les impiden andar bien: "De pequeño tuve dos intervenciones en mi pie izquierdo, el de la pierna afectada, y en el tendón de Aquiles".

Este afectado por el síndrome de postpolio denuncia "la falta de atención por parte de las instituciones". "Se ha reclamado muchas veces un proyecto de investigación para conocer las causas del síndrome y poder tener un tratamiento pero no termina haciendo", añade.

El proyecto de Ley de Memoria Democrática que el Congreso ha aprobado y remitido al Senado para continuar su tramitación incluye un "reconocimiento institucional y moral" a la "demanda de verdad" que exigen desde hace años los afectados por la poliomelitis, "que sufrieron las consecuencias de decisiones del régimen franquista que provocaron el fallecimiento o maltrato de niños y niñas". Sin embargo, Carlos lo considera insuficiente.

La importancia de la vacunación

La vacunación es crucial en la lucha contra la poliomielitis. Gracias a su descubrimiento en los años 50 por Jonas Salk y la iniciativa de la OMS, desde 1988, para la Erradicación Mundial de la Poliomielitis (GPEI), la presencia del virus es muy aislada. Sin embargo, las personas no vacunadas o que no hayan recibido todas las dosis recomendadas podrían estar en riesgo de contraer el virus. La enfermedad, aunque erradicada, puede desarrollarse de nuevo, sobre todo en zonas con bajas tasas de vacunación y malas condiciones higiénicas.

En contextos de gran cobertura vacunal, como es el caso de España, no debería ser un problema, pero el surgimiento de casos aislados muestra, al menos, que el riesgo no ha desaparecido por completo. “La persistencia de poliovirus en zonas endémicas y la aparición de brotes de poliomielitis en países previamente libres de esta enfermedad, hacen que el riesgo de importación de un caso de poliomielitis no se pueda descartar”, asegura el Ministerio de Sanidad en su Plan de acción en España para la erradicación de la poliomielitis.

En España, los niños reciben las tres primeras dosis de la vacuna a los 2, 4 y 11 meses y a los seis años una dosis de refuerzo. “En España, las altas coberturas de vacunación, la inmunidad de la población y las buenas condiciones higiénico-sanitarias, contribuyen a que el riesgo de transmisión tras una reintroducción del virus sea muy bajo”, añade el texto. Para su correcta vigilancia, se busca mantener y mejorar las coberturas de vacunación, superiores al 95% desde 1998.

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