Los angloparlantes llaman scooting (deslizamiento o patinaje), al comportamiento que muestran gatos y perros cuando arrastran su ano y la cola por el suelo mientras mantienen las patas traseras estiradas y rígidas. Tutores y convivientes con perros y gatos habrán podido observar esta actitud al menos una vez, y es algo a lo que debemos prestar atención porque puede ser un indicativo de que nos toca realizar una visita al veterinario.
Este gesto, que realizan ambas especies, es una manera de aliviarse el escozor o irritación que padecen y si lo realizan de forma muy puntual y sin repetición, no debemos darle mayor importancia pues puede ser un picor ocasional o para limpiarse algún resto de excremento, pero si es una conducta que se repite con frecuencia, se trata de un problema de salud que debe valorar un veterinario y que puede tener cuatro causas principales: problemas en las glándulas anales, presencia de parásitos internos, alguna alergia o tumores.
Es más frecuente en perros que en gatos que las glándulas o sacos anales, a ambos lados del ano del animal, se obstruyan y el líquido que deben expulsar de forma natural, se bloquee en el interior. Esto les provoca malestar y escozor, y tienden a arrastrar su trasero para aliviar la presión. También puede pasarle a los felinos, aunque sea más inhabitual, y ambos necesitarán que un profesional en medicina animal exprima el contenido y elimine la obstrucción.
En el caso de parásitos internos, y cuando se encuentran cerca de la salida del ano, pueden retorcerse y los perros y gatos perciben el movimiento de estos organismos, especialmente tenias y anquilostomas, e igualmente tratarán de aliviar la picazón interna mediante el scooting.
Si hablamos de alergias, este comportamiento puede ser un síntoma de gran consideración para que el veterinario inicie las pruebas diagnósticas. Si nuestro perro o gato ha desarrollado una alergia alimenticia, la membrana mucosa del ano se inflama a medida que el alimento digerido que le causa reacción alérgica se acerca a la abertura, provocándoles irritación perianal en la piel de alrededor y que trataran de aliviar rascándose y presionando esta parte de su anatomía contra el suelo. Si se trata de una alergia ambiental (a los ácaros, el moho o el polen) o a las pulgas, el picor estará presente en todas las áreas del cuerpo, incluida la zona anal, por lo que además de rascarse orejas, el lomo o donde alcancen con las patas y la boca, realizarán el arrastramiento de ano.
Otra causa del scooting puede ser por un tumor perianal, que de nuevo vuelve a ser más habitual en perros que en gatos, pero que se puede presentar en ambas especies y por lo tanto requiere de atención veterinaria.
Exceptuando los tumores, que debemos aclarar que son poco comunes, el resto de causas que pueden provocar el scooting son de fácil diagnóstico y disponen de tratamientos efectivos que no ponen en riesgo la vida de nuestro animal de compañía. La prevención que podemos realizar es, igualmente, sencilla: mantener al día las revisiones veterinarias para que comprueben que los sacos anales funcionan apropiadamente en el examen rectal, análisis de sangre y heces, y respetar el calendario de desparasitaciones internas y externas.
Puede resultar divertido verlos realizar este movimiento, pero lo cierto es que es una señal de incomodidad y malestar en todas sus manifestaciones y no debemos infravalorar el sentimiento animal y mucho menos ignorar esta práctica. Si nuestro perro o gato realiza el scooting con asiduidad, debemos acudir al veterinario, pues además se suma el hecho de que estas especies no detienen el rascado cuando comienzan a lastimarse por el frotamiento, y pueden llegar a lesionarse la piel, causando llagas o úlceras, y agravar el cuadro general.
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