"Tenemos los almuerzos muertos", "la clientela lo entiende"... dispar impacto del plan de ahorro energético en sus primeros 15 días

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Hosteleros y comerciantes, ante las primeras semanas de aplicación del plan de ahorro energético.
José González
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Primeras dos semanas de aplicación del plan de ahorro energético implantado por el Gobierno.

Son cerca de las dos de la tarde y en Pothos están a punto de echar el cierre para irse a comer. Las tres dependientas de esta tienda de ropa charlan junto al mostrador y aprovechando que no hay ya ninguna clienta tienen el aire acondicionado apagado y la puerta de par en par. Este establecimiento madrileño cuenta con tres aparatos pero desde que entró en vigor el plan de ahorro energético decretado por el Gobierno solo encienden uno y no lo bajan de los 27 grados establecidos. Aunque eso les ha supuesto quejas

"Las señoras con peso sudan más y les cuesta mucho probarse la ropa. Notamos mucho el calor, sobre todo por la tarde, porque es cuando da el sol en la cristalera. No todas las tiendas son iguales. En las que somos acristaladas se concentra más la temperatura", señala Celeste Fernández, empleada de esta tienda especializada en tallas grandes. "Hay mucha diferencia de unos subsectores a otros. Uno de los más afectados puede ser el de equipamiento de la persona, por aquello de probarse la ropa a ciertas temperaturas. Nos hemos pronunciado en el sentido de que la norma se aplique con sentido común", apostilla Julián Ruiz, secretario general de la Confederación Española de Comercio (CEC).

Han pasado dos semanas desde que entraron en vigor las primeras normas del real decreto. Dos semanas desde que comercio y hostelería deben limitar los termostatos y apagar las luces de los escaparates durante la noche. Dos semanas de unas medidas que siguen generando protestas pero que se está llevando a cabo sin incidencias, en un ambiente entre el cabreo y la resignación de algunos y la sensación de normalidad y el convencimiento de que son medidas necesarias de otros. "Como pasó con la Covid, el cliente ha empatizado con el sector porque sabe que es algo sobre lo que nosotros no podemos hacer nada", remarca José Antonio Aparicio, presidente de Hostelería Madrid.

La inmensa mayoría está cumpliendo, pero hay quien reconoce que tiene la temperatura un par de grados por debajo incluso de los 25 que se permiten en algunas circunstancias. Por ahora el Gobierno parece haber evitado hacer inspecciones. 

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Hosteleros y comerciantes, ante las medidas de ahorro energético.
José González

"No solo es que las medidas me parezcan bien, es que creo incluso que vamos tarde. Nuestra empresa es sostenible y viene avisando de las consecuencias del cambio climático desde hace tiempo", asegura Almudena, encargada de una perfumería de la estación de Atocha. "Si queremos que el mundo sobreviva hay que aguantar un poco, si no un día acabará", coincide Bally, encargada de un hostal. 

En este alojamiento las zonas comunes tienen el aire acondicionado a 25 grados pero esta mujer admite que las habitaciones se escapan a su control: "Los huéspedes tienen el mando y a veces nos encontramos que está puesto a 16". 

"Los clientes no se quejan mucho porque tenemos la puerta abierta y hace corriente. Lo tenemos más complicado los trabajadores. Aquí dentro, con toda la maquinaria, hace mucho calor. Mira, estamos todos sudando", afirma Ivo, responsable de un restaurante, desde el otro lado de la barra y mientras sus compañeros se apresuran de un lado a otro para atender las mesas. "Suelen decirnos que se está mejor fuera que dentro porque corre un poco de airecillo, pero tenemos una clientela que lo entiende", agrega Elene, encargada del Sésamo, y coincide en que trabajar se hace "un poco más incómodo". "Bebemos mucha agua para refrescarnos y nos turnamos para trabajar en las diferentes zonas del restaurante", cuenta.

De la ronda hecha por Madrid una mañana se desprende que, con más o menos quejas, la aplicación de estas políticas energéticas no ha provocado una baja del número de clientes en los establecimientos. En ello coinciden todos los consultados, que apuntan a que agosto es temporada baja en la capital y la afluencia suele ser de por sí menor que en otras épocas del año. No ocurre lo mismo en Sevilla, donde desde la Asociación de Hosteleros lamentan el perjuicio que les está generando el plan.

No puedo decir que haya bajado la clientela por este motivo pero hay quien se va según entra en el bar"

"Todo el mundo cuando entra en el local dice 'vaya calor' y les explicas que son las normas del Gobierno. En el momento en el que las temperaturas  nos han dado un respiro, con los microclimas que tenemos en la mayoría de las terrazas, la gente prefiere estar en la calle. El problema es que con 40 grados a la sombra tenemos los almuerzos muertos. Hasta la cena no empezamos a vender", manifiesta el presidente de la organización, Antonio Luque. "Además, esos 25 grados que marcamos en el termostato no son reales. Con las cámaras calientes que tenemos en los locales te vas a dos tres grados más mínimo. Con las puertas cerradas esto al final parece un búnker y es muy difícil vender así", continúa al otro lado del teléfono.

En Valencia, Jordi Gil también ha visto cómo algunos clientes han abandonado su bar al notar el calor. "No puedo decir que haya bajado la clientela por este motivo pero hay quien se va según entra", señala el propietario de la Taberna Alenar igualmente en conversación telefónica. "La sala no está suficientemente fría y tenemos terraza, pero pequeña y sin climatizar, solo con un ventilador", apostilla.

"Yo voy a ser el principal interesado en ahorrar porque la luz la pago yo. Para ahorrar energéticamente yo sé cuándo hay que poner el aire y cuándo no porque me va a afectar a mi cuenta de explotación. Nosotros somos los primeros que queremos gastar lo menos posible pero no nos vamos a tirar piedras sobre nuestro propio tejado haciendo que el comensal esté incómodo y no vuelva. La gente no puede estar comiendo con abanicos", apunta Pedro García, uno de los socios del restaurante valenciano A Contracorriente. 

Y eso es lo de lo que culpan las asociaciones de estos sectores al Ejecutivo, de falta de diálogo y de que se hayan implantado unas medidas de forma generalizada, sin tener en cuenta que las condiciones meteorológicas no son las mismas en todo el país ni tampoco todos los subsectores tienen las mismas características. "El sector es muy diverso, no es lo mismo zonas de costa que de interior y dentro de las mismas zonas hay sitios pequeños con poco aforo o grandes restaurantes que trabajan mucho comedor. Lo que sí notamos es más incidencia en el ocio nocturno. En las discotecas, donde la gente suele estar más tiempo, notamos que el cliente, no es que se tome una copa y se vaya, pero sí que está algo más incómodo y acorta la estancia", explica el presidente de Hostelería Madrid. 

"Después de dos años de pandemia, de la crisis económica y la que va a llegar a partir de octubre, los comerciantes, las micropymes y los autónomos no necesitan que se les pongan más palos sino que se les faciliten sus negocios. Estamos totalmente a favor del ahorro energético, es necesario, pero no creemos que estas medidas vayan a influir mucho en el ahorro energético y lo que están es perjudicando el día a día de las micropymes y de los autónomos", coincide Antonio Magraner, vicepresidente de la Confederación Española de Asociaciones de Jóvenes Empresarios (CEAJE).

Desde la Mesa del Turismo, su secretario general indica que "el sector turístico, como no podía ser de otra manera, ha puesto en marcha las medidas adoptadas por el Gobierno y de momento no se está notando un gran impacto". "Sin lugar a duda, las mayores dificultades van a venir de aquí a finales de septiembre, cuando hay que acometer determinadas inversiones en algunos establecimientos para adaptarse a la norma y queda por ver cuál es la efectividad de estas medidas", añade Carlos Abella.

No solo es que las medidas me parezcan bien, es que creo incluso que vamos tarde"

Pasados los primeros siete días de aplicación del real decreto, la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, informó de que la demanda eléctrica había bajado un 3,7%. Este lunes, el director general del Instituto para la Diversificación y Ahorro Energético (IDAE), Joan Groizard, agregaba que entre el 15 y el 21 de agosto el consumo había caído un 9,5%. "Y, comparado con el 2021, algo más de un 8,5%", apostillaba en declaraciones a la Cadena Ser.

Han trascurrido pocos días para que los dueños de comercios y locales de restauración hayan notado ese efecto. "Me gustaría que se pudiera acceder al dato pormenorizado. Se están aplicando las mismas medidas independientemente del tamaño y casi de la actividad y cuando hablamos de consumo influye desde la climatología hasta las condiciones de cada territorio", comenta el secretario general de la CEC. 

"Tenemos una instalación con un reloj y lo hemos programado para que a las diez de la noche se apaguen las luces. Los clientes nos dicen que la calle se queda muy triste, pero qué le vamos a hacer, es lo que hay. Tenemos que ahorrar", concluye José Luis, dueño de un establecimiento de Loterías y Apuestas de la calle Atocha de Madrid y resume el sentir generalizado: "Espero que se note luego en nuestros bolsillos cuando llegue la factura".

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