Olivia de Matteis, fundadora de DogPoint: "Los perros de asistencia no hacen magia solos, las familias deben seguir entrenándolos"

Un niño junto a su perro de asistencia.
Un niño junto a su perro de asistencia.
DOGPOINT
Un niño junto a su perro de asistencia.

Como ya se ha demostrado en numerosas ocasiones, los perros pueden tener un papel fundamental en el apoyo a los sistemas de salud españoles, ya que se ha probado que su presencia puede resultar de gran ayuda en el tratamiento de trastornos mentales o discapacidades. Por ello, cada vez son más las empresas que surgen y ofrecen estos servicios a aquellas familias que lo necesitan, como es el caso de DogPoint.

A día de hoy, Olivia de Matteis dirige esta asociación que aunque empezó de forma general para entrenar a perros que ayudasen en el tratamiento de diferentes enfermedades, desde 2018 se especializan solo en el trastorno del espectro autista (TEA).

"Fundamos DogPoint en 2015, yo y un equipo de personas que estábamos empezando en el sector. Fue un laboratorio de emprendimiento social para probar ideas", explica la Matteis. "Desde 2011 trabajo con el autismo y en 2018 quise que la asociación se especializase en ello".

De esta forma, DogPoint se ha convertido en un servicio especializado en ayudar a familias que cuentan con algún miembro que padece este trastorno, teniendo como parte del equipo a dos madres de niños con autismo y a profesionales del ámbito.

Adiestrando perros para ayudar a personas

Los perros de DogPoint se convierten en los grandes protagonistas y en los pilares del proyecto. Su entrenamiento desde pequeños para convertirse en perros de asistencia es la primera parte del éxito en las terapias. "Seguimos protocolos a nivel nacional", explica Matteis.

"El primer año están con una familia educadora, voluntarias a las que les damos formación y un supervisor de cachorros que apoya a esas familias, asegurándonos que los perros están sanos, seguros y felices para cuando cumplen un año, momento en el que empiezan el entrenamiento (que puede durar entre nueve y doce meses)", detalla.

La fundadora de la asociación cuenta que hay algunos perros que avanzan muy rápido y otros que menos, así como que los puntos de maduración son diferentes. "Se pasan diferentes fases, los test y si todo está correcto, podrán ser entregados a la familia", añade.

Los labradores son una raza muy estable, con sensibilidades medias que, a nivel general, se adapta muy bien a los cambios

Pero, ¿cómo se decide qué perro va con qué familia? "Para tomar esta decisión valoramos qué perro nos gusta más para qué familia atendiendo a las necesidades del niño (si son tranquilos, activos, más o menos invasivos...)", responde. "Por otro lado, vemos también las necesidades del perro, ya que algunos son más activos que otros, tienen diferente carácter, algo que no se puede decidir cuando son cachorros".

"Por eso es importante esperar un tiempo y realizar el entrenamiento, ya que se compone de obediencia, habilidades específicas, habituación del perro a estímulos, cosas que sabemos que los niños van a hacer con ellos", comenta Matteis. "Así conocemos mejor su carácter también".

En DogPoint trabajan con labradores, ya que son "una raza muy estable, con sensibilidades medias que, a nivel general, se adapta muy bien a los cambios (ya que hay que pensar que pasan por tres familias antes de la definitiva)", expresa. "Esta raza reúne muchas características que la convierten en la idónea para esta tarea".

La reunión con las familias

"El paso más delicado es el acoplamiento a las familias", afirma Matteis. "Tenemos que tener en cuenta que los perros no hacen magia, una parte muy importante es que la familia mantenga el nivel de entrenamiento que tiene el perro, por eso la formación en este aspecto es fundamental".

Por ello, primero se hace una presentación para confirmar que el análisis del perro y el caso es el tándem adecuado, para después dar una formación a las familias, presencialmente u online sobre cómo tendrán que trabajar con el perro. "Al principio es complejo para ellos porque todos sus recursos están sobre el niño y, con la llegada del animal, tienen que habituarse a dividirlos entre el perro y el niño", comenta la directora de DogPoint.

"Una vez que llega el momento de acoplar al perro en la familia, tenemos entre quince días y dos meses de trabajo muy intenso donde vamos introduciendo el animal al menor", expresa Matteis. "Primero se hace una formación concentrada de quince días y los siguientes seis meses se van realizando visitas a la familia para ir viendo cómo ésta automatiza las rutinas con el perro y el niño".

En este sentido, el ritmo lo marca el pequeño. La fundadora de DogPoint cuenta que "hay niños con capacidades más altas en las que se ha podido anticipar la llegada del perro y trabajar el vínculo de ambos" y otros en los que "los peques con menos comunicación no se dan cuenta de que tienen un perro hasta que no están en su casa con ellos". "En el primer caso la adaptación se da mucho más rápido", afirma.

"También es importante saber que no todos los niños con autismo necesitan un perro de asistencia, ya que no es el perro por sí mismo quién genera los beneficios, sino los educadores, el equipo y el trabajo de las familias día a día", añade la fundadora.

El protocolo de DogPoint es entregar al perro antes de los tres años, por ello entrenan con tablas de registro para poder entender qué está pasando en cada momento e identificar problemas en el caso de que los haya. "Hay muchos exámenes de comportamiento", comenta. "Sin embargo, lo más importante es que luego las familias continúen nuestro trabajo. Por ejemplo, si un perro que no tira de la correa, la familia sí se lo permite, acabará haciéndolo".

"Hasta ahora, solo hemos fallado una vez en el acoplamiento de uno de nuestros perros. La familia renunció antes de que la perra tuviera tres años y pudimos reubicarla en otra familia donde ahora vive perfectamente", cuenta. "Se trataba de una perra que necesitaba mucha actividad y la familia no se la proporcionaba".

Un servicio gratuito

Todo este proceso tiene un coste y unos gastos, sin embargo, Matteis defiende que es algo que no debe ser pagado por la familia. "En 2018 pensamos que las familias no tenían que pagar por nuestros servicios, queríamos buscar otras vías y, aunque parecía una idea un poco loca porque, por aquel entonces no teníamos fondos, nos ha salido bien", reconoce.

Desde entonces, muchas familias colaboran en las recaudaciones de fondos y "hemos pasado de ser tres emprendedores a ser treinta familias moviendo el proyecto y colaborando con empresas también", cuenta.

"Tenemos una subvención de la Comunidad de Madrid, el apoyo de la Fundación Royal Canin y también de otras empresas a nivel animal, de salud animal y donaciones que, entre todos, van reduciendo el coste del proyecto", concluye.

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