El cadmio, un metal pesado, es noticia desde hace unos días a cuento de la crónica de sucesos. A finales de mayo, el actor Luis Lorenzo fue detenido junto a su pareja, Arancha Palomino, por el presunto asesinato de la tía de ella, María Isabel, de 85 años.
La autopsia reveló que la anciana murió por "intoxicación aguada por metales pesados". En concreto, se le detectó en el cuerpo una cantidad de cadmio 200 veces superior al límite normal, una concentración de manganeso 20 veces mayor a la habitual y cuatro tipos de psicofármacos, por lo que la muerte de la mujer se considera "violenta".
Efectivamente, las intoxicaciones por metales pesados pueden provocar graves problemas de salud en el ser humano e incluso la muerte. Los metales pesados tóxicos más conocidos son el mercurio, el plomo y el cadmio.
Este último es un metal blanco azulado y blando (se puede cortar con un cuchillo), parecido al zinc y con una toxicidad similar a la del mercurio. Lo descubrió en 1817 el químico alemán Friedrich Stromeyer. El cadmio es tóxico y cancerígeno, pero las muertes por envenenamiento con cadmio son muy raras. Nuestro problema con el cadmio no suele ser tanto de asesinos como de dieta.
El cadmio está en nuestra dieta
Asimilamos cadmio a través de la comida. Es un proceso natural. Grandes cantidades de cadmio están liberadas en el medio ambiente de forma natural. Los científicos calculan que la mitad lo liberan los ríos a través de la descomposición de rocas. También lo hacen los volcanes y los incendios forestales. El resultado de todo ello es que el cadmio está en los fertilizantes que se liberan sobre los cultivos. Luego, la lluvia los fija en los campos de cultivo.
Como consecuencia, las patatas, las legumbres, los frutos secos, algunas hortalizas, los cereales integrales, las carnes o los crustáceos son fuentes importantes de cadmio. Se sabe que la lechuga, el repollo o las espinacas lo absorben del suelo. El último alimento del que conocemos su posible toxicidad son las algas. Podemos decir que nuestra fuente principal de cadmio es nuestra propia dieta.
Hay cadáveres con una alta concentración de cadmio sin que haya habido un envenenamiento"
Por eso no deben sorprendernos declaraciones como las del director del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, Antonio Alonso. En una entrevista en El País, este forense asegura que "hay cadáveres con una alta concentración de cadmio sin que haya habido un envenenamiento".
Alonso explica que "las personas tenemos trazas de cadmio dentro de las células. Como consecuencia de la muerte celular, todo eso se vierte al torrente sanguíneo y pueden aparecer cantidades mucho mayores que las que hay en un individuo vivo. Esa es la explicación de por qué se pueden encontrar estas cantidades de algunos metales pesados".
Parte del cadmio se queda en los riñones
Se calcula que de media una persona consume unas 25 millonésimas de gramo de cadmio por día, cuando la Organización Mundial de la Salud considera peligroso consumir más de 70. Un adulto de 50 años lleva en su interior entre 20 y 40 milésimas de gramo de cadmio.
Cuando comemos, el cadmio entra en nuestro organismo, pero la mayor parte sale porque nuestro intestino no lo absorbe. Hay una parte que pasa por los riñones y es capturado por algunas proteínas que lo incorporan durante décadas. Si no afecta a nuestra salud es porque esa pequeña parte del cadmio que hemos ingerido se queda en los riñones. Sólo cuando la dosis es muy alta los riñones se ven alterados.
Dado que al comer ciertos alimentos el cadmio se puede acumular en nuestro organismo, el Programa para el Ambiente de las Naciones Unidas incluyó este metal pesado en su lista de los diez contaminantes más peligrosos. Según la Agencia Francesa de Seguridad Alimentaria, la ingesta de cadmio puede, además de acumularse en el riñón, provocar náuseas y fragilidad ósea.
La Comisión Europea estableció en 2021 nuevos límites máximos de cadmio en algunos alimentos para evitar su toxicidad si se sobrepasan en la dieta diaria"
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) detectó ingestas de cadmio por encima de las recomendadas en varios grupos de la población y por ello decidió reducir los límites para proporcionar seguridad alimentaria. Los grupos más expuestos a sobrepasar los límites recomendados de cadmio son las personas vegetarianas, aquellas que fuman (se deposita de forma natura también en la planta del tabaco) y los niños y niñas.
A finales de 2021, la Comisión Europea estableció nuevos límites máximos de cadmio en algunos alimentos para evitar su toxicidad si se sobrepasan en la dieta diaria. Se determinó un límite de ingesta máximo de 2,5 microgramos por kilo de peso a la semana para productos como cereales, legumbres, carnes, moluscos, chocolate y productos con cacao, remolacha, ajos, frutos rojos, frutos secos, pescados y sal.
Es "la máxima cantidad que puede ingerir una persona semanalmente durante toda su vida sin manifestar efectos adversos", tal y como recoge la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN).
Asesinar con cadmio, una rareza
El cadmio, ya hemos visto, puede ser perjudicial, pero para ser letal la dosis debe ser muy alta. No parece el veneno ideal para asesinar a nadie. En el caso de María Isabel, la tía de la pareja del actor Luis Lorenzo, se ha detectado en el cuerpo de la anciana una cantidad de cadmio 200 veces superior al límite normal.
La hemeroteca no da cuenta de muchos asesinatos con cadmio. Es raro. Eso pensó en 2003 Scott Denton, patólogo forense del Condado de Cook, en Illinois, cuando tuvo que analizar el cuerpo de Russell Repine, uno de los pocos casos de este tipo de muerte registrados en Estados Unidos.
Es muy poco común y extremadamente raro encontrar un envenenamiento (intencionado) por metales pesados"
"Es muy poco común y extremadamente raro encontrar un envenenamiento (intencionado) por metales pesados", dijo Denton entonces. Explicaba que de los 400 homicidios que había investigado en siete años, sólo se había encontrado con un envenenamiento y fue por una sobredosis letal de drogas ilegales.
Más cercano en el tiempo el caso del trabajador de una empresa de accesorios metálicos de Schloss Holte-Stukenbrock, en Renania del Norte-Westfalia (Alemania). En 2019, un tribunal le condenó a cadena perpetua por envenenar los almuerzos de sus compañeros de trabajo.
Este empleado trabajó en la empresa durante 38 años y durante décadas se dedicó a añadir a la comida y bebida de sus compañeros metales pesados como el plomo, el mercurio y el cadmio. Fue detenido después de que otro trabajador notara la presencia de polvo blanco en sus sándwiches y convenciera a la empresa para instalar una cámara oculta.
Uno de los afectados cayó en coma y sufrió daños cerebrales permanentes. Otros dos empleados sufrieron daños renales crónicos irreversibles por la exposición al plomo y al cadmio.
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