Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Un tartazo a la Gioconda para salvar el planeta

El cuadro La Gioconda, la pieza estrella del museo del Louvre de París y una de las obras de arte más famosas del mundo, sufrió este domingo el ataque de un visitante, que, disfrazado de anciana en silla de ruedas, le ha lanzado una tarta provocando el caos entre los que allí se encontraban.
El cuadro La Gioconda, la pieza estrella del museo del Louvre de París.
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El cuadro La Gioconda, la pieza estrella del museo del Louvre de París y una de las obras de arte más famosas del mundo, sufrió este domingo el ataque de un visitante, que, disfrazado de anciana en silla de ruedas, le ha lanzado una tarta provocando el caos entre los que allí se encontraban.

Un tarado disfrazado de señora en una silla de ruedas lanza una tarta a la Mona Lisa. El titular llama la atención y hay que ir a la noticia para entender que la mancha se ha quedado en el cristal protector. Como suele suceder, los testigos graban el momento con sus teléfonos móviles y podemos ver al autor de la fechoría disfrutando de su minuto de gloria. Lanza unas rosas y afirma que ha hecho esto para salvar el planeta, quiere que todos los artistas reflexionen con él.

Evidentemente, el efecto y la causa no tienen coherencia alguna. Un tartazo contra una obra de arte no va a cambiar nada. Quizá habrá que aumentar la seguridad, restringir el acceso y alguna otra medida, pero el planeta bendito no se salvará o se dejará de salvar por esto. Estamos ante una caricatura, una deformación grotesca de la realidad, no cabe duda, pero no es menos cierto que vivimos en un mundo en el que los efectos y las causas hace tiempo que son lo menos importante.

"Es muy normal encontrarse desafíos absurdos que no tienen que ver nada con la causa a la que se supone que benefician"

Es la vanidad, amigos. La vanidad es la que pone en marcha, por lo general, una gran cantidad de movimientos solidarios, concienciadores y sensibilizadores. Sí que hay una buena intención de fondo, una causa loable que se va difuminando poco a poco y que termina desdibujada, pero el motor es otro. Ver, ser visto, cumplir un sueño, realizar una aventura que siempre se había tenido en mente, dar guerra, coger un año sabático, etc. En este contexto es muy normal encontrarse desafíos absurdos que no tienen que ver nada con la causa a la que se supone que benefician.

No sé quién va a dar la vuelta al mundo en velero para luchar contra no sé qué enfermedad rara. El otro se va en bicicleta a China para denunciar una injusticia. Uno se tira en paracaídas porque quiere un colegio mejor para sus hijos y hay algunos que deciden empezar a correr o a caminar para luchar contra el cáncer. Puede que saquen fondos y los donen, eso está claro, pero quizá podrían hacer otras cosas más rentables para la causa a la que pretenden ayudar.

Parece que pasó la moda del destape con el calendario solidario, pero ya volverá. Más de lo mismo. Los famosos que concursan en la tele y donan el premio a organizaciones benéficas: tres cuartos. Las influencer que van a hacerse la foto al campo de refugiados, la famosa con el pañuelo, el tonto del chaleco. No salimos de la superficie. Habrá que tener cuidado. Quizá la concienciación y la sensibilización tengan muy poco que ver con la conciencia y la sensibilidad. 

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