El baile de PP y PSOE con el mantra de "la lista más votada": en contra cuando gobiernan, a favor cuando están en la oposición

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo.
EUROPA PRESS
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo.

Como el turrón por Navidad, el mantra de que debe gobernar "la lista más votada" siempre vuelve. Esta vez, gracias al recién estrenado presidente del Partido Popular (PP). Alberto Núñez Feijóo le ha lanzado la petición al jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, para evitar que la coalición con Vox que se acaba de formar en Castilla y León sea una costumbre a partir de ahora allí donde los populares no consigan mayoría absoluta. El también secretario general del PSOE ha rechazado la propuesta, por lo que, de nuevo, no habrá acuerdo. Y es que, lo que sí es una costumbre es que los dos grandes partidos no coincidan al respecto porque su postura varía según dónde estén: gobernando o en la oposición.

"Creo que una forma de darle estabilidad institucional a nuestro país es un acuerdo para que gobierne la lista más votada", señaló Feijóo en una entrevista en El Confidencial el pasado miércoles, defendiendo que esa siempre ha sido su postura y criticando que el PSOE gobierne con "cualquiera", citando a "nacionalistas, regionalistas, provincialistas o populistas". Cierto es que el mantra lo ha defendido la formación que ahora dirige, pero no siempre, pues su antecesor, Pablo Casado, dio un golpe de timón tras las elecciones andaluzas de 2018. Después de 41 años de gobiernos socialistas, el PP, que quedó segundo, podía alcanzar la Presidencia con un pacto con Ciudadanos apoyado desde fuera por Vox.

Así pasó. Y el PP enterró con hechos su idea para alcanzar San Telmo, el palacio presidencial de la Junta, con 26 diputados frente a los 33 que obtuvo el PSOE. Todo ello, sin contar que antes de que eso pasara, el propio Casado ya había traicionado dicho principio: no fue el más votado por la militancia en las primarias del PP, pero terminó como presidente del PP tras vencer a la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría al reunir el apoyo de un mayor número de compromisarios tras pactarlo con María Dolores de Cospedal, por entonces fuera de la carrera.

Ese hecho no le impidió que una de sus primeras propuestas en el Congreso de los Diputados fuera la modificación de la ley electoral (LOREG) para que la candidatura más votada obtuviera la mayoría absoluta. La condición era que dicha lista alcanzase el 35% de los votos. "Pasó en Castilla-La Mancha, en Cantabria, en la Comunidad Valenciana, en Aragón... en el Ayuntamiento de Madrid, el de Valencia, el de Palma, el de Valladolid, Zaragoza, Cádiz... Los socialistas se aliaron con Podemos para, con los peores resultados de su historia, sacar un resultado muy digno en cuanto al ejercicio del poder. No era justo que después de que los ciudadanos votaran, los perdedores se aliaran en los despachos", dijo en julio de 2018.

No obstante, ese ciclo electoral -que precisamente comenzó en Andalucía- hizo que Casado y el PP abandonaran el mantra de la lista más votada. Y así fue cómo se fueron consagrando varios de los actuales barones populares. Además del ya citado Moreno, Isabel Díaz Ayuso, presidenta madrileña, también quedó segunda en Madrid tras Ángel Gabilondo (PSOE) en 2019, pero gobernó con la suma de Ciudadanos y Vox. Asimismo, Alfonso Fernández Mañueco no logró ser el más votado ese año en Castilla y León, pero la coalición con Ciudadanos dejó sin aspiraciones a Luis Tudanca (PSOE). Solo Feijóo era presidente con una mayoría absoluta que luego renovó en 2020. Y aun así, en Galicia no se cumplió siempre su promesa. En Ourense, donde también ganó el PSOE, es alcalde Gonzalo Pérez Jácome, de Democracia Ourensana, que fue investido con el apoyo del PP pese a quedar tercero.

Este ejemplo fue el que utilizó el pasado lunes la presidenta de los socialistas, Cristina Narbona, para desdeñar la oferta de Feijóo. "La lista más votada en un escenario fragmentado va a necesitar de otros para gobernar", declaró, dando por hecho que a partir de ahora el Ejecutivo central siempre iba a estar formado por un gobierno de coalición. Una realidad que al propio PSOE le ha costado aceptar, ya que pese a que ahora rechazan la oferta de la lista más votada, también tuvieron una época donde era una de sus principales peticiones: 2019.

Ese año estuvo marcado por la repetición electoral en los comicios generales. Tras rechazar los partidos independentistas catalanes los primeros Presupuestos de Sánchez en la Moncloa, el presidente convocó elecciones generales el 28 de abril. El PSOE ganó con 123 escaños, un número que le hubiera permitido formar una coalición con Albert Rivera, de Ciudadanos, hasta llegar a los 180 diputados. La negativa del catalán, ahora fuera de la política, le dejó un único camino: pactar con Unidas Podemos. 

Fue entonces, ante la insistencia de los morados de entrar en el Consejo de Ministros, cuando Sánchez lanzó el planteamiento de reformar la Constitución. Más concretamente, el artículo 99 para que en la investidura no pudiera haber bloqueos. "Debemos encontrar un mecanismo que permita una investidura e impida coaliciones negativas que aboque a una repetición electoral", dijo. Unas palabras con las que contradecía al Sánchez de 2015, cuando en un artículo en el diario El Mundo escribió que "la lista más votada no era sinónimo de mayoría en el mundo de la democracia representativa".

No obstante, la historia es ya conocida. Sánchez no llegó a un acuerdo ni con Ciudadanos ni con Unidas Podemos, por lo que los españoles volvieron a ser llamados a las urnas el 10 de noviembre de 2019. Días antes, en uno de los debates entre los candidatos, volvió a insistir: "Si después del 10 de noviembre el Parlamento no acuerda la formación de un Gobierno, que se deje gobernar a la lista más votada". Eso sí, días después de las elecciones, Sánchez y Pablo Iglesias se pusieron de acuerdo para formar el primer Gobierno central de coalición, que todavía perdura. La idea volvió al cajón.

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