Del narcotráfico a la reinserción: el dinero de la droga que ayuda a extoxicómanos a volver a la sociedad

  • El Fondo de bienes decomisados al narcotráfico ingresa unos 30 millones anuales que se destinan a la reducción de la demanda y de la oferta de drogas.
Un agente de la Guardia Civil cuenta el dinero incautado en una operación de narcotráfico en una imagen de archivo.
Un agente de la Guardia Civil cuenta el dinero incautado en una operación de narcotráfico en una imagen de archivo.
GUARDIA CIVIL
Un agente de la Guardia Civil cuenta el dinero incautado en una operación de narcotráfico en una imagen de archivo.

Sentado en un banco de un parque de Barcelona, Ramón Flores, de 51 años, habla por teléfono. Rememora su vida, su servicio militar voluntario, su trabajo en Girona, su matrimonio y cuando todo se fue al traste. El divorcio, los días sin dormir, los cambios en su voz, en su físico, en su estado de ánimo, los porros, el éxtasis, el speed, la cocaína y la heroína.

Apenas dos meses antes, agentes de la Guardia Civil lanzaban una macrooperación contra el narcotráfico en Cádiz. Ese día entraron en 35 viviendas, detuvieron a 23 personas e intervinieron 15 millones de euros, la mayor cantidad incautada nunca al narco en España.

La droga, como generalmente se denomina a todas las sustancias psicoactivas ilegales, une ambos hechos, ocurridos a 1.100 km de distancia. Pero no solo. El dinero incautado por el Estado en operaciones como esta ha servido para que personas como Ramón hayan podido empezar a reconstruir una vida devastada por la adicción a las drogas.

Cuando lo que se incauta no es dinero, sino bienes materiales de los narcotraficantes como embarcaciones, vehículos de lujo o viviendas, se procede a una subasta pública una vez existe sentencia firme. Todo termina en el Fondo de bienes decomisados, dependiente del Ministerio de Sanidad y cuyo destino final es combatir la oferta y la demanda de drogas.

"Aproximadamente, entran anualmente unos 30 millones de euros", declara Luis Fernando Montero, subdirector general de gestión del Plan Nacional sobre Drogas, la delegación de la que depende el Fondo. "Para actividades de control de la oferta, fundamentalmente al Ministerio del Interior, va destinado en torno a un 40%, mientras que el otro 60% va dedicado a actividades de reducción de la demanda: prevención, rehabilitación, reinserción social, educación…".

Ramón Flores es uno de los beneficiarios de los programas de reinserción financiados por el Fondo de bienes decomisados.
Ramón Flores es uno de los beneficiarios de los programas de reinserción financiados por el Fondo de bienes decomisados.
Cedida
Yo llevo mucho tiempo limpio y pienso seguir sano, esto ya lo he superado y sé lo que hay, te puede dar lo mejor de lo mejor y lo peor de lo peor, un día de paz y otro de guerra.

La caída a los infiernos

La historia de Ramón es la de miles de personas de su generación. "Yo empecé a drogarme tarde, con 35 años. Se me juntó todo, la separación, la pérdida económica, la muerte de mi padre. Mi madre era gallega, una mujer dura, y lo supo soportar muy bien, pero yo estuve 10 años jodido".

Aunque con el cambio de siglo se dejaban atrás también los años más oscuros de la heroína, el abuso y el desconocimiento sobre el riesgo de numerosas sustancias hacía que miles de personas acabaran generando una adicción.

"Veníamos de la época de la locura de la ruta del 'bakalao', del éxtasis, el speed, el ácido… se creaba la figura del politoxicómano. Mucha gente cercana, amigos míos, acabaron completamente en la ruina".

Para él la ruina supuso la entrada en prisión, que también fue un punto de inflexión en su vida. "Me dije: 'Aquí no vuelvo ni atado'", recuerda, y eso requería dejar atrás sus adicciones. A partir de entonces, solo la muerte de su madre le hizo volver a consumir de forma esporádica y fue sobreviviendo, primero trabajando en un matadero de Girona y después malviviendo en Barcelona, donde acabó pagando la factura de años de consumo en un hospital, donde se le diagnosticó diabetes.

"Al salir del hospital no conocía a nadie, tengo una hermana, pero no me habla, así que fui a buscar un albergue en la ciudad. Centro residencial de necesidades básicas se llamaba, pero lo de residencial se lo podían guardar. Eran salas de 80 personas, literas con medio metro de espacio, taquillas en las que no cabía nada…".

Aquel albergue, sin embargo, fue clave para volver a reconstruir su vida. Los trabajadores sociales que le atendieron le derivaron a, Trabajando en Positivo, una fundación que se dedica a ayudar a extoxicómanos a reincorporarse al mercado laboral. Una fundación cuyos programas están financiados a través del Fondo de bienes decomisados del Plan Nacional sobre Drogas.

Un enfoque no asistencialista

"Hacemos una labor de orientación laboral donde fundamentalmente el protagonismo recae en la propia persona y nosotros somos facilitadores de ese camino", declara Julio López, presidente de Trabajando en Positivo. "Nuestro enfoque parte de que la persona asuma la responsabilidad de su proceso y que el camino hacia el empleo le lleve a participar de la comunidad y los recursos. Que la persona tome las riendas de su propio proceso".

Trabajando en Positivo recibió en 2020 casi 20.000 euros procedentes del Fondo de bienes decomisados para un proyecto destinado a que varias empresas acabaran incorporando a sus plantillas a personas con problemas de adicciones. Entre un 25% y un 30% de las personas que reciben la ayuda de esa ONG acaban encontrando trabajo y cumpliendo su contrato.

Algo más de 19 millones de euros fueron destinados desde el Fondo en 2020 a los distintos programas de reducción de la demanda de drogas que incluyen también proyectos de investigación y prevención.

"Si alguien piensa que el tema de las drogas es algo que se pueda eliminar, se equivoca, forma parte de la especie humana", declara Joan Ramón Villalbí, delegado de Gobierno del Plan Nacional sobre Droga. "Lo que intentamos es disminuir los problemas asociados al consumo, la frecuencia, el número de personas que lo hacen y que las personas que consumen tengan menos problemas y menos graves".

Este enfoque, que choca con el de la criminalización del consumo, no ha generado pocos debates éticos y morales entre los legisladores a lo largo de las últimas décadas. Hoy en día, en España, el cultivo, la elaboración y el tráfico de droga es delito, pero su consumo y tenencia solo constituye una falta administrativa cuando se realiza en espacios públicos.

"Las adicciones no son un problema moral, son una enfermedad y por tanto necesitan un tratamiento y la ciencia nos dice que hay abordajes que ayudan a minimizar las consecuencias negativas", declara el doctor Villabí. "Un usuario de drogas no es un delincuente, podemos considerarlo una persona que necesita ayuda, pero no es un delincuente, lo que es delito es la producción y el comercio, es decir, el tráfico de drogas".

Renacer de las ruinas

Para Ramón, que ahora vive en una residencia de inserción de los servicios sociales, la ayuda de Trabajando en Positivo se ha traducido en un "reciclaje completo" en sus conocimientos laborales. "Me he formado en nuevas tecnologías, ya se moverme en internet", asegura.

Encontrar trabajo sigue siendo una meta complicada a pesar de todo. Tuvo una breve experiencia laboral justo antes de la pandemia, pero “no funcionó”.

En cualquier caso, Ramón está totalmente convencido de haber dejado el pasado atrás: "No sentí ningún tipo de riesgo de recaída durante el confinamiento. Yo llevo mucho tiempo limpio y pienso seguir sano, esto ya lo he superado y sé lo que hay, te puede dar lo mejor de lo mejor y lo peor de lo peor, un día de paz y otro de guerra. Yo ahora mismo tengo muchos problemas, pero, aunque tomara alguna sustancia, ya sé que mañana seguiría teniendo los mismos problemas". 

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