El peligro de la Navidad: por qué vacunar en medio de una gran tercera ola puede retrasar la vuelta a la normalidad

Iluminación navideña en la calle Larios, en el centro de Málaga.
Iluminación navideña en la calle Larios, en el centro de Málaga.
DANIEL LUQUE / EFE
Iluminación navideña en la calle Larios, en el centro de Málaga.

Es la fábula de la cigarra y la hormiga, pero con las estaciones cambiadas: la ociosidad en invierno puede convertirse en amargura en verano. Mientras media Europa se cierra y se blinda para, al menos, mitigar el golpe de una posible tercera ola que cada vez más expertos coinciden en señalar que será inevitable, España todavía se debate sobre si levantar o no la mano con las restricciones durante las fiestas.

La inminente llegada a Europa de la vacuna contra el coronavirus ha llevado a varios Gobiernos a pedir un último esfuerzo a sus ciudadanos. Y es que la evolución de la pandemia en las próximas semanas será clave para poner fecha a la ansiada vuelta a una normalidad, pero sin añadidos.

"Todo lo que sean restricciones ahora, harán que la normalidad llegue antes. La manera de conseguir esta inmunidad de grupo del 70% va a ser solo a través de la vacunación", explica Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología.

"Si en los próximos tres o cuatro días no hay un cambio de tendencia estamos en la tercera ola. Hay que esperar a esta semana, que yo creo que va a ser crítica" expone, por su parte, María del Mar Tomás, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc). "La tercera ola puede ser incluso peor que ninguna ola que hayamos vivido, aunque conozcamos más la infección. No hay ninguna técnica de detección que pueda evitar el incremento de casos, lo único son las restricciones", añade la doctora.

El comportamiento de la población durante las próximas fechas "va a tener un gran impacto" en relación a cuando se podrá dejar de usar mascarilla y acabar con la distancia social, advirtió esta semana Sarah Gilbert, investigadora principal de la vacuna de Oxford en una entrevista en la BBC, en relación al caso británico.

En su conversación con la radio pública británica, Gilbert desgranó algunos de los principales problemas para la campaña de vacunación que podría traer consigo un repunte importante de los casos. Las entregas de las vacunas se verían afectadas, el personal encargado de administrarlas podría enfermar y una alta tasa de transmisión afectaría a si la gente podría acudir o no a los puntos de vacunación establecidos.

Y es que, para inmunizar a la población tienen que funcionar cada una de las tres patas sobre las que se apoya el proceso: suministros (almacenaje, viales, jeringas...), pacientes y vacunadores

Los sanitarios: sin vacunadores de poco sirve tener vacuna

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, aventuró el pasado domingo que a finales del verano que viene el 70% de la población ya habrá sido vacunada. Para cumplir ese pronóstico, si los primeros pinchazos comenzaran a principios de enero, habría que vacunar a unas 125.000 personas al día de media antes del equinoccio otoñal, un reto mayúsculo para el que harán falta todos los profesionales posibles.

Si los contagios se disparan -y tras ellos lo hacen los casos agudos y los graves- los sanitarios se enfrentan a un doble problema. Primero, la transmisión aumentará también entre los profesionales, por lo que disminuirá el número de vacunadores disponible, al menos en los primeros momentos, cuando no haya dado tiempo aún a inmunizar a todos. Y segundo: si el número de pacientes con Covid se incrementa habrá que dedicar recursos para tratarlos que dejarán de aplicarse en la inmunización.

"Si no se controla la incidencia de pacientes que motiva ingresos sanitarios, los recursos que se deben dedicar a vacunar a la población van a tener que estar ocupados en tratar a los pacientes que se infectan. Podemos tener la vacuna, pero complicar la logística por eso. Es muy importante que la gente sea consciente de ese aspecto colateral", afirma el inmunólogo López Hoyos. 

"Si ya el personal sanitario es escaso, imagínate si no cubrimos las posibles vacunaciones. Si aumenta la presión asistencial en los hospitales pues claro que no va a haber sanitarios para poder llevar a cabo las campañas. Hay que evitar por todos los medios la saturación de los hospitales y la presión asistencial", apunta desde Seimc la doctora Tomás.

La población: la importancia de mantener la confianza en el proceso

Si la transmisión se descontrola, será más difícil poder garantizar con seguridad que las personas puedan acudir a los puntos de vacunación establecidos. Teniendo en cuenta el gran volumen de población a la que hay que inmunizar en el menor tiempo posible la cuestión no es baladí.

Otro pilar fundamental en el que coinciden los sanitarios consultados es la confianza en el proceso. La vacunación es voluntaria, por lo que es importante evitar situaciones que puedan generar confusión y puedan desincentivar el la participación.

"Hay que tener cuidado, si estás en medio de las vacunaciones y te infectas podemos pensar que la vacuna no está siendo efectiva y eso no es cierto. La cuestión es que estamos en plena infección y no ha dado tiempo a que la vacuna haga su efecto", explica el presidente de la SEI.

Inmunizar con la incidencia en bajos niveles también puede ayudar a controlar mejor los rebrotes. Según una simulación realizada por investigadores, cuyas conclusiones ha publicado la revista Nature, aplicar la vacuna de forma estratégica a zonas con alta incidencia del virus puede reducir la mortalidad significativamente. 

Hacia el final de la pandemia

La pandemia no se podrá dar por concluida hasta que haya unos niveles de inmunidad global muy elevados, algo que a priori se antoja una quimera al menos durante el próximo año, debido entre otras cuestiones al reparto desigual de las dosis por el mundo. Sin embargo, cuanto más fluida y eficaz sea la vacunación, antes podrán permitirse los países con más recursos renunciar a algunas restricciones.

"Calculo, viendo como van las cifras de vacunas, como van los aumentos de incidencia, que en 2021 vamos a tener que estar todavía con mascarilla y esperando a que esté la población vacunada. Todo el año que viene. Ojalá me equivoque", concluye el doctor López Hoyos.

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