Cuando ya nada huele ni sabe como antes del coronavirus: "No soporto más que la tortilla de patata sepa a cartón"

La partida de test rápidos que adquirió el Ministerio de Sanidad y que se ha visto obligado a devolver porque su sensibilidad de detección del coronavirus es de apenas el 30% estaban homologados por la UE. Estas pruebas se compraron a un proveedor español, no directamente a la empresa china Bioeasy, que carece de licencia, como aclaró este jueves la propia embajada china. Así lo explicó este jueves la Moncloa tras la polémica desatada este jueves, cuando el diario El País desveló que los primeros test rápidos llegados desde China carecen de precisión a la hora de detectar el coronavirus.
Una sanitaria realiza una prueba PCR.
La partida de test rápidos que adquirió el Ministerio de Sanidad y que se ha visto obligado a devolver porque su sensibilidad de detección del coronavirus es de apenas el 30% estaban homologados por la UE. Estas pruebas se compraron a un proveedor español, no directamente a la empresa china Bioeasy, que carece de licencia, como aclaró este jueves la propia embajada china. Así lo explicó este jueves la Moncloa tras la polémica desatada este jueves, cuando el diario El País desveló que los primeros test rápidos llegados desde China carecen de precisión a la hora de detectar el coronavirus.

Es una sensación tan extraña que a María le cuesta explicarse, así que empieza por el principio: "Perdí el olor y el sabor completamente a finales de marzo, cuando di positivo en coronavirus". Recuerda bien la fecha porque por entonces estaba "superamargada, sin oler y sin saber nada".

Hasta aquí, es la historia de una paciente más que se quedó sin los dos sentidos a causa de la Covid. Una de tantas. Lo anecdótico viene ahora. "Un mes después de recuperarlos, empecé a oler algo raro", cuenta a 20minutos.es. "El mismo olor en distintos sitios: andando, en casa, trabajando... y solo lo olía yo".

- Pregunta: ¿Puedes describirlo?

- Respuesta: "Me olía como a dulce, a químico, a comida fermentada. Como a una fruta que se pone mala, pero no lo llegaba a identificar con nada".

- P: ¿Qué pensabas?

- R: "Pues no sabía si estaba en mi cabeza, si me estaba volviendo loca".

Esta sensación le duró a María un mes. En ese tiempo pensó de todo: que quizá tenía "un tumor cerebral", que quizá era algo que solo le pasaba a ella, que quizá, quizá, era psicológico. ¿Así era? Para nada.

Su amiga Cristina estuvo sin olor y sin sabor cuatro meses, hasta que en julio llegó un rayito de esperanza. Aunque fue una de cal y otra de arena. "Empecé a oler y a saber, pero me di cuenta de que no como antes. Me ha cambiado el olor de muchas cosas, pero sobre todo me pasa con la cebolla y el ajo, huelen diferente. También me vienen todo el rato olores como a químico".

A Raquel, que dio positivo en anticuerpos en el estudio de seroprevalencia del MInisterio de Sanidad, le pasa algo parecido. "Mi colonia, el desodorante, el jabón de manos... los huelo muy distintos. De hecho, he dejado de usar mi colonia porque ahora me huele fatal". Por cierto, a ella también le huele a "producto químico".

Lo de Julio va un poco más allá porque le afecta también al gusto. Tanto es así que la Coca-Cola y la Fanta le generan ahora rechazo, igual que la carne, el pan e incluso el agua del grifo. Y Dani no ha vuelto a comer con ganas. Tiene un sabor constante y muy desagradable en la boca que coloniza el resto de sabores: "No soporto más que la tortilla de patata me sepa a cartón". Desesperado, fue al médico de cabecera en busca de una solución, pero la única respuesta que le dieron fue la siguiente: "Quizá sea reflujo".

Lo cierto es que lo que les pasa a María, Cristina, Raquel, Julio y Dani tiene nombre y no, no es reflujo. Todos ellos padecen parosmia y es relativamente frecuente en personas que perdieron los dos sentidos a causa de un virus respiratorio, aunque en este caso la culpa la tenga el Sars-Cov-2. 

ALTERACIONES DEL OLFATO

  • Son cinco las causas habituales de pérdida de olfato: "las congénitas, es decir, la gente que lo tiene y que no lo sabe; las posvirales, como la Covid, la gripe o los catarros comunes; el traumatismo craneoencefálico; los fármacos, que pueden producir alteraciones como los quimioterápicos; y el tabaco, que es una de las más frecuentes", especifica el neurólogo David Ezpelta. 

    A esa pérdida total se le denomina anosmia, pero no es el único término que existe. Son muchas las alteraciones que se pueden dar en el olfato. La hiposmia, por ejemplo, es una reducción de la intensidad, mientras que la parosmia ocurre cuando algo huele de manera diferente. También existe la fantosmia, que se produce cuando un paciente huele un olor fantasma, un olor que no existe; y la cacosmia, cuando se reciben como desagradables e incluso fétidos olores habituales.

"Hay un 90% de los pacientes con anosmia (pérdida total del olfato) que recuperan el olor espontáneamente en el primer mes", explica el doctor Franklin Mariño Sánchez, otorrino del hospital Ramón y Cajal. "Pero luego hay un 10% que no y hay varias variantes. Puede ser que haya una pérdida de la intensidad, en ese caso hablamos de hiposmia. Pero dentro de esta hay varios tipos, como la parosmia, que es cuando hueles una cosa y detectas un olor diferente al real, o la fantosmia...".

- P: ¿Fantosmia?

- R: "Sí. Es un olor fantasma, un olor que no existe. Por ejemplo, puede estar          una persona respirando un aire normal y que de repente le huela todo a                quemado. Es un olor que no existe, como si fuera una alucinación". 

- P: ¿Y la parosmia entonces?

- R: "Cuando lo detectas diferente. Tengo muchos pacientes que me dicen 'mi perfume me huele como a azufre, como a cañería".

- P: ¿Habían visto esto antes del coronavirus?

- R: "Sí, es algo muy frecuente en anosmias posvirales. Lo que pasa que ahora con el coronavirus se han disparado. Tenemos las consultas llenas".

El doctor Jesús Porta, presidente de la Sociedad Española de Neurología, de hecho, coincide con Mariño. "A estos pacientes los hemos visto desde hace años, sobre todo por infecciones virales, que era lo que antes producían más anosmias hasta que ha llegado este maldito 'bichito'". 

Ejemplo de ello es el caso de una de sus pacientes, Paloma, que fue a su consulta hace tiempo por un virus diferente al actual. "A ella lo que más le chocaba era el café de por las mañanas porque para ella era un momento muy especial. De repente se queda sin olfato y cuando empieza a recuperarlo lo primero que huele por las mañanas es a putrefacción. La frase que me dijo cuando vino a mi consulta fue 'creía que lo peor que me podía pasar era perder el olfato, pero hay cosas peores'." 

- P: Pobrecilla...

- R: "Tenía toda la razón. Al final tenemos una emotividad asociada a un olor.  Imagínate que todos los olores de tu vida se transforman en algo desagradable. 

- P: ¿Tiene solución?

- R: "Ella ahora está perfecta. Al final esto es un dato de buen pronóstico. Es mejor que tengan esto a que no recuperen nada, pero para los pacientes es realmente desagradable, claro".

Lo que ambos profesionales trasladan es que estas alteraciones forman parte del proceso de recuperación de los pacientes, "suele ser una fase previa a la recuperación completa del olfato", aunque cada paciente es un mundo y cada proceso, diferente. Hay quien puede tardar hasta dos años en recuperarlo. "Es mejor tener una parosmia que no oler nada", continúa el doctor. 

¿Y EL GUSTO?

  • Los tres expertos consultados por este periódico se centran todo el rato en la pérdida del olfato, pero algunos afectados sufren también alteraciones en el gusto. La realidad es que está todo conectado, tal y como argumenta el doctor Franklin Mariño: "Es secundario a la afectación del olfato. El sabor de las comidas depende no solamente del gusto, que es lo que nos dice si un alimento es dulce, amargo, ácido o salado, sino también depende del nervio olfatorio, que es lo que nos va a decir si lo que estamos comiendo es pollo, carne... Entonces, cuando tenemos afectado el olfato, casi siempre afecta al sabor de las comidas, aunque esté preservado el gusto". En definitiva, la alteración del olfato puede afectar al gusto directamente y la recuperación se produciría de manera conjunta.  

Pero ¿por qué pasa?, ¿cómo actúa el coronavirus para que más del 40% de los pacientes pierdan el olfato de manera total? Es la gran pregunta para la que, todavía, no hay una respuesta clara. "Como la mayoría de la gente lo recupera, no creemos que sea un daño neurológico", explica por su parte el neurólogo David Ezpeleta. "Hay que quitarse la idea de la cabeza de que el virus entra en el cerebro, no es así", continúa, una idea que subraya Porta. "Lo que pensamos es que no afecta directamente a las neuronas sensitivas olfativas, sino indirectamente, a las células que hacen de sostén de las neuronas".

- P: ¿Y eso explica que una comida sepa a algo diferente?

- R: "Sí. Los sentidos solo son decodificadores. Donde vemos, donde oímos, donde olemos… al final es en el cerebro". 

- P: Ah...

- R: "Mira, es como si se te rompe un interruptor y el electricista te pone uno nuevo, pero el que corresponde a la luz del salón te lo pone al pasillo y el del pasillo al salón. Algo parecido pasaría en el cerebro".

- P: ¿Hay manera de tratarlo?

- R: "Fundamentalmente lo que hacemos es la rehabilitación olfativa. Les damos una serie de olores y tienen que intentar memorizarlos".

Sobre ese entrenamiento olfativo, se explaya un poco más el doctor Mariño. Él considera que esa rehabilitación "es el único tratamiento que ha demostrado ser efectivo en los virus respiratorios, aunque todavía está en estudio si será efectivo con el coronavirus".

- P: ¿En qué consiste?

- R: "En someter al paciente a ciertas sustancias olorosas varias veces al día y hacer una especie de rehabilitación del olfato. Entonces, tiene que pensar y evocar recuerdos sobre los olores, cómo los olían antes y tienen que someterse al olor en un periodo prolongado, mínimo de tres a seis meses. 

- P: No parece sencillo...

- R: "Es lo único que ha demostrado en otros virus respiratorios que acelera la recuperación y es lo que estamos haciendo".

La gran pregunta ahora es si todas esas personas que llevan meses con el olfato y el gusto alterados terminarán recuperándolos. Si la colonia de Raquel volverá a oler como siempre, si la tortilla de patata de Dani dejará de saber a "cartón" o si Julio podrá beber agua del grifo sin poner mala cara. Lo desean con fuerza, pero ¿será posible?    

- P: La pregunta del millón, doctor Mariño: ¿terminarán recuperándolo?

- R: "No sabemos todavía con el coronavirus. Pero con otros virus respiratorios sí hay gente que no lo recupera nunca, aunque son un porcentaje muy pequeño".

- P: Y usted, ¿doctor Porta? 

- R: "Lo recuperarán casi con total seguridad". 

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