Camareros, profesión de riesgo en la desescalada: "De 10 clientes, 8 no llevan mascarilla; creen que es una broma"

  • Camareros que trabajan en distintos puntos de España cuentan a 20minutos sus experiencias y sus principales quejas.
Un camarero protegido con mascarilla atiende a una mesa de una de las terrazas abiertas en el Parque de El Retiro
Un camarero protegido con mascarilla atiende a una mesa de una de las terrazas abiertas en el Parque de El Retiro
Marta Fernández Jara - Europa Press
Un camarero protegido con mascarilla atiende a una mesa de una de las terrazas abiertas en el Parque de El Retiro

Desde la fase 1 de la desescalda ya se permitía la reapertura de las terrazas de bares y restaurantes con aforo limitado. De hecho, España, junto a Italia, son los dos grandes países de la Unión Europea que han reabierto los bares antes que los colegios. El primer día de su apertura salieron imágenes de aglomeraciones que muestran que la gente tenía muchas ganas de volver a los bares.

Esta vuelta se enmarca dentro de la transición a "la nueva normalidad" que implica un aforo limitado, mesas separadas para mantener los dos metros de distancia de seguridad, mascarillas, dispensadores de gel, un máximo de 15 personas en una mesa (dependiendo de la fase), etc. Son muchas medidas de higiene y de seguridad que han tomado los establecimientos pero también existen medidas para los clientes. 

Los camareros resumen esta vuelta con una palabra: "caos". Estos trabajadores, desde distintos puntos de España, cuentan a 20minutos sus experiencias y sus principales quejas sobre el comportamiento de los clientes. Y lo resumen en que la mascarilla no es una pulsera" o gafas de sol ni sirve para tapar la papada; los dispensadores de gel no están de decoración y no está permitido el autoservicio por mucho que pienses que el camarero "está tardando una hora" en servirte o en cobrarte.

"La gente piensa que es una broma. De cada 10 clientes que entran al local, 8 lo hacen sin mascarilla"

Damián: "Si no es por todos, de esta no salimos"

Damián, de 26 años, es un camarero que vive en la Puebla del Caramiñal, A Coruña. El joven cuenta que en este pequeño pueblo "el tema de la Covid-19 no afectó mucho". Por eso, la gente "piensa que es una broma". "Obviamente, no todos, pero de cada 10 clientes que entran al local, 8 lo hacen sin mascarilla, y 7 no se limpian las manos con el desinfectante de la entrada", critica. Añade que lo peor es que algunos "se ofenden" cuando les exige hacerlo. 

"La gente mayor, que es la que tiene más riesgo, es la que más pasa del tema. Ni uno se pone la mascarilla"

Según su experiencia, Damian asegura que la "gente mayor, que es la que tiene más riesgo, es la que más pasa del tema. Ni uno se pone la mascarilla". "Familias con niños pequeños hacen más caso".

Una de las cosas que se ha llevado el coronavirus son las cartas y menús de bares y restaurantes, que han sido sustituidos por los códigos QR. Estos lo están usando los comercios de hostelería para digitalizar sus cartas de menú y asociarlas con un código. Sobre esta novedad, Damian dice que es "un chiste absoluto" porque "las empresas se han gastado el dinero para que la gente no sepa ni lo que es y quieren una carta en papel". Algo que no pueden proporcionar los locales y a los clientes les está costando adaptarse. "Si no es por todos, de esta no salimos", concluye el joven llamando a la responsabilidad, 

Nohayla: "Vienen con ansia en todo" 

Nohayla, de 20 años, es una joven que vive actualmente en Valladolid porque estudia y trabaja ahí de camarera en un restaurante. Como el uso de la mascarilla viene para quedarse, la joven afirma que es "horrible" trabajar con ella. "Entre el agobio y las prisas no te deja ni respirar. Además, como en hostelería tenemos que llevar el pelo recogido, estar con la mascarilla puesta 8 o 9 horas es muy incómodo". Por ello, critica que algunos clientes vayan al local sin mascarilla y las dejan "en casa" cuando no se puede mover por el local sin ella. 

"El alcohol y sus efectos saca su lado alegre y se olvidan de las circunstancias y las normas que hay que seguir"

Lo que más destaca es que la gente va a los locales con "ansia en todo". "Es como si no han ido nunca a un bar. Intentas explicarle las cosas educadamente y se lo toman mal. Por ejemplo, cuando se acercan a una barra a pedir y les dices que no pueden por razones de seguridad, te contestan con un 'es que llevo esperando un buen rato'". Añade que tampoco respetan las distancias sociales.

"El alcohol y sus efectos saca su lado alegre y se olvidan de las circunstancias y las normas que hay que seguir", bromea la joven.

Pascual: "La barra se peta de gente"

Pascual, un joven camarero por vocación de Menorca, habla de un descontrol total. "No tenemos casos desde hace un mes, la gente aquí se lo toma a cachondeo y eso es preocupante", lamenta. Él dice que se siente desprotegido porque la gente apenas lleva mascarilla y no respeta las distancias sociales. "A la cuarta o quinta cerveza no les digas nada de la mascarilla".

El otro problema es la barra, que ya se permite en la fase 3. "Se peta de gente y aunque no se conozcan de nada se acercan y se abrazan". El joven dice que no sirve de nada denunciar porque las fuerzas de seguridad no están haciendo nada al respecto.

Pascual cuenta que en la isla parece que no hay una "nueva normalidad" sino "la normalidad de toda la vida". 

Gema: "Me da mucha ansiedad ver a la gente tan despreocupada"

Gema, de 25 años, trabaja en un restaurante en Madrid que no tiene terraza y explica que el comportamiento de la gente es tan preocupante que prefiere quedarse en la cocina y no salir de ahí. "¿Entran con la mascarilla? Sí, pero al segundo se la quitan para pedir" y el "gel está en la puerta" pero "parece invisible" porque no lo usan. 

"Quieren sentarse en la barra cuando ya estamos avisando y saben que está totalmente prohibido y aún así se quedan ahí como si no fuera con ellos la cosa", se queja. Cabe recordar que la Comunidad de Madrid está en fase 2 desde el pasado 8 de junio y en esta fase está permitido ocupar las mesas del interior del local, pero no la barra. 

"Lo peor es que yo pienso que seremos los trabajadores los primeros en caer como al principio de todo esto"

"Me da mucha ansiedad ver a la gente tan despreocupada y tan tranquila como si el coronavirus nunca hubiese existido. Son pocos los que entran con sus guantes, gel propio y mascarilla bien puesta. Además, lo de la mascarilla es un cachondeo porque parece que es un simple accesorio de barbilla". 

Gema lleva la mascarilla durante 10 horas seguidas y dentro de una cocina con los fugones y el calor insoportable. "Lo peor es que yo pienso que seremos los trabajadores los primeros en caer como al principio de todo esto", zanja. 

Recomendaciones para clientes

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha elaborado una serie de recomendaciones sobre cómo deben comportarse los clientes en un bar. Primero señala que los bares están tomando unas medidas de seguridad y higiene pero que no quiere decir que los camareros se conviertan en vigilantes. "Los usuarios deben ser responsables y comportarse correctamente respetando las normas de seguridad frente a la Covid-19, que todos estamos obligados a conocer". 

Inciden en la importancia de guardar la distancia de seguridad entre las personas. Además, siempre que sea posible, recomiendan desde la OCU, escoger espacios al aire libre como las terrazas y reservar con antelación. 

Se debe evitar y minimizar el uso de elementos que se comparten como servilleteros, palilleros, vinagreras o aceiteras, y si se hace, deben higienizarse entre usos de clientes diferentes. También aconsejan evitar compartir la comida. Otra medida básica es la limpieza de manos y el uso del gel desinfectante del que disponen todos los locales. "Lávate las manos con jabón o con gel hidroalcohólico al entrar, pero también al salir del local". 

Mientras el cliente no esté comiendo o bebiendo, es mejor que lleve  la mascarilla puesta, sobre todo cuando no sea posible respetar la distancia, como puede ser el momento en el que los camareros se acercan a tomar nota o a servir. Pero no hay que quitar y ponérsela constantemente, mucho menos dejarla en casa. 

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