El confinamiento en soledad: "Estaba frustrado, pero luego te acostumbras"

A Leticia, de 32 años, le llegó hace apenas una semana su guitarra nueva. No sabe tocarla, pero se ha propuesto dar sus primeras notas en el confinamiento al que la población española está sometida desde el pasado 15 de marzo. “Me gusta mucho la música; siempre me lo había planteado y pensé que por qué no aprovechar esta situación”, explica en una conversación telefónica con 20minutos en la que también cuenta que la guitarra no es lo único que le hace llevar bien un encierro que afronta sola. También se ha suscrito a Netflix, ha empezado a cocinar “como en su vida” lo ha hecho y ya se viste “de oficina” para trabajar sus ocho horas diarias. Además, a las 8 sale puntual a la pequeña ventana que comunica su casa con la calle para aplaudir y ver a sus vecinos de Chamberí: “Me hace mucha ilusión”.

A quien no ve físicamente pero sí por videollamada es a su amigo Miguel. Se conocieron trabajando en Nueva York y viven en calles paralelas. Él también pasa solo el confinamiento, como ella y como casi cinco millones de españoles, según la última encuesta continua de hogares del Instituto Nacional de Estadística (INE). Aunque eso no quiere decir que se sientan solos. “Yo estoy haciendo más llamadas que en mi vida”, dice ella. “Estoy continuamente hablando con amigos que antes incluso veía poco”, responde él, que también palia el sentimiento de soledad con pequeños gestos. Para Miguel, de 29 años, también es importante el aplauso de las ocho, al igual que otros detalles solidarios que se dan en su bloque de viviendas. “La portera hizo torrijas y nos dio varias a cada vecino”.

Videollamadas diarias también están haciendo Virtudes y Lola, vecinas de Alcobendas y Montequinto (Sevilla), respectivamente. Con 63 años, las dos pasan solas el confinamiento y son otro perfil muy común: dos de los 4,79 millones de personas que viven solas son mayores de 65, siendo mujeres tres de cada cuatro (el 72,3%). Además, ambas comparten rasgos entre sí: las dos están jubiladas y “buscaban continuamente la calle” cuando salir no estaba penado. Además, han descubierto el potencial de Youtube para hacer ejercicio. Una focaliza más en los brazos porque no para de andar por casa y la otra da clases de yoga.

De la misma forma, Fernando, de 33 años y habitante de San Blas (Madrid) es novato en ese deporte. “Es hasta temeroso decir que he empezado a hacer yoga porque solo llevo una clase”, dice mientras ríe. Pero sí, se ha propuesto practicar deporte y darle uso a unas mancuernas que compró justo antes del encierro obligatorio. Su “mejor compra de oportunidad”. Aunque, no obstante, defiende que no todos los días han de ser productivos. “Estamos en una situación emocional muy difícil, tampoco pasa nada por no hacer nada algunos días”, asegura, mientras que puntualiza que él se alegra de pasar solo la cuarentena. Sus seguidores de Twitter parece que compartirán ese deseo en breve. Ya ha hecho dos encuestas y aunque la opción de preferir pasar solo el confinamiento sigue perdiendo, ha recortado diez puntos porcentuales a las demás opciones en una semana.

A quien le cuesta un poco más lo de la soledad es a Roberto. Rondando la treintena, su caso no consta en lo publicado por el INE porque él vive con su novia, pero ella se fue a Cádiz en los días previos y la orden del presidente Pedro Sánchez de no moverse de casa le dejó allí. “Al principio estaba totalmente descolocado, frustrado, sin entender qué pasaba… luego te acostumbras”, argumenta. Para sobrellevarlo, ha empezado a componer canciones que luego sus amigos, de manera telemática, le montan. Ya lleva dos sobre el coronavirus. También ha pintado retratos de sus mejores amigos. “Me fui al paro justo en enero, así que intento establecerme unas rutinas”, cuenta, aunque le cuesta cumplirlas: “Ahora me estoy acostando a las seis o a las siete”.

El que no puede cumplir con sus rutinas es Anselmo. Con 90 años, estaba acostumbrado a pasear diariamente por el pequeño pueblo de Ávila en el que vive. También a recibir a la familia los fines de semana, algo que lleva sin hacer desde que empezó el confinamiento. Su nieto Javier cuenta que Anselmo ya solo recibe la visita de su primo una vez a la semana para recibir productos de primera necesidad y que no le dan sus gallinas, su única compañía desde el 15 de marzo.

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