La denominada como "alianza de las derechas" entre PP, Cs y Vox ha supuesto el final de cuatro décadas de gobierno del PSOE, un hecho que podría tener impacto a nivel nacional.

Al aceptar a Vox formar parte de la Mesa del Parlamento andaluz, PP y Cs abren el camino a los pactos con la extrema derecha en otros territorios. Todo ello a cinco meses de las elecciones municipales, autonómicas y europeas, en las que a nadie va a extrañar ya la irrupción de la formación de Santiago Abascal.

Para el PSOE, liderado por Susana Díaz, no será fácil superar el trauma de perder su poder en Andalucía tras haber ganado los comicios, aunque obtuvo el peor resultado de su historia, perdiendo 14 diputados.

Una victoria muy amarga que se lee como un fracaso por suponer el fin a 36 años de gobiernos ininterrumpidos en Andalucía y puede trasladar una imagen de debilidad cuando el Gobierno de Pedro Sánchez —que tampoco anda sobrado de estabilidad— intente sacar adelante los presupuestos.

El descalabro electoral de Susana Díaz tensa su ya difícil relación con la dirección federal del partido, que hasta ahora le ha dado su respaldo, pero está por ver qué ocurre cuando abandone el Gobierno y si vuelven a escucharse las voces que apelaban a una "regeneración" del PSOE andaluz.

De momento, el PSOE estalla contra sus adversarios políticos, habla de pacto "vergonzante" de la derecha con los "herederos del franquismo" y de una "traición a España, a los españoles" y a la "democracia".

Para el PP, la lectura es la contraria, saca pecho de su acuerdo con Cs y Vox, que va a hacer posible el "cambio" en Andalucía.

En palabras de su secretario general, Teodoro García Egea, es el "prólogo" de lo que acabará ocurriendo en el Gobierno de España porque están convencidos de que el PP "liderará los cambios" en otros territorios.

En Andalucía ese cambio lo encabezará Juanma Moreno, ocupando el cargo de presidente de la Junta, a quien muchos en la dirección nacional de los populares daban por amortizado tras haber apoyado en las primarias del partido a Soraya Sáenz de Santamaría.

A Cs, en cambio, el pacto de PP y Vox puede situarle en una encrucijada y alejarle de la imagen de partido centrista con la que se reivindicaba para desplazarle más a la derecha.

Desde la formación naranja se esfuerzan ya en explicar que su acuerdo programático en Andalucía es sólo con el PP, y que después "se ha sumado Vox".

Si bien tendrá que trabajar para que ese acuerdo no le pase factura en otros territorios, porque muchos les van a recordar que sus socios en Europa no pactan con la extrema derecha y que su candidato a la alcaldía de Barcelona, Manuel Valls, se ha pronunciado en contra de cualquier pacto con Vox.

Mientras, Adelante Andalucía, que aún se lame las heridas por su resultado electoral —perdió tres escaños y se quedó con el cuarto puesto— ha asumido el papel de oposición dura a "la derecha y la extrema derecha" y ha optado por quedarse fuera de cualquier pacto que implique "blanquear a Vox".

La falta de entendimiento de las izquierdas andaluzas ha bloqueado cualquier acuerdo previo de Podemos con el PSOE de Susana Díaz, otro elemento que deberá ser analizado a tenor de la desmotivación de su electorado.