Así fue la gestión que acabó con Caja Madrid-Bankia en quiebra

El presidente de Caja Madrid, Rodrigo Rato, intervirne durante una asamblea extraordinaria de la entidad madrileña.
El presidente de Caja Madrid, Rodrigo Rato, intervirne durante una asamblea extraordinaria de la entidad madrileña.
EFE/Chema Moya
El presidente de Caja Madrid, Rodrigo Rato, intervirne durante una asamblea extraordinaria de la entidad madrileña.

La divulgación de los correos electrónicos de Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid, ha permitido constatar la discrecionalidad con la que se administró durante 16 años la que llegó a ser la cuarta entidad financiera del país. Ahora, los ciudadanos pueden comprobar lo que durante años fue un comentario relegado a los círculos políticos y empresariales de la región: Blesa y el PP gobernaban 'su' caja a su antojo.

El poder que otorgaba la presidencia era tal que Esperanza Aguirre desató una batalla en 2009 para colocar al frente a Ignacio González y sustituir a Blesa, al que Alberto Ruiz-Gallardón amparaba. En medio de la contienda, llegó a publicarse que Blesa y dos miembros del PSOE pertenecientes al Consejo de Administración habían sido espiados. "Es la enésima vez que Nacho González y la rubia [por Aguirre] se llevan un revolcón", se jactaba Matías Amat, mano derecha de Blesa, en un correo fechado en 2009.

Cuando Mariano Rajoy terció y designó a Rodrigo Rato, ya era tarde para Caja Madrid. Bankia, su sucesora, acabó nacionalizada. Hasta 33 de sus dirigentes han sido imputados por la Audiencia Nacional. Así fue la gestión que propició el desastre:

Apadrinado de Aznar

Blesa, licenciado en Derecho en Granada y sin experiencia en el sector bancario, entró en el Consejo de Administración de Caja Madrid en 1993. Ascendió a la presidencia en 1996 de la mano de José María Aznar. Ambos eran amigos y habían aprobado juntos la oposición para ser inspectores financieros y de tributos del Estado.

La caja del tío Miguel

Los correos recopilados a petición del juez Elpidio Silva muestran que, desde su sillón, Blesa intervino para ampliar el crédito de una sobrina, facilitó la hipoteca a una familiar de la secretaria de Esperanza Aguirre, intercedió para evitar el despido del hermano del expresidente del Senado Pío García-Escudero y medió para perdonar la deuda de una inmobiliaria en quiebra a petición del exministro socialista José Barrionuevo. La novia de una de sus sobrinas ascendió en la empresa después de que él se interesara por su posición, como detalló eldiario.es.

Pero su cargo daba para más. Según reveló infoLibre, Blesa le buscó a Aznar un contrato como comisionista de Einsa, una empresa armamentística. En la operación participaba Jean Paul Agag, hermano del yerno del expresidente. Aznar ha asegurado que nunca concluyó ningún negocio ni cobró de Einsa.

Posteriormente, José María Aznar Botella recriminó a la negativa de Caja Madrid a comprar obras del artista Gerardo Rueda, amigo de la familia, por valor de 54 millones de euros. La Fundación Caja Madrid las valoró en solo 3 millones. "Con los pelos que se ha dejado por ti, es impresentable lo que has hecho", le espetó Aznar Botella en un mensaje publicado por El País. "La caja no es mi cortijo", respondió Blesa. Gallardón también le presionó, pero no logró sus frutos.

Los privilegios

El presidente y los principales directivos vivían a lo grande. La entidad pagaba una bodega con vinos de hasta 700 euros en la que Blesa tenía la exclusividad sobre las botellas más caras. Los miembros de la Comisión de Control y los vicepresidentes José Antonio Moral Santín (IU) y Estanislao Rodríguez-Ponga (PP) tenían tarjetas de crédito opacas a efectos fiscales con límites de gasto de hasta 50.000 euros al año. También contaban con ellas, al menos, Pedro Bedia y Francisco Baquero (CC OO) y Antonio Romero (PSOE). Los consejeros percibían dietas por su intervención en los distintos consejos de las entidades participadas por Caja Madrid.

En abril de 2006, Blesa compró una mansión de 6,7 millones de euros en Miami para organizar "fiestas y cócteles". En enero de 2008, los consejeros y sus acompañantes disfrutaron de un viaje de lujo de cinco días a gastos pagados en Cascais (Portugal). La excusa era celebrar una reunión del Consejo de Administración. En mayo de 2009 adquirió un coche blindado de lujo de más de 500.000 euros destinado a la Presidencia.

Las inversiones envenenadas

Un informe elaborado por los inspectores del Banco de España en septiembre de 2010 relataba que Caja Madrid había crecido con Blesa gracias a la concesión descontrolada de créditos de alto riesgo que eran refinanciados de forma sistemática para evitar impagos. Cuando Blesa abandonó, sufría una morosidad del 7,6%, el triple de la media del sector bancario. En otro informe de 2013, la Intervención General de la Administración del Estado calificó a la cúpula directiva de "imprudente e incompetente".

La entidad perdió alrededor de 800 millones de euros en inversiones como Mecalux, Sos-Cuétara o Iberia. Además, entró con un 21,8% del accionariado en el fracasado Parque Warner de Madrid. Prestó 1.000 millones de euros a la constructora Martinsa, que protagonizó la mayor quiebra inmobiliaria de Españas. También entregó 26,5 millones de euros a Gerardo Díaz-Ferrán y luego se los refinanció a pesar de que sus sociedades avalistas arrastraban una deuda de 348 millones. Caja Madrid llegó a otorgar créditos por valor de 131 millones de euros a familiares y sociedades vinculadas al empresario entre 2003 y 2010.

Y no era el único miembro del Consejo de Administración beneficiado. Moral Santín y Rodríguez-Ponga, además del propio Blesa, obtuvieron créditos, algunos de ellos, sin recibir autorización de la Comunidad de Madrid, como obligaba la Ley de Cajas de Ahorros.

La compra del City National Bank de Florida, por la que el juez Elpidio Silva le envió a prisión, también se hizo a espaldas del Ejecutivo y sin informes externos de valoración. Supuso pérdidas de unos 550 millones. Los consejeros de PSOE e IU apoyaron la operación.

Rafael Spottorno, director de la Fundación Caja Madrid y hoy jefe de la Casa Real, alertó a Blesa en 2009 del despilfarro de dinero de la entidad en el obelisco de Calatrava (14,5 millones), la Fundación 2 de Mayo de la Comunidad de Madrid (10 millones) o el Instituto Libre de Enseñanza (3 millones), estos dos últimos a petición de Aguirre y Aznar, respectivamente, según los correos.

Las preferentes

La Audiencia Nacional investiga a Blesa y seis de sus exconsejeros por planear la comercialización de las participaciones preferentes que han supuesto pérdidas de miles de euros a familias de todo el país. Caja Madrid ordenó no enseñar a sus clientes su argumentario interno sobre este producto complejo. La entidad, según documentos internos publicados por 20minutos, buscaba 'víctimas fáciles' a las que endosárselo. Entre los perjudicados hay personas incapacitadas.

En un correo de mayo de 2009, Blesa se jactó del éxito en la comercialización. "Récord histórico de colocación en producto en UN solo día [...] Y eso que habíamos engañado a los clientes", escribió el banquero.

Bankia, heredera de Caja Madrid, admitió en 2013 que intervino y casó precios en su mercado interno de preferentes (perjudicando a otros compradores) porque la Comisión Nacional del Mercado de Valores y el Banco de España lo permitían.

Rodrigo Rato

El expresidente del Fondo Monetario Internacional llegó en enero de 2010 con el aval de PP, PSOE, IU, CC OO y UGT. Su gestión precipitó la caída de la entidad.

A los seis meses, cerró la fusión con Bancaja, La Caja de Canarias, Caja de Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y Caja Rioja. La nueva BFA-Bankia nació con el visto bueno del Banco de España. En julio de 2011 salió a Bolsa a 3,75 euros la acción, un 15% menos que lo anunciado. El banco americano JP Morgan dirigió la colocación de los títulos y se embolsó 4,6 millones por su labor.

El 5 de mayo de 2012,   y ante los rumores de rescate, Rato fue obligado a dimitir. Dos días más tarde, el Gobierno rescató Bankia y le inyectó hasta 22.400 millones de euros de dinero público que se dan prácticamente por perdidos.

En junio de ese año, la Audiencia Nacional imputó a Rato y otras 32 personas por la gestión de la entidad. Según la investigación, Bankia salió a Bolsa con unas cuentas falsas. Después de presentar beneficios, acudía como una entidad con un déficit del capital de más de 19.000 millones.

La compañía que revisaba los balances, Deloitte, facturaba más a la caja por asesorarla que por auditarla. El comité de auditoría interna nombrado por los directivos estaba compuesto por un periodista, un empresario del sector del mueble, una exasesora de Esperanza Aguirre sin formación superior, dos licenciados en Derecho y un político del PP, Ángel Acebes.

Los directivos de las cajas que formaron Bankia cobraron 133 millones de euros entre 2007 y 2011. Además, obtuvieron créditos y avales de sus propias entidades por valor de 587 millones de euros. Estos dirigentes gastaron 19 millones en el proyecto de mudanza de la seda central a una de las cuatro torres de la Castellana, pero esta nunca se llevó a cabo.

Goirigolzarri y el ERE

El gobierno eligió a José Ignacio Goirigolzarri, reputado exdirectivo del BBVA, para pilotar la nueva etapa, en la que la entidad volverá a centrarse en los pequeños clientes. Las cuentas están saneadas, pero la concesión de créditos permanece estrangulada. Cuando se culmine el ajuste previsto en Cataluña, Andalucía y Canarias, el grupo habrá despedido a 4.500 personas y habrá cerrado 1.138 oficinas. Los madrileños ya no tienen caja de ahorros.

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