La gastronomía es una de las expresiones culturales más antiguas y variadas de la humanidad. A lo largo de los siglos, los diferentes pueblos han desarrollado sus propias formas de preparar y consumir los alimentos, según sus recursos, gustos y tradiciones. Pero, ¿cuál fue la primera receta de la historia? ¿Qué plato se considera el origen de la cocina?
Según los expertos, la primera receta de la historia fue un caldo, elaborado inicialmente sin recipiente. Los primeros cocineros de la historia fueron los hombres y mujeres del Paleolítico, que hacían un hueco en la tierra y colocaban en él piedras calientes. Luego, vertían agua sobre las piedras y dejaban que se calentara. Una vez que el agua estaba caliente, introducían en ella los alimentos que querían cocinar, como huesos o raíces. Al recibir el calor, los alimentos se cocinaban y transmitían su sabor y sus propiedades al líquido.
De esta manera, podían ablandar los alimentos que eran demasiado duros para masticar crudos, y posiblemente no tardaron mucho en averiguar que el líquido adquiría los sabores de los alimentos y que resultaban igualmente apetitosos y palatables.
Una sopa china de 20.000 años
En el yacimiento de la cueva de Xianrendong, en China, se halló lo que se considera uno de los primeros recipientes para caldo o sopa, datado en 20.000 años antes de nuestra era, durante la Edad de Hielo. Los restos de cerámica antigua muestran marcas de quemaduras, lo que sugiere que la usaban para cocinar.
Sin embargo, si queremos remontarnos a las recetas por escrito más antiguas del mundo, hay que hablar de las tablillas cuneiformes encontradas en Mesopotamia, y datadas en el año 1.700 antes de nuestra era. Otras recetas muy antiguas son tablillas localizadas en Babilonia o una receta descubierta en Egipto y escrita en un papiro para hacer lentejas.
El primer libro de recetas, o al menos el que se ha conservado parcialmente hasta nuestra época, es un libro escrito en griego a finales del siglo V antes de nuestra era, cuyo autor era Miteco de Siracusa. Y es que para los griegos, la sopa resultaba una de sus comidas más importantes y simbólicas, especialmente en la figura del conocido como 'caldo negro', una receta de sangre de animal con vinagre, sal y hierbas aromáticas que los espartanos tomaban antes y después de las batallas porque se le atribuían propiedades de vigor y fortaleza.
Con la expansión del Imperio romano, la sopa conquistó el mundo antiguo y en España se introdujo el gazpacho, inicialmente un plato de sopa caliente, que en la Edad Media se convertiría en el plato frío que ha estado alimentando a los pobladores ibéricos durante tantos siglos.
En la Europa medieval, la sopa adquiere el valor gastronómico que conserva a fecha de hoy y su consumo ya no se limitaba a un momento específico del día, además de desarrollar una enorme variedad de recetas e ingredientes, que terminaron culminando con la introducción de la cuchara como utensilio habitual en las mesas en el siglo XVII.
La trayectoria de la sopa muestra cómo la cocina ha evolucionado a lo largo de la historia, adaptándose a los cambios sociales, culturales y tecnológicos. Y también nos revela que hay algunos elementos comunes que perduran en el tiempo, como el uso de las plantas, los cereales y las carnes, así como el gusto por el sabor, el aroma y la textura de los alimentos.
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