Mercedes y Hamilton someten a chantaje a la FIA: las claves de la guerra por el poder en la Fórmula 1

Lewis Hamilton y Toto Wolff
Lewis Hamilton y Toto Wolff
Steve Etherington / Mercedes AMG F1
Lewis Hamilton y Toto Wolff

Pasarán muchos años y se seguirá hablando de la temporada 2021 de Fórmula 1 y, sobre todo, de su resolución. El Gran Premio de Abu Dhabi que cerró la campaña de la manera más épica posible puede ser un punto en el que la línea de continuidad de la competición se haya roto para siempre, y cuyas consecuencias están por ver.

A día de hoy, no se puede garantizar al 100% que Lewis Hamilton, heptacampeón del mundo y piloto con más victorias y poles de la historia, vaya a estar en la parrilla del próximo Gran Premio de Bahréin que abre la temporada 2022. El británico sigue sumido en un monacal silencio que, lejos de tranquilizar, alimenta los rumores de una espantada. Tiene contrato para este año y otro más, pero la Fórmula 1 ha enseñado innumerables veces que los papeles firmados tienen un valor relativo.

Paralelamente, Mercedes tampoco habla mucho. Centrados en la creación del presumiblemente temible W13 con el que intentarán volver a reinar, apenas una bienvenida a George Russell al equipo como segundo (¿segundo?) piloto, el encendido del motor y unos cuantos guiños a los éxitos de Hamilton en estos años han sido sus mensajes públicos hasta el momento. Que en las redes estén callados no implica, ni mucho menos, que no estén hablando.

El 'marrón' del nuevo presidente de la FIA: ¿debe 'decapitar' a Masi?

Mientras los rescoldos de lo vivido en Abu Dhabi aún crepitaban, Mohammed Ben Sulayem se hacía con el cetro de poder de la Federación Internacional de Automovilismo. El dubaití -no es un dato menor su nacionalidad- se encontró, casi sin tiempo a acomodarse en su nuevo despacho en la Plaza de la Concordia de París, con este panorama. Mercedes, el equipo que había reinado durante los últimos años y presente en varias competiciones (incluida la Fórmula E, uno de los ejes pivotales de su proyecto), estaba exigiendo una investigación.

El equipo que dirige Toto Wolff concedió la derrota con Verstappen días después de la carrera de Abu Dhabi, pero después de garantizarse una satisfacción por lo que entendían como una afrenta. Hamilton y su entorno dejaron caer en las redacciones más proclives a sus intereses la posibilidad de irse, y se sentaron a ver cómo los ríos de tinta conducían el barco a donde ellos querían.

Ben Sulayem no quiere empezar su presidencia con la Fórmula 1 patas arriba, por lo que accedió a emprender una investigación sobre lo ocurrido. Una forma muy elegante y sosegada de avanzar que habrá consecuencias. La competición afronta una temporada 2022 que será muy polémica, tanto por lo técnico (siempre que entra una nueva normativa se abre la veda a las ingeniosas formas de retorcer el reglamento) como en pista. 

Y culpa de ello, sin duda, la tiene Michael Masi. El director de carrera de la Fórmula 1 se ganó la enemistad de todos o casi todos los pilotos de la parrilla, no sólo por sanciones inconsistentes (lo que era castigado en un Gran Premio no lo era en otro), sino por un talante dictatorial, poco dado al consenso y con una mano izquierda sorprendentemente amplia en asuntos que debían ser más tajantes. Episodios como los accidentes de Silverstone o Monza, ambos con Lewis Hamilton y Max Verstappen como protagonistas, el esperpento de Spa y, sobre todo, las decisiones finales de Abu Dhabi le han colocado en la picota. 

Solo la destitución de Masi contentaría de manera plena a Hamilton, amén de darle la oportunidad de un discurso muy propio: sería la constatación de que el Mundial le había sido sustraído de manera ilícita por los caprichos de un hombre incapaz de sostener el peso de su cargo. Argumento más que suficiente para continuar en la Fórmula 1 en pos de la justicia deportiva, condimentada posiblemente con el asunto de la diversidad racial.

El pulso de Mercedes y un futuro incierto

La idea de que a Hamilton le robaron el Mundial ha calado hondo. El lobby de la prensa británica no tardó mucho en encender la mecha. Entre medias verdades, instalaron en el inconsciente de los fans angloparlantes que el título de Verstappen se había logrado entre nieblas y presuntos intereses de la FIA para favorecer a Red Bull, equipo que tiene mucho calado en las raíces de la Federación y que cuenta con notable poder económico en diversas competiciones. No es casual que la marca de bebidas energéticas sea promotora de no pocas carreras en diversos Mundiales. 

Todo este maremágnum de circunstancias y derivadas se resumen en una pelea por el alma misma de una Fórmula 1 en pleno proceso de renovación. La FIA bajo el mando de Jean Todt dejó soga larga a su competición reina, que con la llegada de Liberty Media en lugar de Bernie Ecclestone ha sabido actualizarse. No es casual la llegada de Netflix (causa y consecuencia de esta mayor exposición mediática), ni la mayor presencia en el mercado estadounidense, tan ansiado desde hace años. Si de la Federación de Todt hubiera dependido, no se habría 'NBAizado' tanto este deporte.

En Mercedes lo han sabido aprovechar solo a medias, y ven cómo con la nueva normativa se pueden convertir en una vieja casa nobiliaria sin apenas relevancia en la toma de decisiones. De esa investigación sobre lo ocurrido en Abu Dhabi no sólo se puede dirimir el futuro de Lewis Hamilton: puede determinar las posiciones de poder en la mesa donde se toman las decisiones de futuro. 

En caso de que la FIA se mantenga en un frente que no se alinee con los intereses de Mercedes (es decir, que no se pliegue a sus demandas), quizá la marcha de los alemanes a medio plazo (que ya comenzaron el año pasado al vender el 66% a INEOS y al propio Toto Wolff, con un 33% de la propiedad de la escudería a cada uno) se adelante mucho más de lo previsto. Y eso, para la Fórmula 1, sí sería un problema mucho más serio que una posible espantada de Hamilton.

La fecha del armisticio: el viernes del primer GP del año

En este contexto, si con la destitución de Michael Masi contentan a todos, que nadie dude de que lo van a hacer. Las reuniones y debates se alargarán aún un mes, y la investigación ocupará todo febrero. 

No será hasta el 18 de marzo, primer día del GP de Bahréin, cuando está previsto anunciar las conclusiones de la misma. 

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