Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La lección de Buenafuente: así pone contexto a la comedia que es fácil de criticar desde el presente

A las generaciones de hoy les perturban chistes de los que España se reía ayer.
Andreu Buenafuente y Fernando Esteso en 'No sé de qué me hablas' de Mercedes Milá e Inés Hernand
Andreu Buenafuente y Fernando Esteso en 'No sé de qué me hablas' de Mercedes Milá e Inés Hernand
RTVE
Andreu Buenafuente y Fernando Esteso en 'No sé de qué me hablas' de Mercedes Milá e Inés Hernand

A las generaciones de hoy les perturban chistes de los que España se reía ayer. Este peliagudo choque entre la experiencia y la juventud ha sido el eje central de la segunda entrega de No sé de qué me hablas, el programa de Mercedes Milá con la participación de Inés Hernand

En el acogedor plató de La 1, se han revisitado gags de Martes y Trece, se han recuperado conversaciones de Milá y Miguel Gila e incluso ha aparecido Fernando Esteso como invitado estelar que casi ha sufrido un tercer grado por aquel humor que representa. Aunque, cuidado, pues casi nunca sale ilesa la comedia extraída de sus contextos de complicidad con el público. De Gila a Broncano. Menos aún cincuenta años después de su representación pública. En ese caso, nos faltan los matices de la época. Por suerte, Mercedes Milá también ha invitado al estudio a Andreu Buenafuente. Su mirada ha aportado sabiduría sensata en tiempos en los que unos dicen que no hay libertad para hacer "humor" y otros cancelan a los cómicos viejos sólo por ver con las gafas de hoy épocas en las que no éramos como hoy.  

"Siempre sale a relucir el tema del presentismo. Ese prejuicio de juzgar según los parámetros del presente a el pasado. Ahí caemos todos, yo el primero", explica Buenafuente. Lo hace justo después de que el programa haya recordado a Fernando Esteso cantando aquello de "La Ramona Pechugona". Hoy sería burlarse de un cuerpo, en los setenta era un comediante atreviéndose a parodiar el típico cateto del momento. Un cateto que existía. Y que empezaba a quedar delatado. Era una crítica, como se sabía hacer entonces la crítica, a la España que les había parido.

Ahí es donde, a veces, chirría No sé de qué me hablas, sobre todo cuando hay una generación que trata con condescendencia a la otra. Esta vez, los más jóvenes sin demasiada argumentación más allá de no comprender el humor de décadas atrás. Misma condescendencia que suele sustentar los malos chistes que nos descolocan también en la actualidad. Pero antes de sentenciar a aquellos cómicos de los setenta u ochenta, lo justo sería plantear que todos venimos de ahí y hemos evolucionado en sensibilidad. Incluso contamos con más referentes. Sin embargo, parece que no hay margen para intentar entender. Gajes de la época de la indignación a toda prisa que vivimos y que estudiarán otros programas televisivos dentro de veinte años. En ese futuro, examinarán cómo la intensidad con la que consumimos las imágenes provoca que, a menudo, lo complejo se reduzca a una simplicidad en la que primero se ataca y luego se piensa. 

No es el caso de Buenafuente, que huye de la irritación que bloquea para sacar la empatía del buen cómico. Así logra hasta acercarnos mejor incluso al baboso cine del destape que representaba en el plató la comedia de Fernando Esteso:  "España salía de una oscuridad que olía a sacristía, rancio, cerrado y mal ventilado. Y, de repente, muere Franco y la manera que tiene la sociedad, o la que ellos entienden que es la manera, es el destape. Salía Susana Estrada y enseñaba una teta. Aquel enseñar una teta de los setenta era muy revolucionario. Había que estar ahí, el espíritu de la época era a tomar por saco todo". 

Andreu Buenafuente intenta no juzgar y descubrir. Lo consigue. Se acerca. Se aproxima. Nos hace entendernos. Porque nos entendemos cuando intentamos no quedarnos en el prejuicio. Es más, Buenafuente recalca a Milá que su viaje siempre ha sido compartido. Detalle fundamental, pues subraya que la vida se co-construye. De hecho, aquellos chistes que despertaban sonrisas también eran fruto de la cultura que nos envolvía, de las ignorancias de una nación que ha ido creciendo despacito

"Aunque se empeñen en decirnos que no, somos un país mejor, somos una sociedad mejor. Con muchos fallos, pero hemos aprendido. A base de hostias, con ayuda de las generaciones que empujan. No éramos culpables en aquel momento, éramos bastantes inmaduros como sociedad". Y, de esta manera, Buenafuente ha inyectado la relativizadora profundidad que nos inspira desde un programa que estaba a punto de quedarse en el vídeo instantáneo de TikTok de unos criticando a otros, un vídeo de TikTok de esos que olvidas a la vez que lo devoras.

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