Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Mercedes Milá e Inés Hernand, televisión pública contracorriente

'No sé de qué me hablas' ayuda a remediar uno de los problemas de la televisión tradicional actual.
Inés hernand y Mercedes Milá en No sé de qué me hablas
Inés Hernand y Mercedes Milá en No sé de qué me hablas
RTVE
Inés hernand y Mercedes Milá en No sé de qué me hablas

Uno de los problemas de la televisión tradicional en España es su incapacidad de intentar entender a las nuevas generaciones, que se van fugando a otros lugares porque habitualmente no están representadas en lo que ven, escuchan y sienten. A menudo, de hecho, se sienten tuteladas con cierto paternalismo que menosprecia aquello que desconoce.

No es el caso de Mercedes Milá, que ha regresado a TVE con la misma curiosidad que brilló hace cuatro décadas en la cadena pública. Porque la curiosidad joven es un motor vital sin fecha de caducidad. Así ha nacido este jueves en La 1 'No sé de qué me hablas', en un cálido plató naranjorojo, en donde público e invitados se entrelazan para ejercer el intercambio generacional que, también, junto a la incesante curiosidad, siempre ha sido base de los medios de comunicación. Escucharnos para descubrirnos, otro motor de la vida. Y de la tele.

En una televisión que ha caído en una miedosa parálisis escénica, Mercedes Milá no puede dejar de moverse por el plató. Incluso da la espalda a la cámara. No pasa nada, da igual. Prioriza tocar con los ojos a la gente que está a su alrededor. Entre el público, desde una de las gradas con sofás de la escenografía, asoma Inés Hernand. Como una más. Ella sigue el camino de tantas autoras de la comunicación que no permitieron que les dijeran como debían ser y como no. Lo mejor: Mercedes e Inés transmiten admiración. Otro, otro más, motor de la comunicación: el clima de admiración es esencial en cualquier grabación para lograr esa generosidad cómplice que no hay quien la pare y que escasea tanto en unas cadenas perdidas en las tertulias de titulares en estribillo. Cuando la tele es todo lo que no cabe en un tuit.

Pero 'No sé de qué me hablas' contagia la pretensión de conjugar las pluralidades que ejercen la comunicación al completo. Porque siempre se refiere a la pluralidad como ejemplo de reunir ideologías prototípicas en un medio de comunicación, pero la verdadera pluralidad es la que se abre a la profundidad de la diversidad social y creativa. Ay, la pluralidad creativa dónde se va quedando en una tele encerrada en su propio bucle. Quizá, por eso mismo, hay que aprender mucho del irónico pin-pon dialéctico de Mercedes Milá e Inés Hernand. Han venido a jugar desde un punto de encuentro bonito de ver. Porque la tele no es sólo hablar, también es saber filmarlo, otro motor más de las cadenas de siempre para destacar en la multipantalla que habitamos. La propia forma de abrirse la pantalla gigante del decorado como si fuera un biombo físico real ya define que se cuida el detalle para crear un reconocible y acogedor universo estético propio. Sólo necesitan tiempo para rodar y que el programa genere rutina. La paciencia tan importante... seguimos sumando motores decisivos de la tele. Más aún en tiempos de clics fugaces.

Ya en el primer programa, la primera invitada Maruja Torres nos enseña cómo las debilidades de los ochenta siguen rimando con las de hoy.  "Me preocupa que cada vez escriba peor. Se está olvidando un poco el placer de escribir y el placer que le das al lector para leer. Parece que lo único que importa es la noticia, y la noticia importa mucho. Pero también importa que se la de bien", dijo Torres a Milá en 1983 en Televisión Española. Y esta reflexión es extrapolable a 2023, claro. Todos los ámbitos comunicativos, los leas, los veas, los escuches o las tres cosas juntas, deberían crecer en los matices del género literario raíz del periodismo. El impacto no puede arrasar con la perspectiva que otorga la memoria. La rapidez no puede fagocitar la creatividad. El ingenio no es un zasca.

"¿Qué te preocupa ahora?", repregunta Milá a Torres cuarenta años después. "El soporte me importa menos que el contenido. No me gusta que el contenido sea corto, escueto, tonto, falso y no sea completo. Lo que falta no son periodistas, lo que faltan son buenas empresas". Sin pretenderlo o pretendiéndolo, está definiendo el porvenir de TVE: atreverse a donde otros no llegan. O pasan de largo. 'No sé de qué me hablas' es ese rellano que permite coger aire entre tanta escalera.  

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