La distancia física entre María y Pablo es la más notable en el documental 'Pombo'

Pombo Trailer oficial Prime Video España.
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María y Pombo y Pablo Castellano durante el rodaje del documental 'POMBO'.
Prime Video

María Pombo estrena el documental Pombo muy bien rodeada, ya que el protagonismo es compartido con todo el elenco de amigos y familiares que forman parte de su vida, lo cual lo hace interesante, precisamente porque podemos observar la conducta relacional de todos ellos: cómo interactúan, qué les une, qué les separa y en qué momento vital se encuentra cada uno, más bien cada pareja.

La psicología del documental daría para mucho, pero hay un aspecto que destaca notablemente por lo visual del asunto y es: la distancia personal.

Edward T. Hall fue un antropólogo e investigador intercultural estadounidense. Entre otros, desarrolló un concepto fascinante: la proxémica, el estudio de los espacios con el que se establecían las cohesiones culturales, sociales e íntimas. La premisa principal de su teoría es que existen reglas y límites espaciales a la hora de interactuar; que los seres humanos también somos territoriales y cada individuo posee una burbuja de aire a su alrededor que considera como suya.

Es decir, si no me conoces de nada, no puedes hablarme a dos centímetros de mi cara porque me sentiré invadido, intimidado, agredido. Ese espacio está reservado para el contacto afectivo intenso, la intimidad o el sexo. Por tanto, tampoco será normal que una pareja mantenga habitualmente una distancia tan amplia como la que se mantiene con un vecino o un compañero de trabajo. 

Si no me conoces de nada, no puedes hablarme a dos centímetros de mi cara

Cuando hay mucha confianza, cuando el vínculo es sano, la invasión de esa burbuja de aire se produce constantemente de forma natural y resulta agradable. Lo hacemos inconscientemente. Nos acercamos, nos orientamos, tocamos, acariciamos lo que nos gusta, lo que queremos, lo que nos atrae.

Esta disciplina, junto con otros factores de la comunicación no verbal, nos proporciona cómo podemos interpretar las aproximaciones / distancias personales para poder extraer conclusiones interesantes sobre la dinámica de un grupo. Nos puede dar datos sobre la atracción, el deseo, la dominancia, la agresión, incluso sobre las intenciones, los valores y prejuicios (racismo, por ejemplo). En fin, es un tema que da para mucho. Volvamos al documental Pombo.

En las fotografías se posa. Todos lo hacemos realmente, ofrecemos nuestra mejor versión para inmortalizarla. La imagen en pareja se publica siempre con una iconografía perfecta e idílica del amor más puro, todo son sonrisas y afecto.

Grabando horas y horas para un documental no se puede posar, al menos no tanto ni todo el tiempo, y esos gestos impostados de las fotos se acaban descuidando, se relajan y la espontaneidad y los vínculos relacionales por fin afloran de forma más realista y espontánea.

Es muy interesante que la propia familia declare, por ejemplo, que los más 'fríos' son la pareja formada por Lucía Pombo y su marido Álvaro. Podría parecerlo por la personalidad de ambos, pero para nada es así. Su complicidad atraviesa la pantalla, sin necesidad de besos constantes ni abrazos. Son un equipo, juntos sus miradas brillan, se divierten, comparten sentido del humor, se sonríen continuamente y, además, tienen conversaciones muy emocionales en las que ambos se validan. Quizás no tengan tanta proximidad física pero desde luego manifiestan intimidad, cercanía afectiva, afinidad. Muestra de un amor no tan pasional, pero sí de una fase estable y madurada de su relación.

Otra pareja extraordinaria es la formada por los padres de las tres hermanas Pombo. A pesar de los años que llevan juntos resulta asombroso que sean los más cercanos físicamente, casi siempre están en contacto físico, se tocan, se cuidan, se protegen, se vigilan, se admiran. Resulta maravillosamente impactante.

La hermana Marta Pombo y su reciente marido son el vivo ejemplo de una etapa más pasional. De hecho, toda la familia está de acuerdo en confesar que son los más 'empalagosos'. Se hablan con mucho amor, se echan de menos, se emocionan el uno con el otro en muchos momentos, se buscan. Llevan muy poco tiempo saliendo y continúan en la etapa inicial de 'enamoramiento'.

Sorprendentemente, María Pombo y Pablo Castellano son los que transmiten más frialdad. Y es que la distancia física suele ir acompañada de distancia o desconexión emocional en las parejas, por supuesto, concretando en esa etapa en la que se graba el documental. Ya sabemos que las relaciones amorosas pasan por muchos momentos y altibajos y parece que esos meses no fueron los mejores de su matrimonio. Cuando aparecen en pantalla juntos, siempre hay una barrera invisible que los mantiene con cierta distancia, demasiada. 

No se ven  abrazos sostenidos, caricias, complicidad, ni siquiera cuando uno de los dos se emociona y lo está pasando mal, hay algún leve toque, pero no se produce un consuelo explícito verbal/no verbal. Hasta les cuesta trabajo hablar bien el uno del otro. No son capaces de expresar, ni destacar los rasgos más positivos de su pareja, así se genera un momento tenso en pantalla que todos podemos detectar.

Casi ni se acercan en las tomas del sofá, se aprecia perfectamente la diferencia en sus espacios

Sin embargo, tal y como se aprecia en la fotografía que inicia este texto, no se tocan ni se abrazan, casi ni se acercan en las tomas del sofá, se aprecia perfectamente la diferencia en sus espacios con los de sus familiares, pero vemos el rostro de la expresión de tristeza en Pablo cuando María se derrumba. Buenas noticias. Sí que se mantiene un elemento muy importante entre ellos: contagio emocional, empatía. Ese detalle es muy positivo y puede optimizar el futuro de su vínculo:

"Hay amor mientras 'tú dolor me duela' y 'tú alegría me alegre'" (Walter Riso).

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