Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

El marrón del contenedor marrón

Presentación de los nuevos elementos orgánicos que incluirá el contenedor marrón.
Presentación de los nuevos elementos orgánicos que incluirá el contenedor marrón.
DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA
Presentación de los nuevos elementos orgánicos que incluirá el contenedor marrón.

Todas las ciudades son la misma. Da igual el color del ayuntamiento de turno. Existe una inercia que nos lleva a hacer lo mismo. Condenar el coche, mandar a la gente a vivir a las afueras, convertir el centro en un parque temático y la avenida principal en una estación de tren sin techo y colocar unas letras gigantes con el nombre de la ciudad para que los turistas se hagan fotos son algunas de las actitudes que se repiten en todas las ciudades españolas.

Toca ahora colocar el contenedor marrón con apertura electrónica para mejorar los resultados del reciclaje de los residuos orgánicos. Algunos municipios se han lanzado ya a promocionar este nuevo sistema mediante el cual quieren asegurarse de que el que desee reciclar las cabezas de las gambas lo haga bien. El abnegado ciudadano pide una tarjeta y tiene que llevarla para lograr abrir el contenedor y poder echar correctamente las peladuras de la manzana.

Hay gente que se está quejando ya y certificadores de noticias que ponen los puntos sobre las íes. La realidad es que existe una cierta fricción con la famosísima y compleja Ley de Protección de Datos y que, en un futuro incierto, se adivina la posibilidad de sancionar y de controlar a los que no salven el planeta como los políticos municipales de cada ciudad quieren que el planeta sea salvado. Hay mucho que explicar y bastante que defender.

Conviene recordar que el método de recogida de basuras que tenemos en España se denomina Sistema Integrado de Gestión, en el que la empresa que se encarga del reciclaje, paga un canon a los ayuntamientos y se beneficia del resultado final. Los ayuntamientos cobran de esta empresa y, además, siguen ingresando la tasa de recogida de basuras mientras convencen al ciudadano de que está haciendo el bien.

El abnegado ciudadano pide una tarjeta y tiene que llevarla para lograr abrir el contenedor y poder echar correctamente las peladuras de la manzana.

La alternativa sería el sistema SDDR (Sistema de Depósito, Devolución y Retorno) y en ella el ciudadano cobra algo por devolver envases y paga menos impuestos. Es muy recomendable mirar en la red el capital social de la empresa que, sin ánimo de lucro, se lucra de todo este movimiento desde hace muchos años y se gasta un dineral en publicidad para poder convencernos a todos de que sigamos trabajando gratis y salvar el planeta. De este modo, ellos, en sus corporaciones, seguirán teniendo un coste bajo de adquisición en materias primas, para seguir disfrutando del liderazgo en costes que es, como decía Porter, la más clara ventaja competitiva.

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