La vida de Lucía Rivera (25) no ha sido nada fácil, como ella misma dejó ver en su libro autobiográfico Nada es lo que parece, en el que abordó su realidad tanto personal como profesional. Ahora, después de vivir una temporada en Nueva York, la modelo habla como nunca de su familia desde su nueva residencia, situada en Milán, la capital de la moda.
Y es que, según ha confesado ella misma en conversaciones con la revista Elle, la razón de mudarse a la ciudad italiana no radica únicamente en la búsqueda de trabajo, sino también en la búsqueda de anonimato para, así, alejarse "del estigma de enchufada". Y es que, desde que, con dos años, su madre, la modelo Blanca Romero, se casó con el torero Cayetano Rivera -quien, además, decidió adoptarla-, su vida siempre estuvo condicionada por la afamada trayectoria de sus padres.
"En el colegio era 'la hija de' y todos conocían mi vida. Pero, gracias a Cayetano, no tuve la sensación de abandono paterno", ha recordado la joven durante la entrevista. Sin embargo, si hace un año se sinceraba sobre el trastorno dismórfico corporal y el TCA que sufre, la asturiana ha dado nuevos detalles de una importante faceta de su vida personal.
"Yo vengo de una familia desestructura, y lo digo abiertamente, porque pienso que hay que normalizar la palabra. Es una familia algo distinta al resto, pero mi relación con ella es muy buena", ha confesado Lucía.
En este sentido, pese a que no haya hecho alusión alguna a su relación con Cayetano, con quien que rara vez se deja ver, la modelo se ha deshecho en elogios hacia Blanca Romero. "Adoro a mi madre, aunque soy más su hermana que su hija, y en el 80% de las ocasiones parezco yo su madre", ha señalado.
Asimismo, Lucía también ha dejado caer su deseo de formar algún día su propia familia, si bien lo ha hecho lanzando lo que parece un mensaje velado hacia sus padres: "Tengo muy claro que sobre todo le daré estabilidad a mi hijo, y que voy a ser extremadamente protectora".
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