Hablan las víctimas del 11M veinte años después del atentado: "Me negué a darles el gusto de verme triste para siempre"

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Las víctimas del 11M hablan veinte años después.
Redacción
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Dicen que el tiempo es relativo y que cada uno siente su paso de una manera, pero Gastón, Vera, David y Félix, víctimas de los atentados del 11 de marzo de 2004, coinciden en que para ellos ese día se paró y, desde entonces, se han dedicado a "aprender a vivir de nuevo". Dos perdieron a pilares fundamentales de su vida y los otros sintieron peligrar la suya. El 11-M ha sido el atentado más sangriento vivido en España: 192 personas murieron y miles resultaron heridas por las bombas en los cercanías. 20 años después, las víctimas relatan a 20minutos cómo fue ese día y cómo ha pasado este tiempo para ellos. 

Gastón González y sus dos hijos sobrevivieron a las explosiones en un cercanías de camino al colegio y con este aniversario él busca cerrar una etapa y, así, "intentar desterrar el odio". Esteban, el padre de Vera de Benito, fue asesinado en Atocha cuando ella tenía nueve años. Por eso ella decidió, aparte de ser periodista, especializarse en prevención terrorista y viajar a Tánger para entrevistar a presos yihadistas. 

David Abad perdió a su hermana y, desde entonces, participa activamente en una de las asociaciones de víctimas "en busca de justicia", pero sigue siendo incapaz de no emocionarse al recordar a Eva Belén. Félix Alonso, guardia civil ya jubilado, viajaba en el cercanías que explotó en Santa Eugenia e inmediatamente empezó a colaborar con los sanitarios. Dos décadas después, continúa buscando respuestas. Estos son sus testimonios.

Gastón González: el fin de una etapa

Gastón González, chileno de procedencia, pero vecino de Madrid desde hace muchos años, invita a 20minutos a su casa para dar su "última entrevista" sobre el 11M. Entonces era periodista y acompañaba todos los días a sus hijos al colegio desde el Pozo hasta Chamartín, un viaje largo en el que aprovechaban la bajada de pasajeros en Atocha para sentarse. Iba el vagón lleno y ya había sonado el anuncio de la siguiente parada por lo que se trasladó con los pequeños para facilitar la salida de los demás, pero sin saber que esto les iba a salvar la vida. Poco después del anuncio recuerda "un fogonazo de luz, dejar de escuchar y perder el conocimiento".

Los viajeros que estaban cerca de la puerta actuaron de escudo humano para él y los niños. Al recobrar la conciencia, recuerda sorprendido cómo "la adrenalina y el cortisol" hicieron su trabajo y encontró a sus hijos que estaban fuera del vagón sanos y salvos. Los pequeños le recibieron con un: "¡Papá tápate! ¡Qué vergüenza!". Gastón llevaba la ropa hecha girones, metralla en todo el cuerpo, cristales en la cara y líquido cefalorraquídeo saliendo por su oreja, pero en ese momento entró de nuevo en el convoy, buscó "las mochilas del cole" y sacó a los pequeños de ahí.

ESPECIAL 11M. Gastón González. Superviviente Atentados 11M

Alguien a quien él sigue considerando un "ángel" le ofreció una llamada y marcó el número de su mujer para que avisara de que iban a llegar tarde tanto al trabajo como a la escuela. Los trasladaron al hospital Niño Jesús y sus hijos fueron atendidos por unos psicólogos que el progenitor asegura que les salvaron de "cualquier trauma" ya que los pequeños jamás han mostrado secuelas psicológicas aunque "vieron imágenes muy duras". Él estuvo ingresado tres semanas en el hospital, pero lo que recuerda con más pena es no haber podido acudir a votar. El año pasado terminó de recuperar la audición completa aunque conserva un tinnitus, un pitido suave, pero constante, que parece que le acompañará para siempre.  

Gastón reflexionó mucho sobre si concedía la entrevista al "ya no sentirse víctima". Después de 20 años está en otro momento de su vida y hace mucho que ya no tiene "lagunas ni pesadillas". "He tenido dos décadas extra y las he aprovechado lo mejor que he podido, pero con impotencia porque este regalo lo he tenido yo, pero otros no", cuenta. Este año el periodista cierra una puerta, pero no por "egoísmo", sino por "preocupación". "Los discursos de odio son las verdaderas bombas y están nuevamente en todas partes, cosa que a mí me remueve. El 11M se repite cada día en actos de intolerancia y es algo que tiene que parar".

Vera de Benito: un viaje a Tánger y una boda

Vera, hija de Esteban de Benito, asesinado en los atentados yihadistas en Atocha, recibe a este medio a pocos metros de donde sucedió todo con buenas noticias y ojos de ilusión. Ahora tiene 29 años, es periodista especializada en seguridad y viajó en 2019 a Tánger para entrevistar a presos terroristas e "intentar entender por qué hacen lo que hacen". Además, está en trámites para publicar un libro sobre testimonios de víctimas de atentados de todo el mundo y, "lo más importante" para ella: se casa. "Creo que es el momento más feliz que vamos a vivir en mi familia desde hace años", expresa, refiriéndose a su boda.

La madrileña recuerda que el 10 de marzo se fue a dormir "siendo una niña" y el 11 amaneció forzada a "convertirse en una mujer". De esos días conserva en la memoria "poco más que caos" y ver en su barrio, Santa Eugenia, escenarios que con nueve años "nunca debería haber visto". "Si es difícil para un adulto, para una chiquilla más. Los días posteriores yo no entendía nada, solo que mi padre ya no estaba. Con esa edad no sabes ni lo que es un terrorista", cuenta. 

Vera de Benito. Testimonios 11M

La joven asegura que el paso del tiempo no es un impedimento para tener presente siempre a su padre y que, según la temporada, "las pesadillas vuelven", pero que en el atentado ya piensa "muy de vez en cuando". "Soy incapaz de no sonreír cuando hablo de mi padre. Hay gente que no entiende que sea feliz, pero, cuando entendí lo que pasó, me negué a darle el gusto a quien hizo esto de verme triste para siempre. Recordarle no me provoca tristeza, es una forma de tenerle conmigo. Ahora que me caso me pregunto cosas como ¿a papá le gustaría este vestido? ¿Me pediría que pusiera a Café Quijano en la fiesta? Es terapéutico".

Respecto al perdón y al olvido, se muestra tajante. "Para mí perdonar implica olvidar y es imposible. No vivo con odio, el odio me sienta fatal, pero eso no implica que vaya a perdonar el asesinato de mi padre". Vera cree útiles los aniversarios para que la gente "que no lo sufrió tampoco lo olvide", pero se niega a creer que esto llegue a ocurrir porque "España aprendió mucho sobre terrorismo y fue un punto de inflexión". De Benito confiesa que seguramente sería periodista aunque "no hubiese pasado lo que pasó", pero sí cree que su profesión es su forma de aportar un "granito de arena para que algo así no vuelva a suceder y proteger a quien entonces no estuvo protegido".

David Abad: búsqueda de consuelo y de justicia

David Abad también se encuentra con este medio en Atocha. Su hermana Eva Belén fue asesinada en la estación por los terroristas y sigue siendo incapaz de no emocionarse al hablar de ella. Acaba de salir de trabajar, cuenta que su rutina no se ha modificado mucho desde 2004, pero entonces tenía 23 años y su hermana 30, ahora tiene 43 y participa activamente en una asociación de víctimas. La lucha por los derechos de estas le hace sentirse más cerca de un consuelo que está convencido de que probablemente "jamás alcanzará".

El 11 de marzo de 2004 comenzó como un día "normal y corriente" para él. Llegó temprano al trabajo, pero, pocos minutos después, su madre le llamó para contarle que habían explotado unas bombas y que no tenía noticias de Eva Belén. Este aviso hizo que le saltaran "todas las alarmas" y convenció a un compañero para que le acercara a la administración de lotería donde ella trabajaba. Una vez allí, sus peores sospechas se cumplieron: Eva no estaba. Lo siguiente fue recorrer todos los hospitales, pero fue el viernes por la tarde cuando recibieron la llamada para que fuesen a IFEMA a reconocer el cuerpo.

Especial 11m. Testimonio de David Abad

20 años después, asegura que el dolor de la pérdida sigue siendo "diario e insoportable" y que no vive los aniversarios de forma especialmente difícil porque para él "difíciles como el 11M son todos los días". El complicado acceso a terapia durante esos años le unió con otras víctimas y eso se convirtió en su desahogo. "Me impliqué muchísimo porque era una manera de buscar activamente justicia por mi hermana y por el resto de sus compañeros de viaje. Estar en la asociación y vivirla desde dentro me ha ayudado muchísimo. Ya he asumido que ni yo ni mi madre lo superaremos, pero sentir que hago cosas por Eva, es lo más cerca que voy a estar de conseguirlo". 

Félix J. Alonso: radio y búsqueda de respuestas

Félix J. Alonso, guardia civil ya jubilado, vivía entonces en Alcalá de Henares, pero ahora vive en Vicálvaro, a pocos kilómetros de Santa Eugenia, donde explotó la bomba del vagón donde viajaba. En un paseo por la zona narra a 20minutos que lo último que recuerda antes del estallido son los pitidos de cierre de las puertas. Inmediatamente después sintió caer la catenaria sobre el convoy y explica impresionado cómo algunos pasajeros huyeron por las ventanas, pero él se quedó quieto y llamó a su cuartel. Cuando salió y fue "un poco más consciente de la magnitud" prestó su ayuda a quien la necesitó. No sufrió secuelas físicas, pero se muestra convencido de que se salvó de quedarse sordo "por ir escuchando música en los auriculares".

El ex guardia civil "ha visto muchos cadáveres", pero nada como lo que sus ojos captaron ese día. Hay imágenes que, dos décadas después, le siguen atormentando. El sentido del deber le hizo cooperar con los sanitarios en "lo que pudo y le dejaron": trasladó heridos hasta el hospital de campaña y recorrió hospitales en moto en busca de información sobre compañeros. En una de las paradas recuerda que le ofrecieron "romero de la suerte" y se vio obligado a rechazarlo porque ese día ya había demostrado contar con "suerte infinita". 

Especial 11M. Félix Alonso Holguín. Superviviente Atentados 11M

Algunas semanas después "tocó fondo" y recurrió a ayuda profesional. "Lo primero que me dijeron es que no iba a olvidarlo jamás y me impactó, pero tenían razón. Con esto se puede aprender a vivir, pero jamás se supera. Los aniversarios ayudan a que los 'no víctimas' viváis 24 horas lo que yo vivo absolutamente todos. El truco es ocupar la mente para que la casa no se te caiga encima. Hago deporte, escribo, salgo con la moto o con mi hijo y cocino muchísimo mejor que la media".

En estos 20 años Félix ha escrito una novela y produce un programa de radio semanal en el que trata de dar respuesta y explicar los entramados del 11M. El agente confiesa que se ha convertido "de alguna manera" en su forma "de gestionar y canalizar el trauma" y que para él "un día más es un día menos para saber la verdad y hacer justicia". Cuando alguien le dice que lo hace por huir de sus pensamientos o que está loco se limita a reír y darles la razón. "Tengo derecho a estarlo, habría que verlos", finaliza. 

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