ENTREVISTA

María G. Zambrana: "La 'matrescencia' es un proceso físico y psicológico que implica autodescubrimiento"

María García Zambrano es escritora y abogada, divulgadora y activista de los derechos de la maternidad y la primera infancia
María García Zambrana es escritora y abogada, divulgadora y activista de los derechos de la maternidad y la primera infancia
CEDIDA
María García Zambrano es escritora y abogada, divulgadora y activista de los derechos de la maternidad y la primera infancia

Si alguna vez has estado embarazada o convivido con una, sabrás que en torno al embarazo existen una serie de mitos y lugares comunes que, a base de ser repetidos hasta la saciedad, se han convertido en verdades universales. Las erróneamente denominadas ‘nauseas matutinas’ que, por desgracia para muchas, en realidad no entienden de horario, o los antojos urgentes, que en ocasiones encierran más apetencia que emergencia, son algunos de los ejemplos más superficiales.

Hablamos de maternidad con María García Zambrana, escritora y abogada, divulgadora y activista por los derechos de la mujer y la primera infancia. Colaboradora fundamental de NatalMente y coordinadora de talleres de lectura y escritura creativa que sirven como grupos de apoyo en mujeres embarazadas y en posparto, nos descubre la realidad de la 'matrescencia'.

María, ¿qué nos ocurre a las mujeres durante el embarazo realmente?¡Muchas cosas! (ríe). Pero principalmente, el embarazo implica una serie de cambios biológicos y sociales en el cerebro de la mujer que, lejos de terminar con el parto, conviven con la madre durante mucho tiempo después de haber superado el posparto. En ocasiones, de manera definitiva y, hasta no hace mucho, de forma desconocida.

¿Desconocida? ¿Esto no se había estudiado?Tradicionalmente la ciencia y la medicina han obviado el cuerpo de la mujer por considerarlo poco fiable como objeto de estudio, debido en parte a sus cambios hormonales, demasiado variable para poder extraer de él conclusiones aplicables a gran escala. Por esa misma razón cuestionable habían dejado de lado el cuerpo y, con él, el cerebro de la mujer embarazada y de la recién parida. ​No es sencillo delimitar una causa determinada para la variedad emocional de un cerebro en el que multitud de sustancias campan a sus anchas. Especialmente cuando ese periodo de complejidad emocional es rechazado hasta por las propias mujeres que lo habitan que, condicionadas por el canon social de lo que se espera de ellas, sólo se permiten verbalizar los dos estados de ánimo oficialmente aceptados - “cansada pero feliz” - sin admitir que, en ocasiones, cansada puede esconder emociones como la tristeza, la decepción, el miedo o la soledad. Y que la felicidad también puede englobar sentimientos más concretos como la euforia, la gratitud, la sensación de plenitud o el enamoramiento.

Sólo se permiten verbalizar los dos estados de ánimo oficialmente aceptados: "cansada pero feliz"

En este sentido, ¿las palabras importan, verdad?El léxico es relevante, no existe lo que no se nombra. El lenguaje tiene una función integradora, recoge la realidad y le da forma. Con el objetivo de dar nombre al proceso de transformación que tiene lugar en la mujer en su camino a la maternidad se ha adoptado el término 'matrescencia'.

Cuéntame más. ¿Qué es esto de la 'Matrescencia'?Es el estudio de los cambios -físicos, psicológicos, endocrinos, cognitivos, emocionales e identitarios- que tienen lugar en la mujer al convertirse en madre. Más allá de ser una cuestión de equidad clínica y un paso hacia la reconciliación de la labor investigadora con ese otro 50% de la población con el que estaba en deuda, el desarrollo de este término implica un cambio de paradigma social que supera la visión clásica de la mujer durante el embarazo como mero vehículo o recipiente del bebé, una facilitadora necesaria del proceso de concepción, pero no su protagonista. ​La 'matrescencia' coloca a la mujer en el centro, legitima la importancia de la madre como objeto de estudio y permite extraer de esa transformación una serie de conclusiones basadas en la evidencia científica que proporcionan una explicación fisiológica a algunas de las emociones que tienen lugar durante la gestación. ​El término 'matrescencia' es el resultado de comparar la maternidad con el otro periodo de transformación extremo a nivel biológico y social que conocemos, la adolescencia. En la maternidad, como en la adolescencia, se produce una hiperespecialización de los circuitos cerebrales en la que las conexiones neuronales menos útiles se desechan en favor de la creación de nuevas conexiones orientadas a un resultado concreto, lo que da lugar a una configuración cerebral más eficiente. Durante la adolescencia, el resultado óptimo es la transformación del niño en adulto, durante la maternidad, el cuidado del recién nacido".

¿La Matrescencia es un concepto nuevo?Para nada. Fue enunciada por primera vez en 1973 por la antropóloga Dana Raphael, el término fue rescatado del olvido en 2006 por la psiquiatra Alexandra Sacks y actualmente está siendo puesto a prueba por distintos grupos de investigación entre los que destaca el español “Neuromaternal”, equipo del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Gregorio Marañón, liderado por la neurocientífica Susana Carmona, que ha encontrado evidencias de dos aspectos fundamentales en la configuración del cerebro materno: la anatomía del cerebro de las madres sufre cambios constatables durante el embarazo para adaptarse a su nueva situación; y que a medida que avanza el posparto, algunos de esos cambios producidos por la gestación revierten, mientras que otros y, en especial, aquellos que afectan a la percepción del Yo o a las áreas responsables de la inteligencia social y la capacidad para entender los pensamientos e intenciones de los demás (es decir, la habilidad de reconocer el lenguaje no verbal y la empatía), no lo hacen nunca. La hipótesis de esta investigación sugiere que una mayor adaptación cerebral intensifica la respuesta neuronal materna con su bebé y facilita el apego entre ambos.

¿Cómo se articula la Matrescencia para madre-bebé?Desde el punto de vista del recién nacido, esto supone su supervivencia en un entorno afectivo favorable para su desarrollo. Desde el punto de vista de la madre, la capacidad de comprender que su cerebro, plástico de manera natural pero excepcionalmente elástico durante el posparto y los primeros años de vida de su hijo, sufre una transformación adaptativa que da lugar a nuevos escenarios emocionales comunes a todas las mujeres. ​Las aplicaciones prácticas de esta premisa son prometedoras, de ahí que la divulgación de estos resultados sea necesaria. La educación de las madres en el funcionamiento de sus procesos puede ayudarles comprender y desmitificar una época emocionalmente exigente sabiendo que sensaciones como: la pérdida de identidad o el exceso de preocupación por todo aquello relacionado con el recién nacido no son un hecho aislado sino un sentimiento compartido, lo que eventualmente les servirá para poner nombre a sus estados de ánimo, expresarlos en voz alta sin sentirse juzgadas y crear vínculos con otras madres en su misma situación.

Por lo que veo, es un concepto que impacta directamente en la salud mental de las mujeres, es decir, es importante conocerlo.Totalmente. De hecho, con intención y voluntad, la divulgación de estos resultados puede servir también como base para diseñar nuevos protocolos sanitarios que tengan en cuenta las necesidades reales y contrastadas de las mujeres y rellene las carencias de las políticas públicas actuales que, incluso en un contexto social como éste, en el que el desarrollo emocional y la necesidad de desestigmatizar la terapia están completamente extendidas, se continúa relegando la importancia del acompañamiento psicológico de la madre durante el embarazo y el posparto, tanto en instituciones de salud pública como privada.
​Existe una relación directa entre la soledad y el desarrollo de trastornos psicológicos. Las madres que cuidan de un bebé se mueven en la ambivalencia de no estar nunca solas, pero encontrarse a menudo aisladas, alienadas por la carga de la crianza y una nueva identidad a la que acostumbrarse. Ponerle nombre a la causa de esa nueva identidad no la adultera pero la normaliza.
​La investigación en el campo de la 'matrescencia' no evita las dificultades que muchas madres hemos enfrentado, pero ayuda a desmontar el arquetipo tradicional de Madre con mayúsculas, ese personaje omnipresente y todopoderoso que emanaba instinto y dedicación a manos llenas, con el que muchas de nosotras hemos crecido y que ha creado una mística colectiva de expectativas inalcanzables para la mujer actual que, en la mayor parte de los casos, debe parcelar su jornada entre la vida profesional, la personal y la crianza, intentando mantener todas bajo control mediante la búsqueda de una excelencia imposible y sobrevivir a la falacia compartida de que las mujeres debemos poder enfrentarlo todo solas. La Matrescencia nos enseña que podemos estar cansadas pero felices, sí, pero con matices. Y que podemos hacerlo acompañadas. Sobre todo eso, acompañadas.

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