A FONDO

Un viaje que se remonta 8.000 años en el pasado: la evolución de las correas de los perros

  • La aparición de la correa extensible en el siglo XX marcó un cambio en la forma de pasear a los perros.
El mosaico de la entrada de la Casa del Poeta Trágico está hecho a mano con 5.000 teselas. Su función era alertar de la presencia de un perro peligroso dentro de la propiedad.
El mosaico de la entrada de la Casa del Poeta Trágico está hecho a mano con 5.000 teselas. Su función era alertar de la presencia de un perro peligroso dentro de la propiedad.
Codici Urbani de Italia.
El mosaico de la entrada de la Casa del Poeta Trágico está hecho a mano con 5.000 teselas. Su función era alertar de la presencia de un perro peligroso dentro de la propiedad.

En algún momento hace entre 30.000 años y la actualidad, cuando se estableció la fructífera relación entre los seres humanos y los primitivos perros domésticos, se produjo una situación que probablemente era nueva para ambas especies: la necesidad de mantener sujeto o amarrado al animal, ya fuera por seguridad o para mantener el orden.

La incorporación de este curioso instrumento para manejar a los perros y que hoy resulta un objeto de lo más mundano y familiar, aparece por primera vez en el arte rupestre en una imagen descubierta en Arabia Saudita, datada en más de 8.000 años, donde se muestra a un cazador rodeado de 13 perros, algunos de ellos con correa. Este hallazgo no solo documenta el uso temprano de correas, sino que también sugiere que mucho antes de que las poblaciones se establecieran, nuestros ancestros ya empleaban el control y el adiestramiento de los perros como aliados en la caza.

En la antigüedad y épocas clásicas

Desde aquellas evidencias más tempranas, también se retratan perros con correas en numerosos murales egipcios, que nos vuelven a indicar la importancia y la necesidad de controlarlos y guiarlos desde hace miles de años. Estas correas primitivas estaban hechas de cuero y de cuerdas de origen vegetal.

Un plato de cerámica exhibido en el museo Pushkin de Moscú y datado en el periodo Predinástico egipcio, entre el 4.500 y el 4.000, muestra una escena de caza donde el hombre tiene atados a sus cuatro perros. En la tumba de Nebamun, entre el año 1.479 y 1.458 antes de nuestra era, se encuentra una pintura que representa a una perra, con collar y correa, sentada debajo de la silla de su dueño. También aparece por primera vez en el antiguo Egipto la práctica de grabar el nombre del perro familiar en los collares.

La antigua Grecia cuenta con innumerables representaciones artísticas de perros con collares y correas, desde frisos, jarrones o murales. En el famoso mosaico de la Casa del Poeta Trágico de Pompeya, destruida por la erupción del volcán Vesubio en el año 79 después de nuestra era, y donde aparece la locución latina 'cave canem' (cuidado con el perro), se puede apreciar sin ninguna dificultad la cadena de eslabones que mantiene atado al animal.

En las antiguas civilizaciones asiáticas, donde el uso de textiles llevaba una ventaja significativa sobre el mundo occidental, también se observa la presencia de correas en el arte, a menudo con patrones intrincados y materiales más delicados, como la seda. Además, surge una tendencia innovadora en China: los collares y correas de los perros se realizaban como complementos estéticos para el atuendo de sus cuidadores, en su mayoría pertenecientes a la nobleza y la realeza.

El mosaico de la entrada de la Casa del Poeta Trágico está hecho a mano con 5.000 teselas. Su función era alertar de la presencia de un perro peligroso dentro de la propiedad.
El mosaico de la entrada de la Casa del Poeta Trágico está hecho a mano con 5.000 teselas. Su función era alertar de la presencia de un perro peligroso dentro de la propiedad.
Codici Urbani de Italia.

La Edad Media y el Renacimiento

A medida que las sociedades evolucionaban, también lo hacía la percepción de las mascotas, y sus roles se diversificaban notablemente. Durante la transición de Europa de la Edad Media al Renacimiento, el propósito de las correas comenzó a transformarse. Si bien seguían siendo herramientas de control, también adquirieron connotaciones de estatus tanto para el perro como para su dueño.

El cuero se destacó como el material principal utilizado para confeccionar collares y correas de perro durante estos siglos. Sin embargo, el diseño se volvió más personalizado, reflejando títulos y posiciones sociales. Se incorporaron escudos de armas, emblemas onomásticos y las familias adineradas adornaban las correas de sus perros con metales y piedras preciosas para exhibir su riqueza.

En la obra ‘La Chasse' de Gaston Phoebus III, conde de Foix (1387 - 1389), se dan instrucciones precisas de cómo deben ser las correas para los perros de caza de cualquier buen caballero que se precie. El conde recomienda que la correa tenga una longitud de tres y media brazas, aproximadamente seis metros, y que esté hecha de piel de caballo bien curtida.

En cualquier caso, una de las fuentes más asombrosas y bien conservadas sobre la ornamentación de collares y correas de perros son los siete tapices que forman parte de la obra canónica tardomedieval ‘Los tapices del unicornio’, datados entre 1495 y 1505.

En la colección de los tapices se muestran perros con elaborados collares decorados y correas finas y entrelazadas que reflejan ser propiedad de personas adineradas.
En la colección de los tapices se muestran perros con elaborados collares decorados y correas de cuerda fina que reflejan ser propiedad de personas adineradas.
Dominio público

El siglo XIX: La industrialización

La Revolución Industrial cambió muchas cosas, incluidas las correas para perros. Con la llegada de la producción en masa, se introdujeron al mercado materiales más duraderos y diversos. Las cadenas de metal se popularizaron, especialmente para los perros de tamaño robusto que requerían un mayor nivel de resistencia, mientras que los materiales más suaves continuaron siendo preferidos para perros de menor tamaño.

Este cambio en la disponibilidad de materiales también marcó un cambio en la mentalidad de los fabricantes y consumidores. Si bien anteriormente la atención se centraba principalmente en la estética, durante la Revolución Industrial, se valoraba más la funcionalidad. Las correas empezaron a estar diseñadas para ser más asequibles económicamente y más resistentes ante las demandas del trabajo y del movimiento en entornos urbanos y rurales.

El siglo XX: nace la extensible

Tras la finalización de las dos guerras mundiales, se vivió un aumento en la propiedad de perros, lo que llevó a innovaciones para atender la demanda y la creciente presencia de perros en entornos urbanitas. Nacen las primeras patentes para correas, collares y arneses de perros y también nace la correa extensible en la década de los 70, que podía extenderse y retraerse según la distancia del perro y se convirtió en un éxito instantáneo.

Tras este producto de origen alemán se encuentra el ingeniero mecánico y empresario Manfred Bogdahn, fundador de la famosa marca Flexi. Esta técnica permitió a los perros tener sensación de cierta libertad mientras se mantenían bajo control en entornos antropizados y ante la presencia de los automóviles.

El siglo XXI

En el siglo veintiuno hemos visto llegar correas y collares con luces LED integrados para los paseos nocturnos, la llegada de marcas de diseño cuyo valor por un conjunto suman cuatro o cinco cifras, alternativas con materiales veganos y llegamos a la última evolución: la correa magnética para perros. A través de un mosquetón magnético, el acoplamiento y desacoplamiento de la correa y el collar se vuelve muy sencillo, reduciendo los riesgos de los broches tradicionales.

Confiar en un imán para mantener a los perros bien atados no parece, a priori, un sistema seguro, pero las empresas fabricantes aseguran que el diseño cumple con todas las medidas de seguridad. La trayectoria de la correa para perros es un testimonio de la relación siempre en evolución entre los humanos y los perros. Desde las cuerdas primitivas hasta los imanes de alta tecnología, la correa para perros ha recorrido un largo camino, reflejando los cambios en nuestra sociedad y la forma en la que vivimos con los perros.

Referencias: 

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