Así es Aral, el mar que se convirtió en un desierto: ¿por qué desapareció?

Lo que anteriormente era un puerto pesquero y el sustento para comunidades enteras, ahora es un cementerio de embarcaciones.
Lo que anteriormente era un puerto pesquero y el sustento para comunidades enteras, ahora es un cementerio de embarcaciones.
Arian Zwegers / Flickr
Lo que anteriormente era un puerto pesquero y el sustento para comunidades enteras, ahora es un cementerio de embarcaciones.

Hasta no hace mucho, el mar de Aral era el cuarto lago salino más extenso del planeta, un hábitat lleno de vida que mantenía una próspera industria pesquera y sustentaba a miles de personas. En sus aguas habitaba una diversidad biológica notable, con más de 100 especies de peces nadando en sus profundidades. Ubicado entre Kazajistán y Uzbekistán, en Asia Central, el mar de Aral solía ser un vasto cuerpo de agua que abarcaba 63.000 kilómetros cuadrados.

Hasta finales del siglo XX, el Mar de Aral se extendía entre las regiones de Kyzylorda y Aktobe en Kazajistán y la región de Karakalpakia en Uzbekistán. Sus aguas, formadas durante el Pleistoceno, albergaban una rica variedad de peces como esturiones, truchas, lucios, barbos, siluros y carpas, que proporcionaban sustento a los pescadores de la región. Los humedales de sus deltas, por su parte, favorecían la agricultura y eran el hogar de una gran diversidad de fauna y flora. Pero el destino del mar de Aral estaba a punto de cambiar.

La ambición algodonera

Para impulsar la producción de algodón en pleno desierto con el propósito de convertir esta región de Asia Central en el mayor productor algodonero del mundo, la Unión Soviética desvió en la década de 1960 dos de los principales ríos que alimentaban el lago: el Syr Darya y el Amu Darya. Estos ríos, que antes fluían hacia el mar de Aral, fueron redirigidos para irrigar las tierras circundantes.

La sed de algodón se convirtió en la sentencia de muerte del lago. Su nivel de salinidad aumentó drásticamente, y sus aguas comenzaron a retirarse. Actualmente, el ecosistema original del mar de Aral se considera colapsado según los criterios de la Lista Roja de Ecosistemas de la UICN.

Consecuencias humanas y ambientales

La desaparición del Mar de Aral ha tenido un impacto ambiental y social catastrófico. Su superficie cubierta por agua no llega ni al 10% de su extensión original. La salinidad del agua se ha multiplicado, acabando con la vida marina y convirtiendo las costas en un páramo de sal. Las tormentas de polvo tóxico azotan la región, afectando la salud de la población y contaminando los campos de cultivo, y el lago se ha convertido en un cementerio de barcos. La región, una vez próspera, ahora está plagada de problemas de salud pública.

Las comunidades que dependían del mar de Aral para su supervivencia han sido diezmadas. La industria pesquera se ha extinguido, y miles de personas han visto cómo su medio de vida se ha esfumado, con el consecuente aumento del desempleo y la pobreza. Además, se ha registrado que la población cercana al mar de Aral han desarrollado predisposición a enfermedades pulmonares y otras patologías debido a la contaminación por fertilizantes y pesticidas.

En los años 80, el mar de Aral se dividió en dos partes debido a la disminución del nivel de agua. La parte norte fue salvada en 2005 con la presa de Kokaral, financiada por el Banco Mundial, y ahora se conoce como el Pequeño Mar de Aral. En contraste, la parte sur se secó y se convirtió en un desierto. Los expertos advierten que si no se actúa rápidamente, el agua restante en la parte uzbeka del mar de Aral desaparecerá de forma irremediable.

El mar de Aral, captado desde 1895 hasta 2021 por satélites de la NASA, y donde se aprecia la catástrofe medioambiental.
El mar de Aral, captado desde 1895 hasta 2021 por satélites de la NASA, y donde se aprecia la catástrofe medioambiental.
NASA / Wikicommons
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