La ciencia aporta nuevas evidencias de que el alzhéimer es médicamente "transmisible, pero no es una enfermedad contagiosa"

Primera transmisión del alzhéimer
Primera transmisión del alzhéimer
Primera transmisión del alzhéimer
Primera transmisión del alzhéimer en ocho personas sin herencia genética
WOCHIT

El hallazgo de alzhéimer en personas vivas sin edad avanzada ni herencia genética, pero que fueron tratadas siendo niños con la hormona del crecimiento, una polémica técnica que usaba glándula pituitaria de cadáveres humanos, ha supuesto un paso más para constatar que esta enfermedad neurodegenerativa puede ser, como ya se sospechaba, transmisible en algunos casos.

El descubrimiento, publicado este lunes en Nature, es un indicio de que las enfermedades neurodegenerativas pueden ser enfermedades priónicas, causadas por proteínas que son agentes defectuosos (mal plegados) capaces de transmitir esta forma defectuosa a otras variedades de la misma proteína sanas.

Miguel Calero, investigador en priones de la unidad de encefalopatías espongiformes del Instituto de Salud Pública Carlos III, reconoce que desde los años dos mil se estudia si las enfermedades neurológicas son de tipo priónicas.

"Cada vez hay más apoyo a la teoría de que son transmisibles, en el sentido de que se pueden transmitir, experimentalmente o de manera natural, pero es importante decir también que no son enfermedades infecciosas, que no son contagiosas como la gripe".

Así lo empatizan los autores del estudio británico de relieve esta semana: no hay informes de transmisión de beta amiloide (precursores del alzheimer) a través de ningún otro procedimiento médico o quirúrgico, y no hay evidencia de que la beta amiloide pueda transmitirse durante la atención rutinaria del paciente o en las actividades diarias, aseguran.

Sin embargo, el hecho de que se produzcan "estas raras situaciones" lleva a los científicos a pedir una revisión de las medidas actuales de seguridad de los pacientes para prevenir cualquier transmisión accidental a través de otros procedimientos médicos o quirúrgicos, "con el fin de evitar que estos casos ocurran en el futuro", en palabras del autor principal del estudio, John Collinge.

El trabajo recién publicado por Collinge documenta la transmisión médica del alzhéimer en un puñado de pacientes. Según Calero, anteriormente, en 2015, ya el mismo equipo de investigadores, de los más relevantes en la materia, había encontrado en en el cerebro postmortem de personas fallecidas por Creutzfeldt-Jakob después de ser tratadas con la misma hormona del crecimiento placas de beta amiloide, las causantes de la enfermedad de Alzheimer.

En una segunda investigación, explica Calero, los científicos usaron los mismos lotes de hormonas en ratones de laboratorio y su experimento probó el desarrollo de la patología en animales.

Con el hallazgo ahora de personas vivas que han desarrollado alzhéimer, se abre una nueva dimensión al estudio de la transmisión de las enfermedades neurodegenerativas, que habitualmente tienen un componente genético o se explican como esporádicas por la edad avanzada del paciente. Y se pone el foco sobre la transmisión iatrogénica, entendida como el daño no deseado ni buscado en la salud, provocado como efecto secundario en las intervenciones médicas.

Pedro Gil Gregorio, profesor de medicina en la UCM, jefe de geriatría del Hospital Clínico San Carlos y miembro del consorcio europeo de Alzheimer, hace la salvedad de que el hallazgo sea sobre cinco personas exclusivamente, con comorbilidades tales como tumores, que se sometieron a un tratamiento que no se aplica desde hace décadas.

Efectivamente, la hormona del crecimiento con glándulas de cadáveres, en el origen de la transmisión documentada ahora, se dejó de utilizar en 1985, recuerda Miguel Calero. Fue desechado por la transmisión de priones de Creutzfeldt-Jakob y "porque se hallaron otras recombinantes más seguras que las muestras humanas o de animales".

Para este experto, desde el punto de vista de la relevancia social del hallazgo, conviene destacar que tampoco se hace uso ya de duramadres de cadáveres (una fina membrana fibrosa que protege el cerebro y que se extraía antes para usarse como gasa tras la realización de enfermedades neuroquirúrgicas), sospechosas de transmitir proteínas beta amiloide.

El doctor Gil Gregorio ve muy limitada la proporción de diagnósticos que vayan a ser probados por transmisión a futuro, pero reconoce que el estudio es un "ojo, cuidado" con los tratamientos que se emplean en medicina, porque en gente joven pueden desarrollar formas de alzhéimer por contaminación externa.  

"Vienen a decir que tenemos que ser muy precavidos con la manipulación externa porque esta forma de transmisión existe, pero evidentemente la fiabilidad en este siglo en la administración de fármacos es mucho mejor", puntualiza.

También Calero subraya que la medicina ha mejorado sustancialmente sus estándares de seguridad. Y pone el ejemplo de los bisturís en neurocirugías, que se higienizan con esterilizadoras de priones, técnica que también emplean en las consultas de los dentistas.

A su juicio, lo siguiente sería demostrar que en el caso de otras enfermedades neurodegenerativas, como el párkinson, también puede ocurrir algo semejante a nivel de transmisión. "Y aprender de la biología de las proteínas, porque problema social no hay, dado que se han puesto las garantías médicas para que no ocurran estos casos de transmisión".

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