En la vida en general, y en política en particular, es importante ser oportuno. Uno puede tener unas ideas brillantes, pero si las aplica en el momento inadecuado, la iniciativa quedará abocada al fracaso. Así le ha pasado últimamente al PP, que pese a creerlo ganado todo antes de las elecciones generales, perdió el gobierno de España por una serie de errores concatenados que le situaron en la oposición.

Disponerse a negociar los ejecutivos autonómicos con Vox en plena campaña electoral fue uno de esos ejemplos que le pasaron factura.

Le ha sucedido, recientemente, con la iniciativa de disolución de partidos planteada como una enmienda a la totalidad a la ley de amnistía y que, ahora, ha desechado en las enmiendas parciales.

Se trataba de una propuesta para nada descabellada, pero que se lanzó en el momento más inoportuno. Introducir un nuevo debate que solo sirvió para desviar la atención, cuando el foco estaba en la ley de amnistía, fue uno de esos errores de bulto que no se puede permitir cualquiera que domine mínimamente las técnicas de comunicación.

El grupo popular, de manera acertada, ha eliminado ahora la propuesta de disolver partidos que promuevan una declaración de independencia o un referéndum ilegal en las enmiendas parciales y se centrará en la amnistía, una medida de gracia claramente contraria al espíritu de los ponentes que redactaron nuestra Carta Magna. Les invito a leer sus actas. Yo ya lo he hecho y quizás la propia Carmen Calvo también.

En un mes arriban las elecciones gallegas, estamos a vueltas con los pellets, Feijóo sabe que se la juega y tiene que hilar muy fino. Veremos en qué quedará ahora su don de la (in)oportunidad.