Los últimos artesanos espaderos de Toledo: "Mis espadas tienen alma, quien las compra se lleva un pedacito de mí"

Antonio. Forjando la historia. El último espadero.
Antonio. Forjando la historia. El último espadero.
Antonio. Forjando la historia. El último espadero.
Antonio Arellano pule una de sus espadas en su taller de Toledo.
Sergio García

Una multitud se agolpa en torno a una cabaña de madera. Un hombre ataviado como un herrero medieval sostiene una espada corta, un gladio, la espada reglamentaria de los legionarios de la antigua Roma. "Esta espada es el arma que más vidas había arrebatado hasta la I Guerra Mundial", dice mostrándola a su público, que le observa con atención.

La hoja, tan cortante y letal como la que manejaban los legionarios, ha salido de la forja del hombre que la sostiene. Es Antonio Arellano, el último de una larga estirpe de artesanos espaderos de la ciudad de las espadas por excelencia, Toledo. Cada día se desplaza desde su taller, ubicado en un polígono de la antigua capital castellana hasta el parque temático Puy du Fou, donde realiza un recorrido histórico por la evolución de la espada y muestra a los visitantes las artes de un oficio casi desaparecido.

"Yo soy quinta generación de artesanos, mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo y mi tatarabuelo se dedicaban a forjar, venimos del legado de Julio Pascual, que fue un gran artesano de aquí de Toledo", declara orgulloso desde su taller, sosteniendo la maza con la que golpea el acero incandescente sobre un yunque, tal y como han hecho los herreros espaderos desde tiempos inmemoriales.

fotografo: Sergio García Carrasco [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Artesanos de espadas: los últimos que quedan en el mundo. Antonio. Forjando la historia. El último espadero.
Antonio Arellano golpea una hoja de espada con su martillo durante la fase de forjado, la primera del proceso de fabricación artesanal.
Sergio García

"La única diferencia que nosotros tenemos es la electricidad", explica el artesano. "Antiguamente se trabajaba igual: martillo, yunque, fuego. Lo único que en vez de tener una turbina eléctrica que mete el aire tenían un fuelle. Yo doy a un botón y una rueda gira y antiguamente había un señor con un pedal dando vueltas con una polea para que girase".

Arellano, que tiene 42 años, aprendió el oficio también a la vieja usanza. Desde que era un niño, se recuerda trasteando por el taller, que su padre, el último maestro espadero titulado por Industria en España. Con 10 años estaba colocando las herramientas y limpiando, pero cuando llegó a la adolescencia, admite que su plan no era seguir la tradición familiar. "No fue un oficio vocacional, yo quería hacer una carrera, estudiar, algo totalmente diferente a forjar espadas", explica Arellano. Con 19 años, necesitado de dinero y sobrado de tiempo libre, le propuso a su padre echarle una mano en un taller del que ya no ha salido nunca.

Las fases de la fabricación artesanal de una espada.
Las fases de la fabricación artesanal de una espada.
Carlos Gámez

Espadas con alma

Las estrechas y tortuosas calles del centro histórico de Toledo están repletas de tiendas de souvenirs. Imanes de Don Quijote, postales del alcázar y cucharones con motivos arabescos cuelgan de las paredes de la mayoría de ellas, pero el producto estrella es siempre el mismo: espadas de todos los tamaños y formas, hechas del famoso acero toledano que convirtió a esta ciudad en el epicentro mundial de la industria espadera durante el momento álgido del imperio español.

"Siempre se ha dicho que el acero toledano es el mejor del mundo y yo os voy a contar un secreto, jamás hubo acero toledano", cuenta con una media sonrisa Arellano, que también lleva un canal de YouTube en la que cuenta cómo se fabrican las espadas y cómo han ido evolucionando a lo largo de la historia. "El acero venía del norte, donde tenemos las mejores minas, pero era cómo los artesanos trataban aquí ese acero lo que nos dio fama mundial".

Ese especial trato heredado de la tradición espadera toledana es, lo que para el herrero, diferencia a sus armas artesanales de las que se producen industrialmente y que, a un precio mucho menor que las suyas, pueden encontrarse en cualquier tienda de souvenirs de la ciudad.

"Yo no compito con las espadas industriales, es un producto diferente, un cliente diferente, un precio diferente… Yo no vendo espadas, porque espadas hay muchas, yo vendo una manera de fabricar espadas", defiende Arellano. "Quien compra mi espada es por cómo la fabrico, no porque sea una espada en si, al final, creo que mis espada tienen alma, tienen un pedacito de mi".

fotografo: Sergio García Carrasco [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Artesanos de espadas: los últimos que quedan en el mundo. Antonio. Forjando la historia. El último espadero.
Antonio Arellano, muestra una espada ropera junto a la fragua de su taller.
Sergio García

Coleccionistas, museos y parques temáticos

Cuando se le pregunta por su espada favorita a lo largo de la historia, Arellano no tiene duda: el gladius hispaniensis. Esta espada corta, que los legionarios utilizaban para asestar golpes mortales por debajo de sus altos escudos, es también de las más sencillas que fabrica este artesano. Su precio ronda los 200 euros dependiendo de los detalles adicionales y se aleja de las espadas más caras, las roperas propias del siglo XVIII, que pueden llegar a costar hasta 8.000 euros y que estaban tan pensados para el combate como para su lucimiento en la cintura.

Cada pieza de Arellano es única, hasta el punto de que sus clientes pueden diseñarlas a su gusto en la página web de su negocio. También hace réplicas de espadas famosas por encargo, como la famosa Tizona del Cid o el mandoble del escocés William Wallace. Los coleccionistas son sus clientes más habituales, pero, últimamente, el negocio se está abriendo a nuevos sectores como el cine, los deportes federados como combate histórico medieval, exposiciones en edificios históricos o, en último término, el parque temático Puy du Fou, del que el taller es el proveedor principal.

fotografo: Sergio García Carrasco [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Artesanos de espadas: los últimos que quedan en el mundo. Antonio. Forjando la historia. El último espadero.
Algunas de las espadas forjadas por Antonio Arellano y que forman parte de la colección que tiene expuesta en su taller.
Sergio García

Todo ello ayuda a mantener una tradición artesana que sobrevive en muy pocos talleres en todo el mundo. En Toledo, solo dos familias continúan fabricando espadas artesanalmente y en el resto de España, apenas suman media docena. Una quincena a nivel mundial. Arellano tiene dos hijos adolescentes que, como él, han aprendido el oficio desde su infancia, pero aún deben decidir qué quieren hacer con su vida.

"Que estudien, que se formen, que salgan, que vivan, que la vida nunca sabe dónde te va a colocar y, cuando llegue el momento, si nuestros caminos se cruzan, pues agradecidísimo de ello, y, si no, pues que puedan transmitir quién somos, quién es su familia, quién es su padre, su abuelo, su bisabuelo y con eso será suficiente". 

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