Entrevista

Israel Elejalde: "Cuidar de mis padres en su enfermedad fue una oportunidad para reencontrarme con ellos"

El actor y director Israel Elejalde frente a las Naves del Español en Matadero
El actor y director Israel Elejalde frente a las Naves del Español en Matadero
Adolfo Ortega
El actor y director Israel Elejalde frente a las Naves del Español en Matadero

Jean-Luc Lagarce escribió Tan solo el fin del mundo con 34 años, cuando supo que estaba contagiado por el VIH y veía que la vida se le escapaba dejando asuntos pendientes. De hecho, murió al cabo de cinco años. Desde su publicación en 1990, este texto ha alcanzado gran relevancia en Francia, donde se estudia en los institutos y es parte del repertorio de la Comédie-Française. En la obra, un escritor enfermo de SIDA se reencuentra con su familia en el pueblo del que marchó, o más bien huyó, para protagonizar un epílogo donde afloran los sentimientos de cada miembro, a pesar de las dificultades del lenguaje para plasmar nuestro mundo interior. "Los temas de la obra me golpearon de manera especial, sobre todo a partir de la muerte de mis padres", reconoce su director, Israel Elejalde, con quien conversamos en esta entrevista.

¿Qué le decidió a afrontar el texto de Lagarce como director?Creo que es uno de los mejores textos de los últimos cincuenta años y no se había montado hasta el momento en España. Es una obra que habla sobre la existencia, el miedo a la muerte, el dolor de no poder transmitir a nuestros seres queridos lo que pensamos de ellos. La familia, la ausencia, y la infancia como refugio donde la autoridad paterna facilitaba el orden y la vida. De pronto uno se hace mayor, tienes que empezar a improvisar y todo se complica.

¿Cómo es la familia que se reencuentra en la obra?Es una familia traumatizada por la huida de Louis, el protagonista. Hay una lucha de clases muy fuerte, porque Louis escapa de un pequeño pueblo donde siente que no va a poder crecer como escritor. También hay un tema escondido que es la homosexualidad. Las dificultades para desarrollarse sentimentalmente en ese ambiente le persiguen, y le llevan a escapar a una gran ciudad para sentirse libre. Eso traumatiza a la familia, porque piensan que no han estado a la altura y se sienten castigados. Cuando Louis sabe que va a morir, cree que debe cerrar el círculo y ofrecer a esas personas la posibilidad de que le digan lo que piensan.

Entrevista a Israel Elejalde

Israel Elejalde, actor y director

  • Madrid, 1973.
Israel Elejalde posee una sólida trayectoria en el teatro español, donde ha trabajado
bajo la batuta de directores como Pascal Rambert, Miguel del Arco, Álex Rigola, Ernesto Caballero, Gerardo Vera, Helena Pimenta, Eduardo Vasco, Natalia
Menéndez, Pablo Remón o José Luis Gómez, entre otros. Como director abrió la Temporada 2016 de El Pavón Teatro Kamikaze, del que era codirector artístico, con Idiota de Jordi Casanovas. Además, ha dirigido 'La voz humana', de Jean Cocteau,
'La Resistencia', de Lucía Carballal, y 'Traición', de Harold Pinter.
Ha sido varias veces finalista de los Premios Valle Inclán de Teatro por sus trabajos en 'La clausura del amor',' Hamlet', 'Un enemigo del pueblo (Ágora)' y 'Ricardo III'.
Entre sus trabajos en cine destacan 'Madres Paralelas' de Pedro Almodóvar y 'Magical Girl', de Carlos Vermut, por la que obtuvo una nominación al Goya al mejor actor revelación o 'El hombre de las mil caras', de Alberto Rodríguez, entre otras.
Una escena de 'Tan solo el fin del mundo' en las Naves del Español en Matadero
Una escena de 'Tan solo el fin del mundo' en las Naves del Español en Matadero
Vanessa Rabade

La incomunicación es una constante en la obra. No sólo porque no haya sintonía entre los personajes, sino porque las palabras no surgen con facilidad.Se utiliza mucho una figura retórica que se llama epanortosis, y es la búsqueda de una precisión en el lenguaje que nunca se llega a encontrar. Lagarce la emplea para expresar las pequeñas dudas que tenemos todos y la imposibilidad de transmitir con palabras lo que nos ocurre. Un poco como decía Nietzsche, que sólo tenemos palabras para lo que ya ha pasado. Hay una especie de comportamiento neurótico con el lenguaje. Los personajes hablan mucho, pero siempre tienen la sensación de que han fracasado en el intento de decir lo que deberían. De hecho, la función se basa en el gran fracaso del lenguaje y se inicia con el protagonista reconociendo que quiere transmitir a su familia que va a morir, algo que no es capaz de hacer.

"No es lo mismo ser homosexual viviendo en Chueca, que en un pueblo donde todo el mundo sabe que tú eres el homosexual. A Lagarce, los compañeros de clase lo ataban a un árbol"

¿El contraste entre el ambiente rural y el de las capitales, en aspectos como la homosexualidad, sigue siendo notable?No es lo mismo ser homosexual viviendo en Chueca que en un pueblo donde todo el mundo sabe que tú eres el homosexual. Cuando uno coge el coche y viaja, oyes determinadas cosas… Aún así, hemos avanzado muchísimo en ese terreno. Tampoco ser escritor en un pueblo, donde casi no hay cines, ni teatros, es igual que serlo en Madrid, con su mundo intelectual. En la obra, Louis escapa, no porque sea un elitista, sino por el problema que supone la homosexualidad. Ser homosexual en los ochenta y noventa era una atrocidad. Es un hecho verídico, que la madre de Lagarce tenía que ir a recogerlo al colegio porque los compañeros de clase lo ataban a un árbol. 

¿Siempre existe conflicto entre los que pueden marchar del seno familiar y desarrollarse, y los que se ven obligados a permanecer allí?
Eso está en el personaje de Antoine -interpretado prodigiosamente por Raúl Prieto-, del que se queda en el pueblo, que siente que el fantasma del éxito de su hermano le inhabilita como ser humano. Ellos son una familia de clase media-baja, y saben que es difícil salir de ese lugar. Sin embargo, Louis lo ha hecho. El éxito de él es el fracaso de los demás. Hay un choque entre dos mundos: el mundo de la élite intelectual de Louis, que tiene el don de escribir y eso le ha permitido acceder a otra vida; y el mundo popular, el de la familia que vive donde siempre han vivido los padres, que no son infelices pero a la vez tienen ese deseo de escapar.

Eneko Sagardoy interpreta a Louis y Raúl Prieto a Antoine, en la obra dirigida por Israel Elejalde
Eneko Sagardoy interpreta a Louis y Raúl Prieto a Antoine, en la obra dirigida por Israel Elejalde
Vanessa Rabade

¿Existe una cierta arrogancia en ese mundo intelectual, frente al popular?En la función se menciona un aspecto interesante que es la imaginación. Yo tengo una casa en el pueblo, y allí se habla de las cosas que pasan de verdad, no de las que se imaginan. A mí eso me fascina. En la función, la madre dice una frase sobre Antoine que me rompe: "Es un chico que imagina tan poco, me pone tan triste".  Yo siento que en mi profesión me dedico al mundo de la imaginación, y de repente voy al campo y me enamoro de que las cosas sean tangibles. Que si plantas algo en determinado momento y lugar, eso va a crecer, pero si no lo haces bien, por mucho que lo imagines no va a crecer. El campo tiene unas reglas exactas que tienes que conocer.

"Tu familia encierra un secreto que nadie más tendrá, que es tu infancia. Eso te seguirá conmoviendo profundamente"

¿Por qué la familia es el foco de tantos desencuentros?Pues porque la familia te la tropiezas, quieras o no. No puedes desligarte de ella. Puedes rechazarla o huir, como hace el protagonista de esta obra, pero tu padre siempre será tu padre. Un amigo puede dejar de serlo o una pareja. Además, tu familia encierra un secreto que nadie más tendrá, que es tu infancia. Eso te seguirá conmoviendo profundamente.

Escenografía de Monica Boromello para 'Tan solo el fin del mundo', de Jean-Luc Lagarce
Escenografía de Monica Boromello para 'Tan solo el fin del mundo', de Jean-Luc Lagarce
Vanessa Rabade

¿La dirección teatral es una experiencia puntual o pretende potenciarla?Seguiré dirigiendo cuando encuentre textos como este, pero yo soy actor. La última vez que dirigí fue hace cuatro años, con un texto de Harold Pinter en el Teatro Pavón. Espero que la siguiente sea más pronto pero, tal y como soy, requiere de un tiempo. No me veo como un director de oficio. Me apasiona como una manera de contar algo que haya encontrado, pero es meterme en una movida fortísima.

"En la primera temporada del Pavón Kamikaze hice dos direcciones y actué en cinco funciones. En junio estaba muerto. Fue una locura"

Ya que cita al Pavón, me gustaría que comentara cómo fue ese proyecto tan ilusionante del Pavón Teatro Kamikaze, donde participó muy activamente.Fue una de las experiencias artísticas más importantes de mi vida. No creo que vuelva a pasar por algo tan fuerte. Fueron cinco años muy duros y estábamos agotados. En la primera temporada hice dos direcciones y actué en cinco funciones. Claro, cuando acabé la temporada en junio estaba muerto. Fue una locura. Nunca lo había hecho y no lo volveré a hacer. Sufrimos mucho y aprendimos mucho, pero la pandemia nos mató porque íbamos al límite. Teníamos un superéxito, pero sólo estaba seis semanas. Podríamos haber estado haciendo Jauria tres años, si hubiéramos querido, pero nuestro modelo era que se vieran más cosas y dar oportunidad a más gente

¿Cuál es la situación actual del teatro privado en España?Haciendo una lectura optimista, considero que el teatro privado cambió radicalmente con el Pavón Kamikaze. Empezó a entenderse que había otra forma de hacer dinero, más allá de la 'comedieta' graciosa que dura dos temporadas. Se podía obtener rentabilidad buscando algo más arriesgado, con unos textos que fueran algo más alto de lo que es una 'sitcom' barata de televisión. Eso de alguna manera provocó que otros productores pensaran hacer algo similar. El teatro privado tiene sus propias reglas que todos sabemos cuáles son: tienes que ganar dinero.

"Pasé mucho tiempo fuera de la familia y sentí que tenía ocuparme de mis padres cuando enfermaron, porque soy hijo único"
Israel Elejalde tras la entrevista en Matadero Madrid
Israel Elejalde tras la entrevista en Matadero Madrid
Adolfo Ortega

Para acabar, ¿qué momentos de su vida familiar le resultan más entrañables?Tengo dos momentos. Mi infancia, que para mí fue muy feliz, a pesar de que mis padres no se querían mucho entre ellos. Yo eso lo llevé bien de niño y un poco peor en la adolescencia y de mayor. Después, el otro momento, fue cuando me reencontré con ellos en su enfermedad que, con todo lo terrible que tiene, es una oportunidad para hacer ‘tabula rasa’. Me conmueve profundamente la despedida de mi madre y cómo ella me transmitió su profundo amor. Yo pasé mucho tiempo fuera de la familia, y cuando se pusieron malos tuve que ocuparme de ellos porque soy hijo único. Sentí que tenía que hacerlo, y me conmueven esos últimos años, con ellos enfermos, en los que nos reencontramos en el amor. Cuando tus padres mueren, algo cambia en tu vida.

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