Los ladrones cada vez tienen más claro lo que buscan: explotaciones de olivas y aguacates. Con la llegada de la temporada de recogida de aceitunas, los campesinos han empezado a notar como éstas se han convertido en objetivo de los robos que se producen en el campo. Unos asaltos que se multiplican cada vez más por el elevado valor que está adquiriendo en el mercado.
Así lo certifican también las patrullas de la Guardia Civil, quienes llevan años controlando zonas rurales para evitar que se sigan produciendo los asaltos. "Vamos a los campos e identificamos a las cuadrillas que se encuentran recolectando la oliva", expone un agente.
Las autoridades piden en ellas los papeles de las explotaciones, la documentación referida a sus dueños, las hectáreas que les corresponden, etc. También se encargan de hacer revisiones en las empresas y almazaras dedicadas a la recolección de este fruto.
Pero ni así es suficiente: "Este año hemos tenido dos clientes que se han quedado sin cosecha", cuenta una empresaria. "Me han robado tres olivos, me han fastidiado unos 200-300 euros", expone otro productor.
El aguacate, otro bien preciado
El aguacate es otro cultivo cada vez es más codiciado entre los ladrones. Algo que ha motivado a que algunas plantaciones hayan decidido incluso poner vallas y cámaras en sus plantaciones. "Se lo llevan porque tiene precio", cuenta uno de sus afectados, Antonio, al que le han llegado a robar más de 500 kilos.
Estos robos coinciden con los denunciados hace una semanas por ASAJA Málaga, organización interprofesional del aguacate y mango, que ha denunciado una oleada de robos en varios cultivos en la comarca de la Axarquía, motivada por la revente de estos productos en otros mercados. Lo hacen además a un precio menor, lo que genera una competencia desleal con el producto, según indican desde esta organización.
"Para el agricultor se agudiza el problema económico, puesto que, como consecuencia de la sequía, la producción va a reducirse y los robos merman aún más los ingresos. El efecto que produce esta situación es dominó: el agricultor teme el robo del fruto y lo recoge antes de su punto óptimo. De esta forma, el producto final que llega al consumidor no lo hace de la manera más apropiada y mancha el trabajo del productor", señalan.
Comentarios