Condenan a 24 años de cárcel al exmarido de Lucía Garrido por su asesinato hace 15 años

La víctima, Lucía Garrido, y su entonces pareja Manuel Alonso, imputado por su asesinato.
La víctima, Lucía Garrido, y su entonces pareja, Manuel Alonso.
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La víctima, Lucía Garrido, y su entonces pareja Manuel Alonso, imputado por su asesinato.

El exmarido de Lucía Garrido, hallada en 2008 flotando, con golpes y un corte en la yugular en la piscina de su finca de Alhaurín de la Torre, Málaga, ha sido condenado finalmente a 24 años de prisión como autor del crimen en concepto de cooperador. La misma sentencia establece también 22 años de cárcel para otra persona, considerada el autor material de los hechos. 

El escrito, que ha sido emitido quince años después del crimen por el tribunal del jurado de la Audiencia Provincial malagueña, establece que ambos deben además indemnizar conjunta y solidariamente a cinco familiares de la víctima, en concepto de responsabilidad civil derivada del delito: a la hija, 300.000 euros; a la madre, 100.000, y 50.000 a otros tres familiares. Contra esta decisión cabe recurso de apelación ante la Sala de lo Civil y lo Penal del Tribunal Superior de Justicia.

La sentencia establece como hechos probados, conforme al veredicto del jurado, que el exmarido fue dueño de la 'Finca Los Naranjos' donde se halló a Lucía, un recinto que estaba preparado para el negocio de cría de animales de compañía y la custodia de animales salvajes o exóticos.

"Bajo ese tinglado se solapaban actuaciones, al parecer, ilícitas que también eran organizadas o dirigidas por el acusado, aprovechando la presencia de numerosos animales, tales como el tráfico ilícito de especies de fauna protegida o la ocultación de drogas que les eran confiadas por organizaciones de delincuentes", reza el escrito. 

Él podía acceder a la finca

Aunque la pareja se rompió, el juez le otorgó a ella el uso del chalé de la finca que era la vivienda familiar. Pese a ello, él conservó el derecho de acceso y el uso de las instalaciones del negocio familiar, que seguía explotando.

Según la sentencia, Lucía se convirtió en "testigo directo y presencial" de las actividades lícitas y "supuestamente ilícitas" que el exmarido realizaba, lo que "suponía un obstáculo" para que él pudiera llevar a cabo un negocio proyectado con otros socios, que se basaba en convertir la finca en una especie de núcleo zoológico o depósito de animales, por las que cobraba grandes cantidades de dinero. 

"El acusado no confiaba en Lucía Garrido, de tal modo que para evitar que le denunciara por las actividades supuestamente ilícitas y que fuera un obstáculo para el negocio proyectado en la finca, intentó desalojarla de la vivienda para ocuparla él con su nueva pareja", describe el texto, que asegura que Lucía rechazó sus ofertas.

Así, la sentencia describe que la enemistad entre ellos fue creciendo poco a poco, lo que generó una gran tensión y que Lucía se convirtiese "en una auténtica amenaza" para la continuidad de las actividades de su exmarido, motivo por el que elaboró un plan para acabar con su vida. 

Un plan preparado

El plan para matarla fue urdiéndose desde finales de marzo de 2008, cuando se reunieron en Torremolinos varias personas que proyectaban delitos en Madrid y Málaga. Entre ellos, el ahora condenado como autor material del asesinato, que pertenecía a un grupo de delincuentes y que "recibió una oferta económica para matar a Lucia Garrido", propuesta que aceptó.

El exmarido "propició o consintió" la contratación de este como sicario, sabiendo que atentaría contra la vida de Lucía. Mantuvo contactos con él que se tradujeron en la prestación de "ayudas decisivas" para la planificación, preparación y ejecución del crimen. 

De esta forma, informó al sicario de las costumbres, movimientos y rutinas de Lucía y de su hija. Le facilitó también una copia de la llave de la puerta peatonal de la finca y se comprometió a neutralizar cualquier obstáculo que pudiera impedir o dificultar la entrada o huida.

El exmarido fue informado de que el crimen iba a cometerse entre el 28 y el 30 de abril de 2008 por uno o varios individuos que sorprenderían a Lucía dentro de la finca cuando estuviera sola, desprevenida e indefensa. Este dio su aprobación al plan y, como había convenido, retiró los dos perros mastines que habitualmente dejaba sueltos dentro de la propiedad para evitar intrusiones y los mantuvo apartados o encerrados.

Según declara la sentencia, este sabía que iba a ser investigado como posible asesino de Lucía, pero confiaba en que saldría airoso gracias a la amistad y relaciones de intereses que mantenía "con varios agentes corruptos de la Guardia Civil" y a la coartada que "iba a fabricarse". 

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